
En la historia de violencia que ha afectado durante décadas a Colombia, 1989 es recordado como uno de los años más sangrientos. Al mensaje de optimismo que transmitió por televisión el entonces presidente Virgilio Barco Vargas el 1 de enero: “deseo que 1989 traiga tranquilidad a nuestros hogares y prosperidad a toda Colombia”, lo siguió una tragedia que volvió a despertar la zozobra en el país: el vil asesinato de 12 integrantes de una comisión judicial en el departamento de Santander.
El 18 de enero de 1989, una comisión integrada por 15 personas, entre jueces, agentes investigadores, secretarios y conductores, se dirigía al municipio de Barrancabermeja para investigar los múltiples homicidios y desapariciones que habían ocurrido en la región del Magdalena Medio, cuando un grupo de 25 hombres armados los engañó fingiendo ser guerrilleros, los ataron de pies y manos y los subieron a dos camperos, para que pareciera un secuestro, supuestamente para protegerlos del fuego cruzado con el Ejército.
En un sitio apartado en la vereda La Rochela del municipio de Simácota, los miembros de la comisión fueron asesinados dentro de los vehículos con ráfagas de fusil por los hombres armados, quienes posteriormente fueron identificados como integrantes del grupo paramilitar Los Masetos, al mando de Alonso de Jesús Baquero, alias ‘el Negro Vladimir’, con la cooperación de altos mandos militares.
Lea también: La biblioteca que hace realidad los sueños en Ciudad Bolívar
Al cumplirse 30 años de la masacre de la comisión judicial, el caso La Rochela continua en la impunidad. A pesar de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos falló una sentencia en mayo de 2007 condenando al Estado colombiano por este crimen, las familias de las víctimas aún no saben las razones por las que se ordenó este asesinato.
Luz Nelly Carvajal, viuda de uno de los agentes de la comisión asesinados en la masacre, Yul Germán Monroy, le contó en entrevista a la Agencia Anadolu que aún no se sabe todo sobre la masacre y que los funcionarios judiciales siguen estando desprotegidos para cumplir sus labores de investigación.
“Para nosotros es importante saber por qué ocurrió la masacre, por qué la comisión fue asesinada de esa manera. Por qué el Estado colombiano ordena matar a sus agentes. Queremos saber por qué los militares querían acabar con la comisión y por qué se reunieron en varias oportunidades a planear cómo asesinarlos. Por eso no todo está dicho en La Rochela”, afirma Carvajal.
[single-related post_id="1016807"]
Los retratos de los 12 funcionarios judiciales asesinados el 18 de enero de 1989, en la vereda La Rochela, del municipio de Simácota, Santander: Mariela Morales Caro, Pablo Antonio Beltrán, Carlos Fernando Zapata, Virgilio Hernández Serrano, Yul Germán Monroy, Orlando Morales Cárdenas, Benhur Iván Guasca, Luis Orlando Hernández, César Augusto Morales, Gabriel Enrique Vesga, Arnulfo Mejía, Samuel Vargas Páez. Foto: Centro Nacional de Memoria Histórica - Agencia Anadolu. [/caption]
“Uno de los errores grandes que cometió la Dirección Nacional (de Instrucción Criminal) es haberlos enviado sin tener la más mínima capacitación ni conocimiento de cuáles eran sus labores, por lo menos un periodo de prueba. No, de una vez se posesionaron y a comisión. Es de conocimiento público que ya había habido otras comisiones que se habían devuelto, precisamente por temor”, asegura.
En el caso de su esposo, el agente investigador Yul Germán Monroy, Carvajal relata que “inicialmente laboraba para el DAS (Departamento Administrativo de Seguridad) y a mí se me ocurrió la gran idea de que se saliera porque era muy peligroso. Estuvo fuera del país, regresó y tuvo tres oportunidades de trabajo. Decidió ingresar a Instrucción Criminal, pasó todos los estudios y se posesionó el 2 de enero de 1989. Él laboró 16 días en la Dirección Nacional de Instrucción Criminal”.
[single-related post_id="1016818"]
En ese momento no existía en Colombia la Fiscalía General de la Nación, que fue creada por la Constitución de 1991. Los investigadores de crímenes y delitos atroces hacían parte de los juzgados de instrucción criminal, creados por la Ley 4ª de 1943. Las condiciones precarias para cumplir su función los ponía en un alto estado de vulnerabilidad.
Sin embargo, los agentes que hoy en día conforman el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía “somos las personas más vulnerables a que nos pase algo, a que nos asesinen, a que nos amenacen, a que nos secuestren. Mire lo que pasó con nuestros compañeros que fueron vilmente asesinados en Pasto (julio de 2018). Fue algo absurdo que no debió pasar. Iban totalmente desprotegidos”, señala Carvajal.
A raíz de lo ocurrido en la masacre de La Rochela, “la Corte es clara cuando dice que si yo no tengo las garantías para desplazarme a una comisión, puedo decir que no voy”, dice Carvajal.
“Fueron enviados sin capacitación ni protección”
La comisión judicial, compuesta por Mariela Morales Caro, Pablo Antonio Beltrán, Carlos Fernando Zapata, Virgilio Hernández Serrano, Yul Germán Monroy, Orlando Morales Cárdenas, Benhur Iván Guasca, Luis Orlando Hernández, César Augusto Morales, Gabriel Enrique Vesga, Arnulfo Mejía, Samuel Vargas Páez, Arturo Salgado Garzón, Wilson Humberto Mantilla y Manuel Libardo Díaz fue enviada al Magdalena Medio, a sabiendas de que era una zona peligrosa y sin ningún esquema de seguridad, señala Carvajal. [caption id="attachment_1017712" align="alignnone" width="1045"]