−Me hubiera gustado que Rogelio estuviera presente para que hubiera disfrutado este triunfo, porque la lucha la empezó él. A pesar de todo me siento contenta. Es la voz de Julia Torres, la esposa de Rogelio Martínez, el líder campesino que se atrevió a reclamarle su tierra al comandante paramilitar Rodrigo Mercado Peluffo, alias ‘Cadena’, y quien murió asesinado por eso en mayo pasado. Es el caso de la finca La Alemania, por el que 52 familias llevan peleando diez años, primero con los paramilitares y luego con la Caja Agraria, que pidió el embargo de los predios.
Julia Torres habla por celular desde su finca, su voz se corta cuando se escuchan cantar los gallos. Tiene 42 años. Se convirtió en la representante legal de las familias que fueron desplazadas de La Alemania cuando asesinaron a su marido. Hace poco se enteró de que la Corte Constitucional ordenó la nulidad del proceso que llevaba la liquidada Caja Agraria por el que iban a perder sus tierras definitivamente.
La batalla jurídica empezó cuando los campesinos denunciaron que hace cinco años el Incoder solicitó el embargo de la propiedad, desconociendo la condición de desplazados de los campesinos y las amenazas en su contra. En el 2007, el Banco Agrario le vendió la deuda a la empresa privada de cobranza Cisa (Central de Inversiones S.A.) que a su vez se la dio a Covinoc, otra firma de la misma naturaleza. Todo estaba listo para el remate de la tierra. Pero en agosto de 2010 la comunidad decidió instaurar una tutela en contra del Juzgado Segundo Civil del Circuito de Sincelejo, La Caja Agraria en Liquidación y el Incoder para que protegiera los predios y suspendiera el cobro de la deuda que habían adquirido para comprarlos antes de ser desplazados. Una pelea que creían perdida porque la tutela había sido negada en primera y segunda instancia hasta que la Corte Constitucional les dio la razón con este fallo.
En el 2000, La Alemania se convirtió en el centro de operaciones paramilitares de Montes de María.
Siete meses después de la muerte de su esposo, Julia Torres no habla de él como finado ni como difunto. Tampoco habla así de los 14 más que fueron asesinados en este proceso que empezó en el 2000, cuando La Alemania se convirtió en el centro de operaciones paramilitares de Montes de María. La primera vez que llegó ‘Cadena’ a su finca lo acompañaban dos desmovilizados de la guerrilla.
- Duramos hasta el 5 de agosto de 2001 en resistencia, oyendo y viendo cosas que nunca deberíamos haber visto, dice Julia.
Los paramilitares instauraron un campamento en el kiosko de la finca. Destruyeron varias casas que hoy siguen en ruinas. Julia entendió el miedo. “No podía salir ni a orinar. Me enfermé, el colon se me infló”. Así vivieron durante un poco más de un año. A Luis, uno de sus hijos, lo pusieron a limpiar fusiles. Esa fue la razón que los llevó a abandonarlo todo y desplazarse a Sincelejo hasta el 2006, cuando cansados de pasar hambre, Rogelio se convirtió en el representante legal de las familias despojadas y decidió aventurarse al retorno.
Julia recuerda cuando ‘Cadena’ le preguntó a Rogelio si recibía a la guerrilla. Él le respondió que nadie se atrevía a decirle no a un hombre armado, que les daba agua si se la pedían pero no los dejaba cocinar. ‘Cadena’ le dijo que era un valiente, porque venía personalmente a matarlo, pero esta vez no lo haría.
El presidente Santos sancionó en el Palacio de Nariño los decretos reglamentarios para poner en marcha la Ley de Víctimas y restitución de tierras.
La palabra le salvó la vida y lo condenó. El 18 de mayo Rogelio Martínez fue asesinado por denunciar que su tierra, situada por azar en el corredor de droga y armas que lleva al Golfo de Morrosquillo, había sido robada por paramilitares.
Unos días antes de ser asesinado, Rogelio le dijo a Julia: “Si me matan, no te vayas de aquí. Esto es de ustedes. No dejes que se pierda esto”. El día que se enteró de la noticia del homicidio de su marido, Julia no podía caminar. “Rogelio no me dejes caer. Eso fue lo que le dije y él ha cumplido, porque a pesar del miedo y las amenazas me he quedado para luchar por lo nuestro y por eso ganamos esta pelea. Al Estado le diría, ahora que hablan de restitución de tierras y falsas víctimas, que quienes de verdad lo somos no estamos diciendo mentiras. Le diría que no cierre los ojos sino que los abra y nos brinde seguridad, pero una digna y verdadera, no solo de mostrar, para que estos hechos no se repitan nunca”.