Creo que el primer cuento que me leyeron en la vida venía en el Almanaque Pintoresco de Bristol. Cada diciembre, mi abuelo salía de compras al centro y volvía con varios racimos de uvas, espigas de trigo secas, y el almanaque de portada color naranja. Se sentaba en la sala de la casa y empezaba, con su paciencia de viejo, a leer cada línea, cada día, cada historia. A veces yo me sentaba junto a él, casi siempre aburrido porque prefería ver caricaturas, y lo escuchaba leer las historias del almanaque. Recuerdo mucho una de las vacunas. También tengo presente la imagen del Agua de Florida, que se promocionaba como un elegante perfume.
Hasta ahora vine a sentir curiosidad por el origen del mentado calendario, que acompañó mis navidades desde que tengo memoria. Mi abuelo, que aún vive, ahora más achacoso, podría dejar pasar cualquier cosa menos el Almanaque Pintoresco de Bristol. Le había heredado la tradición de leerlo a su padre. Y él, mi abuelo, se la pasó a sus hijos y nietos, pero como los tiempos cambian, ninguno la siguió como él.
La historia del Almanaque de Bristol
Por estos, los últimos días de diciembre, el Almanaque de Bristol se consigue en la calle de cualquier ciudad o pueblo de Colombia. Está tan arraigado a la cultura popular que, fácilmente podría catalogarse como un bien de primer orden. Y así ha sido durante sus más de cien años de historia.
El almanaque es una publicación anual de Lanman & Kemp-Barclay, una perfumería de Nueva Jersey, Estados Unidos, que en 1856 le compró la idea al farmaceuta Cyrenius Chapin Bristol que la había estado publicando desde 1932. Él es el que sigue apareciendo en la portada del almanaque.
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Como era un médico el que publicaba, las primeras ediciones eran recetarios como fórmulas para algunas enfermedades comunes. Cuando fue adquirido por Lanman & Kemp-Barclay se le agregó la publicidad de los dos productos más importantes de la compañía: el Agua de Florida y el Tricófero de Barry, un tónico para el crecimiento del cabello. También se le agregó información sobre las fases de la luna la lista de todo el santoral de la Iglesia católica.
Para hacer más agradable la lectura después se agregaron recetas médicas, chistes, caricaturas y algunas historias. Lanman & Kemp-Barclay lo edita cada año, en Estados Unidos, y en noviembre lo envían a Colombia. Aquí lo distribuye Business & Logistics Cia. Ltda. Es bueno saber que no es un producto nacional. Ni siquiera se imprime aquí.
Desde centros mayoristas en Bogotá, se distribuye a otros lugares del país, donde los vendedores lo compran en cantidades de 100 en adelante para luego venderlo al menudeo en la calle.
El Almanaque de Bristol en la cultura Colombiana
Desde 1850 empezó a hacerse una edición del Almanaque en español. Al principio se distribuía con la compra de algunos productos de tocador de Lanman & Kemp-Barclay, que fueron muy populares entre finales del siglo XIX y finales del siglo XX.
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Como traía los ciclos de la luna, y recomendaciones para la pesca, los cultivos y el cuidado de la salud, el almanaque se fue haciendo popular, especialmente en campesinos y pobladores de pueblos pequeños, y cuando ellos o sus hijos se mudaron a las ciudades, traían muy arraigada la tradición de leer el Almanaque de Bristol.
Con el tiempo ha habido cambios en la mentalidad de las nuevas generaciones. Ya el Almanaque de Bristol no se lee como se leía antes; incluso puede que los jóvenes de ahora no sepan qué es, para qué sirve, qué significa. Sin embargo sigue siendo una de las costumbres más emblemáticas del fin de año en el país.