La rectora que se enamoró de la ‘Nacho’ tirando piedra

Lun, 26/03/2018 - 08:12
Desde que pisó por primera vez la Universidad Nacional, en 1970, con 19 años, hasta el día de hoy, solo seis ha estado alejada de ella. Fue después de haberse gradu
Desde que pisó por primera vez la Universidad Nacional, en 1970, con 19 años, hasta el día de hoy, solo seis ha estado alejada de ella. Fue después de haberse graduado como química farmacéutica y por obligación tuvo que salir a ejercer. Sabía que volvería muy pronto y al cabo de ese tiempo, estaba parada en la puerta con un cartón de mágister en ciencias biomédicas bajo el brazo, pidiendo pista como docente. Sus conocimientos, ideas y proyectos quería dejarlos en un salón de clase, pero sobre todo en los laboratorios, entornos que son su vida y además los lugares que la han formado hasta el día de hoy. Ella es Dolly Montoya, nueva rectora de la Universidad Nacional de Colombia y la primera mujer en ocupar este cargo. El camino para llegar a dirigir la universidad pública más importante del país no ha sido fácil pero sí divertido. Lleva 35 años en la docencia, obviamente todos en la ‘Nacho’. “De aquí me sacan con los pies para adelante”, dice con una cálida sonrisa la ‘profe’ Dolly, -como le gusta que la llamen y como quiere que la sigan llamando-. A lo largo de su carrera le han llegado ofertas laborales de todo lado, hasta viceministerios le han propuesto, pero por no irse de la Nacional, las ha dejado pasar. “Mi felicidad está acá”, es una frase recurrente durante esta entrevista, a la que llega con algo de seriedad, la cual desaparece en el mismo instante en que se sienta con tranquilidad, tomándose su tiempo, mientras va diciendo que la han entrevistado hasta de Radio Yarí, y que aunque está un poco cansada, acepta a todos los medios porque la Universidad Nacional llega a todos los rincones del país y porque en todo lado hay un egresado de esta universidad. [single-related post_id="693092"] Dolly Montoya es nacida en Pereira en un cómodo hogar, constituido por una mujer de clase alta y un antioqueño que para la época era un próspero empresario de café. Eran los años 50 y la guerra sangrienta entre liberales y conservadores los tocó. En medio de la noche, dejando casi todo en la casa, la familia tuvo que salir huyendo porque las amenazas de los ‘godos’ radicales eran de muerte. Dolly tenía 5 años y recuerda que al llegar a Ibagué dejaron abandonado el jeep en el que llegaron hasta allí, para luego abordar un bus escalera que los llevó hasta el Caquetá, donde iniciaron una nueva vida. Años más tarde Dolly viajó con su madre y sus seis hermanos hasta Popayán, donde hicieron el colegio y vivieron con tranquilidad mientras su padre hacía negocios y quebraba en Caquetá. Luego, cuando la guerra interpartidista se calmó, regresaron a su natal Pereira, allí la actual directora terminó el bachillerato y se enamoró de la química. “En los últimos años de colegio veíamos química y teníamos laboratorio. Entonces don Antonio, el profesor, a punta de experimentos nos probó como químicos. Yo me ponía la bata desde las primeras horas del día así la clase en los laboratorios fuera a las últimas. Fui la monitora de don Antonio, la primera en hacer los experimentos, la más preguntona. Me di cuenta qué quería hacer en la vida y que mi vida era la química” Todo lo que la rodea tiene que ver con la Universidad Nacional. Su proyecto profesional se formó, creció, y se va a morir en ese lugar. De la ‘Nacho’ es egresada su hija, quien le siguió los pasos a su madre y estudió química. Eran los años 70. El mundo entero estaba en revolución. La influencia socialista en Cuba con Fidel Castro; en Rusia con Lennin, y otros movimientos y culturas internacionales como el rock, con The Rolling Stones, Pink Floyd y The Beatles a la cabeza, empoderaron a la juventud. Unos eran contestatarios y otros creían serlo. La joven Dolly Montoya, con 19 años, no fue la excepción y la moda revolucionaria tocó sus fibras. A su esposo y padre de sus dos hijos -una mujer y un hombre- lo conoció en el año 1970, el mismo año en que entró a la UN. “Fue en una pedrea. Lo conocí tirando piedra”, lo dice y suelta una contagiosa carcajada. Recuerda que el joven que estudiaba economía le dijo “compañera váyase a la residencia porque le van a abrir la cabeza”, ella solo apuntó a decirle “y desde cuándo las piedras tienen sexo”. Minutos después, fue a él a quien una piedra le abrió la cabeza y terminaron llevándolo a la habitación de Dolly, donde una de sus amigas lo curó. [single-related post_id="718278"] El amor entre la estudiante de química y el economista surgió meses más tarde cuando se empezaron a encontrar en las reuniones de política estudiantil. Un año después se casaron. Dolly alternó su carrera profesional con la maternidad, un año después de casarse nació su primera hija, tres años después nació su segundo y último hijo. El matrimonio duró 23 años. La ‘profe’ Dolly se separó hace 20 y desde ese día vive feliz y dichosa en soledad. Aunque ser rectora de la Nacional no era una de sus metas trazadas, la misma vida le fue poniendo cargos y responsabilidades profesionales que la encaminaron hacia allá. Hizo parte del consejo universitario de Bogotá durante nueve años, tiempo en el que se hizo una idea de lo que era la universidad a nivel capital; luego fue nombrada directora académica de la sede Bogotá, entonces ya se acercó a otro tipo de problemáticas; después fue vicerrectora de investigación de toda la UN y desde ese cargo pudo tener una visión más amplia. “Cuando te vuelves vicerrectora de investigación tienes nueve sedes a donde tienes que ir a mirar qué se está haciendo y cómo es, entonces tienes el concepto de una universidad diferente, de una universidad de país. Fue en ese momento en el que la ‘profe’ Dolly empezó a soñar con cambios que a su modo de ver harían crecer a la universidad pero sobre todo a sus estudiantes y cuerpo docente. La investigadora quiere, en palabras no tan técnicas como lo expuso, una universidad integral, articulada y que trabaje con armonía en pro de formar y graduar hombres y mujeres con actitudes ciudadanas y aptitudes profesionales. “Necesitamos un proyecto de nación que articule al país desde la educación. Necesitamos no solo formar excelentes profesionales sino agentes éticos con una alta conciencia social”, dice esto, bebe un sorbo de café de un pocillo verde que lleva grabado su nombre en alto relieve, toma aire, y sin soltar aún el pocillo continúa “en este momento de tanta guerra y descomposición tenemos que mirar muy cuidadosamente a la educación, sobre todo desde el jardín infantil. Si está pasando todo esto es porque estamos fallando en educación. La sociedad tiene que cuestionarse: los políticos, el Gobierno, padres de familia, la sociedad y preguntarnos ¿qué estamos haciendo en la educación para que tengamos descomposición social?, suspira y pone el pocillo en la mesa. Sabe que son cambios desde la raíz. Como ya lo dijo, son hábitos y valores que se forman desde los primeros años de vida. Pero cree que aunque no es fácil, se puede lograr desarrollando nuevos modelos, pero sobre todo pensando y actuando diferente. Como investigadora esa una dinámica en su vida: hacer revoluciones, cambios, pruebas y contrapruebas. Hasta los errores son respuestas positivas. [single-related post_id="542871"] Hoy, aunque a ratos sigue escuchando a los Rolling Stones y The Beatles, sí mantiene un pensamiento revolucionario y contestatario que se revela en lo que hace. “Mi revolución es en la investigación. Hay que revolucionar los esquemas de hacer investigación. Hay que innovar esquemas educativos. Todo lo que hago tiene que ser novedoso sino sería aburrido, porque si se hace lo mismo siempre se van a obtener los mismos resultados. Innovación es precisamente lo que quiere conseguir la ‘profe Dolly’ al frente de la Universidad Nacional, sabe que no es querida por todos los sectores de la institución y que muchos preferían un rector diferente, pero ella fue la elegida. “No somos una universidad confesional, me preocuparía que todos estuviéramos de acuerdo. Hay voces que dicen no, pero mi papel no será imponer sino dar escenarios para que puedan circular y sigan trabajando”. Dolly Montoya mira su reloj, se levanta de la silla, toma el pocillo que lleva su nombre y dice que abajo la espera otro medio de comunicación, pero antes de salir lanza otra sonrisa de maestra tierna y dice “la campaña ya se acabó ahora lo que nos toca es construir Universidad Nacional”.
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