
“A veces hay circunstancias que ya no te puedes tragar más, porque ya no te cabe más”. Mauricio Arroyave reflexiona con melancolía, una sensación que para bien y para mal ha acompañado su vida.
Se nota en su voz algo de tristeza pero mucha sinceridad. Hasta el 15 de julio fue el director y presentador del programa ‘El Primer Café’, un magazín matutino de Canal Capital que consiguió posicionarse como uno de los programas más vistos de la televisión en las mañanas.
Se le veía entrevistando a personajes de la vida política bogotana y nacional. También comentando sobre cultura y variedades, invitando a sus televidentes a participar en múltiples programas de ocio y entretenimiento. Ocasionalmente disfrutaba de los chascarrillos con sus compañeros de set en las emisiones en vivo. Era la cara del canal público bogotano desde bien temprano.
Detrás de cámaras su historia era diferente. Había experimentado varios episodios incómodos con la dirección administrativa del canal. No se sentía a gusto -como seguro pasa con muchos otros del gremio- con que su independencia como director fuese cuestionada por las autoridades administrativas del medio.
De acuerdo a sus denuncias, el gerente de Canal Capital, Hollman Morris, en varias oportunidades trataba de interferir en su trabajo y en ocasiones llegaba al punto de decidir por él.
“Hollman decía que él como gerente, por una resolución que lo obligaba en su contrato, era el encargado de los contenidos del canal”, expone. En los medios de comunicación, las jerarquías administrativas son muy respetuosas frente a las editoriales. Es sabido que dentro del oficio, la cabeza de los contenidos es el director; quien maneja los dineros y los asuntos de funcionamiento es el gerente. Ni el director interfiere en las determinaciones del gerente, ni éste último se apropia del papel de definir cómo será un producto informativo.
“En un programa somos el grupo de periodistas los que en un consejo de redacción -con criterios periodísticos- tomamos unas decisiones sobre el contenido y los personajes que invitamos. Pero las consideraciones de Hollman eran: ese personaje que quieren invitar hoy no es amigo nuestro. Yo veía que no eran consideraciones estrictamente periodísticas sino de otro tipo”, añade.
Hay quienes citaría la famosa frase: “zapatero a tus zapatos”. Sin embargo, Mauricio Arroyave estaba frente a una figura poco común dentro de las empresas de comunicaciones: un gerente que también es periodista.
Hollman Morris se consolidó como uno de los periodistas contestatarios más importantes de la pasada década. Incluso sufrió amenazas y estigmatizaciones por sus posiciones. Durante el gobierno del alcalde Gustavo Petro fue nombrado como gerente del Canal Capital. Ahora se menciona que incluso podría ser candidato a la Alcaldía del Distrito Capital en 2015.
Situaciones coyunturales, como la sanción de la Procuraduría contra Petro o la campaña presidencial, incrementaron una presión editorial que Mauricio no pudo tolerar.
Durante El primer café “manejaba temas delicados sobre todo de política local, del día a día. Digamos que yo sentía una presión más cercana”. Personajes como Clara López, Rafael Pardo, Carlos Vicente de Roux y hasta el ministro de Vivienda, Luís Felipe Henao, fueron llamados al programa, y al rato sus invitaciones canceladas por decisión de Morris, de acuerdo a las denuncias que hicieron tanto Mauricio como otros dos de sus compañeros que también salieron del canal.
"Pido que entiendan que al decir que me estaban censurando, no quería decir que al de periodistas resto también les estuviera pasando lo mismo”
Morris reconoció en W Radio que sí exigía una lista de invitados del programa de Mauricio y había pedido cancelar algunas invitaciones, “pero a modo de sugerencias respetuosas” y no como censura.
“En varias reuniones Hollman me pidió que hubiese un delegado de la gerencia en los consejos, y que los personajes y temáticas para las entrevistas las tenía que aprobar él personalmente. Yo a eso le doy el nombre de censura; otros sienten que no es así. No voy a entrar a juzgar lo que dijeron otros colegas, pero sí pido que entiendan que al decir que me estaban censurando, no quería decir que al resto también”.
La gota que rebosó el vaso fue cuando se enteró de que su contrato, que se debía renovar el 15 de julio, iba a ser cambiado y que incluía una cláusula lapidaria. “Se decía que supuestamente a mí no me iban a renovar el contrato y por eso yo asumí una actitud represiva. Eso no fue así. Se me informó que debía firmar una cláusula en la que se me decía que debía acomodarme a las líneas editoriales de Canal Capital”. La nueva exigencia prometía atarle de manos ante las directrices de la gerencia. Decidió no continuar con el proyecto.
“Yo no he atacado a Canal Capital”
“Hollman, supongo, no tenía ninguna intención de censurar, pero o interpretó mal su papel o lo interpretó de una manera que yo no la entiendo. El hecho de impedirme u obligarme a entrevistar a alguien yo lo consideraba preocupante”. Mauricio poco sonríe en esta entrevista. Confiesa que la controversia lo tomó por sorpresa. “Nunca me imaginé estar en el centro de la polémica. Soy un tipo muy discreto, a pesar de que haya trabajado en televisión”.
Dice que siente haber abierto una Caja de Pandora con muchos demonios que quieren morderlo. Hay muchos dolores en él, y le saltan a la vista.
¿Alguno de ellos le duele más?
Me duele que Canal Capital no se haya hecho la más mínima autocrítica. Me duele que lo que han intentado hacer a través de sus comunicados es desprestigiarme a mí; no estoy desprestigiándolos a ellos. No estoy atacando al Canal Capital. Creo en el proyecto de los derechos humanos; me puse la camiseta por buscar voces alternativas y en muchas ocasiones pude hacerlo. Lo que pasa es que invitar a un personaje antes o después de una alianza política no es lo mismo.
Mauricio tuvo la oportunidad de entrevistar a varios personajes de la vida política, nacional y bogotana, en El Primer Café.
¿Y con qué guayabo se despierta después de eso?
Con que acabo de dejar a mi hijo, El Primer Café. Y no era solo mi hijo; acabo de dejar a muchas personas maravillosas allá. Ese no era un proyecto de Mauricio Arroyave sino de muchos. Y salí por la puerta de atrás por contar mi verdad e hice enemigos por contar mi verdad.
Hubo falta de solidaridad…
Mis compañeros de Noticias Capital, que son periodistas muy cercanos y que se quiebran la espalda trabajando, puede que no hayan sentido esa censura. Pero el que ellos no la hayan sentido no obsta para decir que yo tampoco la sentí. Puede que con ellos no se dio el caso.
Cuando usted dirigió un programa en RCN Radio ¿sintió algo similar?
Jamás pasó cuando fui director de un programa de cuatro horas en la tarde en RCN. Jamás me dijeron: no invites a tal o tienes que invitar a tal.
¿Qué le dice hoy a Hollman Morris?
Admito que Hollman ha sido una persona valiosa para el país y ha aportado mucho al periodismo. Admito que él le ha dado unas batallas muy fuertes al poder, pero le invito que se haga una autocrítica y no le haga más daño al periodismo, porque lo que él hace es ejemplo para mucha gente.
¿Y usted cuáles autocríticas podría compartir?
Quizás no debí haber permitido esto desde el principio, quizás debí ser más claro en mis diálogos con Hollman. Quizás al final ya estaba en un ánimo de confrontación porque yo sentía que había una censura y él no entendió.
¿Pero se lo hacía saber a él?
Sí claro. Se lo hacía saber muchas veces. Incluso él lo confesó y me caricaturizó diciendo que cada cosa que él decía yo le gritaba ¡Es censura! Eso es falso. La respuesta de Hollman que yo he recibido no es hablemos, debatamos, sino: Mauricio es un interlocutor inválido.
Y usted sí está dispuesto al diálogo…
Claro y depende en qué términos. Yo no quiero ser un gladiador en el circo romano para el goce de las masas a ver cuál se mata primero.
“Toda mi vida he hecho un pacto con la soledad”
Se refugia en su casa. Lee sus libros y escucha su música. Lo acompañan a todo momento sus gatos Mayo y Goyo. También lo visitan algunos amigos y amigas que jamás lo dejan solo.
“Toda mi vida he hecho un pacto con la soledad. Desde que era adolescente sabía que tenía que conquistar a la soledad”. Le es extraño, desde luego, que él sea el protagonista de un escándalo que no buscó, que lo puso en la palestra pública, que se lo impusieron como una camisa de fuerza y del que espera desanudarse con el tiempo.
-Dije mi verdad. No quiero dañar a nadie. Me parece injusto que me califiquen como que quiero hacerle daño al canal. Me pregunto, a quién hay que arropar ¿a la víctima o al victimario? Me dicen que fui desleal. Soy leal al público. Mis decisiones se deben a la lealtad con ellos no a lealtad con otros intereses.
¿La gente en redes sociales cómo ha reaccionado? En su Twitter aclara que atiende insultos “sólo los miércoles de 4:00 a 4:02 am”…
(Mauricio suelta su primera carcajada) Admito reclamos e interrogaciones respetuosas. No admito los insultos. Trato de evitar al máximo que mi Twitter se vuelva una cloaca de insultos, de falta de respeto. Pero la verdad es que la gran mayoría de los tuits que he recibido han sido de apoyo. De los que no, la mitad han sido de una crítica respetuosa y otros muy pocos han sido irrespetuosos. A esos pocos no los leo, los bloqueo.
De su experiencia en radio y televisión, ¿qué le ha gustado más?
-Creo que la radio es el arte más difícil del periodismo. Es además la que más enamora. Soy un tipo de televisión, y algún buen día terminé en radio porque Yanelda Jaimes me hizo una llamada y me tocó empezar a aprender. Hacer radio, bien hecha, es de titanes.
Y entre presentar un noticiero y un magazín, ¿con cuál se queda?
Me gusta más el magazín. En El Primer Café nos dábamos el permiso de bromear de nosotros mismos, y nos íbamos quitando muchos miedos con la risa. Hablábamos de cómo nosotros éramos los más mamertos de todos; teníamos algo que llamábamos ‘mamertivariedades’, y nos moríamos de la risa. Pero a la vez teníamos momentos en que tratábamos temas muy serios, y cuando trabajas en un canal con una línea de defensa de derechos humanos, pues es un tema muy serio.
¿Por qué lo vimos a punto de regresar al noticiero CM&, pero al final siguió en Canal Capital?
Fue un tema de horario, pero también porque yo tenía una línea editorial muy comprometida en El Primer Café. Era un momento muy tenso para la Administración (por la destitución contra Petro) y yo consideré que la defensa del alcalde Petro era una defensa de lo público. Consideraba que lo que estaba sucediendo con él era una canallada. Y CM& tenía otra línea en ese sentido. No me parecía coherente en la mañana decir una cosa y en la noche otra. Me decidí por Canal Capital.
¿Sigue siendo el hombre romántico y enamorado que lo definía hace unos años?
Tengo otras prioridades. Hay un libro llamado: "Érase una vez el amor pero tuve que matarlo” de Efraim Medina; entonces una vez encontré el amor pero tuve que matarlo. Lo definiría así. La puerta está ahí siempre, pero tengo otros intereses.
¿Cuáles intereses?
Lo profesional, lo intelectual y la maravilla de conocer la gente. Y sobre todo ese pacto con el bienestar propio de la soledad. Sin ser un tipo huraño, soy un tipo solitario.
(Archivo) Mauricio Arroyave fue por varios años la cara del noticiero nacional CM&.
Hace unos años también decía no sentir mucho agrado por música como el vallenato o la salsa, ¿todavía no le agrada?
No he podido. Siento que no doy la talla, que no tengo la maravilla de poder entender esa belleza. No me entra, pero es porque soy incapaz de hacerlo. No vibro con esos sonidos, pero tampoco los desprecio.
Pero sí vibra por el Jazz, la música clásica y…
Rock. Y en todo caso también soy planchero. Incluso por oír música clásica. Me gustan los tonos menores. La música, cuando habla de melancolía y emociones intensas poco teatrales, me fascina. Tengo ese espíritu planchero romanticón, incluso por oír música clásica.
¿Ese pacto con la soledad, también incluye al silencio?
Me he vuelto adicto al silencio a pesar de que soy un tipo muy musical. El silencio es la música más maravillosa escrita para mí; es el espacio en el que yo me puedo sentir cómodo. Consigo tranquilidad y sosiego.
¿A qué le teme?
A la muerte de los otros. Le temo al espíritu de la venganza y la maldad. Le tengo miedo al egoísmo. Me refiero a cuando uno ve una persona con ganas de hacerte daño.
¿Perdona fácil?
Si te refieres a este episodio, pienso que es demasiado reciente. Pero perdonar no es fácil. Cuando siento que alguien me hiere, se me va muy dentro.
Ahora que está libre, ¿en qué proyectos piensa?
He descubierto que cuando trato de manejar mi vida ‘me la cago’. La vida se va construyendo así y uno va abriendo oportunidades sin saber.
Al final Mauricio se nota más tranquilo. La melancolía y soledad fueron reemplazadas algunos minutos por un micrófono y un colega. Una pregunta final es si, tras reflexionar sobre su decisión, hay algún arrepentimiento. “Tuve que hacerlo. Uno no es valiente cuando no le queda otra alternativa, ahí la valentía no es el término para calificar lo que hice. A mí me tocó hacerlo”.
Twitter: @david_baracaldo



