El Palo del Ahorcado, la leyenda detrás de un lugar sagrado en Bogotá

Jue, 14/04/2022 - 19:40
El árbol del ahorcado está ubicado en la localidad de Ciudad Bolívar, es uno de los símbolos de fe más importantes en Bogotá para la comunidad católica

La Semana Santa es la fecha más importante para los devotos al catolicismo y otras religiones cristianas, y por supuesto los pobladores bogotanos también se hacen parte de esta celebración anual.

En la localidad de Ciudad Bolívar se encuentra uno de los lugares considerados como sagrados por la comunidad católica, anualmente miles de feligreses lo visitan para rememorar la crucifixión de Cristo y de paso pedir por un milagro.

Se trata del ‘Palo del Ahorcado’, un árbol de eucalipto situado en una de las montañas más altas del sur de Bogotá, en el sector de Potosí, al que muchos se dan cita año a año para realizar sagradamente los viacrucis.

Una de las leyendas, la que le daría nombre al viejo árbol, se remonta a mediados del siglo pasado. Es la historia de Pablo Mayorga, su esposa María, su amante Ernestina y el mismo Demonio. Pablo, después de estar casado con María y de tener un hogar bendecido por la iglesia católica, fue infiel con Ernestina, la madrina de uno de sus descendientes. La engañada abandonó el hogar con los hijos a cuestas.

Pablo y Ernestina, en medio de su amor, mal visto por los lugareños, tuvieron otros cinco hijos. Años después, Mayorga fue hallado muerto en una zanja del sector. Su cuerpo estaba cubierto por llagas extrañas. El pueblo le adjudicó el crimen a Satanás por el pecaminoso adulterio. Ernestina, cuenta la leyenda, agobiada por lo ocurrido y temerosa del Demonio, fue hasta el solitario árbol, colgó un lazo que ató a su cuello y se ahorcó. 

La leyenda incluso se ha trasladado hasta la actualidad, varios vecinos del sector aseguran que varias personas se han suicidado en el lugar, cosa de la que no hay dudas, pero tampoco certezas.

El viacrucis de los bogotanos  

Miles de feligreses parten desde la parroquia de Candelaria La Nueva hacía el ‘Palo del Ahorcado’ todos los viernes santos. Cargan una cruz gigante con la que calcan de manera idéntica la muerte de Jesús en el Gólgota; no crucifican a nadie, pero allí quedan expuestas todas las culpas y pecados ante la divinidad que profesan. La cruz se queda enterrada allí durante todo el año y en la víspera del día de la procesión la bajan otra vez para repetir el mismo ciclo año tras año.

Dicha procesión no es tan antigua como la pena de muerte de Cristo, pero sí lo suficientemente histórica como para ser recordada. En 1986 las parroquias Candelaria La Nueva, El Tanque y Potosí vieron con buenos ojos que la caminata con la cruz en los hombros terminara en dicha montaña.

Desde ese año hasta ahora, cientos de feligreses acuden cada año para acompañar el viacrucis hasta la gran montaña y hasta intentan tocar la pesada cruz para pedir por sanidad, dinero, trabajo o cualquier milagro que mejore la vida de los habitantes de este sector de Bogotá.

Además, los acompañantes de la cruz terminan el viernes santo con un compartir especial; entre familias realizan asados en lo alto de la montaña tras la caravana con la cruz.

La fe bogotana es más fuerte de lo que se cree, incluso a pesar del laicismo que ha emergido en los últimos años. Los ciudadanos todavía siguen buscando milagros, alguno que sirva para mejorar, así sea un poco, la realidad en la que viven.

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