En un municipio de Norte de Santander nació Oliver Leal, un hombre que superó un obstáculo tras otro. La región donde vivía, más conocida como la ciudad mitrada, fue testigo de los sueños que desde muy pequeños se vieron frustrados.
Cuando tenía siete años su mamá se fue de la casa porque su padre la maltrataba. Al quedarse solo el papá no soportaba a sus hijos y Oliver fue quien pagó. Siendo un niño lo echaron de su casa. Deambuló por las calles, algunos lo ayudaban y le daban comida. Poco a poco se acostumbró a la soledad de las calles.
Además de aguantar hambre tuvo que huir en varias ocasiones porque el exgrupo FARC trató de reclutarlo. Empezó a recorrer de un municipio al otro, siempre caminando. Luego llegó a Yopal, capital de Casanare y de inmediato se enamoró de los paisajes y las personas. En el fondo esperaba que las cosas mejoraran, pero por el contrario, entró al mundo de las drogas.
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Un grupo de jóvenes le ofreció bazuco. Esta es una droga de bajo costo elaborada con residuos de cocaína y procesada con ácido sulfúrico y queroseno. Los resultados de los desconocido fueron fatales. Durante cinco años vivió en la calle como indigente, siempre buscaba saciar la adicción. Permaneció abandonado en los andenes y con dolor expresó a Kienyke.com que vio morir a muchos jóvenes.
Las artesanías que cambian vidas
Sáb, 03/11/2018 - 03:20
En un municipio de Norte de Santander nació Oliver Leal, un hombre que superó un obstáculo tras otro. La región donde vivía, más conocida como la ciudad mitrada, fue testigo de