El último regalo de navidad que recibió fue un carro mediano de plástico de colores azul, rojo y amarillo, aunque fue hace más de 28 años, cuando él tenía solo 5, lo recuerda muy bien. En las siguientes navidades bajo el árbol alumbrado con pocas luces y una que otra vieja bola de cristal que sobrevivía de los diciembres pasados, no había nada y esta escena, que para él era triste y amargosa, se repitió hasta que tuvo 17 años, cuando ya consumía drogas, y se fue de su casa.
Jairo Alberto Lozano lleva más de 10 años como habitante de calle. Un par de minutos antes de encontrarnos se había fumado un 'pipazo' de bazuco. El consumo habitual de esta droga y de otras sustancias lo llevó a este punto del que no tiene intención de retornar. "Anteriormente sí quería salir de las drogas, pero ya no. Hoy no. En la calle estoy formado. Estoy involucrado", dice mientras golpea la pipa de bazuco contra la palma de la mano izquierda, elemento que en ningún momento soltó durante esta charla que poco a poco, por la cantidad de preguntas, se fue convirtiendo en entrevista.
[single-related post_id="998540"]
A Jairo lo encontré saliendo del caño de la calle 6 con carrera 34, cerca del popular San Andresito de la 38. Un cigarrillo que yo iba fumando intencionalmente, y que me pidió, fue la excusa para acercarme a él.
- ¿Me lo regala?
- No. Lo acabé de prender.
- Listo
- Pero le puedo gastar uno
- Listo