Alguien le sopló al Rey Herodes que había nacido el Rey de los judíos. Y como el único rey, el verdadero, era él, Herodes, y no cualquier aparecido, loco de poder, delirante, mandó matar a todos los niños menores de dos años. La historia conmemora ese hecho, cada 28 de diciembre, como el Día de los Inocentes.
Y en algún momento, a alguien se le ocurrió que, además de recordar a los niños muertos, ese día también era el preciso para jugarle bromas al prójimo.
En ese sentido, por un lado está la celebración religiosa y por el otro la celebración pagana, que festeja, más que nada, el tan humano acto de reír a cuenta de los demás.
Entonces, el día de los Inocentes, como día de las Bromas, nació en la Edad Media y se le conocía como Día de los Locos. Lo único que tenían en común era que, por pura casualidad, caían el 28 de diciembre.
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Un día de los locos, es más que nada, un día para hacer locuras. Fue España la que nos legó esa celebración. Allá, de acuerdo a algunos textos, el día ya se celebraba desde el siglo XV. En esos días se les permitía a los miembros de alguna parroquia, entrar a la iglesia cantando, bailando. Algunos disfrazados.
Esto no gustaba mucho al clero que prohibió la celebración a mediados del siglo XVII.Sin embargo se siguió llevando a cabo. Una de las ceremonias más comunes del Día de los Locos era que un plebeyo se disfrazara de Rey, y durante la celebración promulgara toda clase de decretos salidos de sitio, excéntricos, y jocosos, entre los que estaba la expresa autorización para jugar toda clase de bromas a los demás. El objetivo era más que nada reír. Con la caída de las Monarquías, se mantuvo la costumbre engañar y jugar ‘inocentadas’ a amigos y familiares. No obstante, no es posible rastrear en qué momento de la historia, el Día de los Inocentes se convirtió en lo que es hoy. Se sabe, sin embargo, que desde finales del siglo XIX, los medios de comunicación acostumbraban publicar noticias falsas, chistosas, sin importancia, hecho que fue popularizando la costumbre de, este día, reír a cuesta del prójimo.
