Su mejor amante fue una caleña cuatro años mayor, con novio, que estuvo de paso en la ciudad de Bogotá. Sebastián Moreno* cuenta ─con acento paisa─ que ha sido lo más placentero y prohibido que ha vivido. También dice, sin pudor, que ambos estaban comprometidos. Se conocieron en medio de una fiesta. Una conversación amena fue suficiente para que se convirtieran en amantes. Sebastián la define como “una mujer que invita al desorden” y la recuerda como una de sus mejores aventuras. “Los amantes son una realidad biológica, práctica y cotidiana”, dice Carlos Pol Bravo, sexólogo y psiquiatra español.
Según una encuesta sobre la infidelidad publicada por el periódico El Tiempo, el 57 por ciento de los encuestados, en su mayoría de 35 años, confesó haber sido infiel. De cada diez hombres, ocho han tenido affaires. Y tres de cada diez mujeres han tenido entre dos y tres veces encuentros amorosos teniendo una pareja estable. Esta misma publicación dice que el sexo pesa más entre los hombres al igual que el licor, pero que las mujeres lo hacen porque se enamoran de otra persona que las escucha o quieren vengar una infidelidad.
Nadie es de nadie. Así comienza la conversación con el doctor Pol Bravo sobre los amantes. A medida que da sus explicaciones sobre el tema, dice frases como “no son una figura romántica. Son una necesidad”. Pero también deja claro que un amante puede ser la pareja estable o un personaje fugaz que llegue por simple atracción.
El doctor Pol habla de tres tipos de amantes. Aquellos que se complementan y que viven en unión libre o matrimonio. Este es el caso en que las parejas estables son amantes. Pol lo asemeja a “una conversación agradable que puede durar años”. Recalca que acá el erotismo, la sensualidad y la confianza se han mantenido estables.
Hay otros amantes que están libres, sin compromiso. Pero entre ellos hay un sentimiento que no permite que la relación se convierta en simple sexo casual. “Ambos crean un mundo cada vez que se encuentran y parecen un volcán, se ven y se ciegan”, dice el doctor Pol. Para este tipo de amantes la pasión y el deseo se convierte en una necesidad.
Para el sexólogo también hay una diferencia entre los amantes y “el mozo”, “la querida” y el “tinieblo”. Dice que aunque se piense que la palabra amante es socialmente humillante, términos como “mozo”, “la querida” y el “tinieblo”, son degradantes. Según él, allí no hay una relación sexo afectiva, sino sexo por sexo o intereses económicos, personales y hasta políticos. Porque los verdaderos amantes lo dan todo y ofrecen todo.
El artículo que se publicó en El Tiempo también indica que para ser infiel los amigos cercanos y los compañeros de trabajo son los preferidos. En las mujeres es común que busquen hombres más jóvenes que su pareja, no importa el tiempo que se conozcan. También asegura que las mujeres tienden a tener relaciones con alguien del mismo sexo.
El doctor Pol termina diciendo que los amantes no son desprecio, ni una lacra. En cambio, son una realidad en la sexología y en el mundo. “Así como los amantes pueden pasar una sola noche, también pueden pasar toda una vida, todo depende de los jugadores”.