La historia del único rey vallenato ‘cachaco’

Vie, 01/05/2020 - 11:06
Un recorrido por los 30 años de carrera del único acordeonero de Bogotá ganador del Festival de la Leyenda Vallenata.
Créditos:
Archivo particular Beto Jamaica - Handout - Agencia Anadolu

Alberto ‘Beto’ Jamaica aún recuerda el día en que murió. Estaba empañetando la parte de atrás de una casa y al pararse sobre una tabla podrida se cayó del andamio de tres pisos de altura. Sintió un corrientazo y flotó sobre su cuerpo. Recuerda haber visto a Dios, a quien le rogó que lo dejara volver. 

“De tanto rogarle Él me dijo que volviera, pero que me portara bien. Apenas lo dijo me desperté”. De milagro no se rompió ningún hueso y duró 15 días sin poder trabajar, pero lo que más le dolía era que no podía tocar el acordeón.

Descubriendo el vallenato

Beto conoció el vallenato cuando vivía con sus siete hermanos y sus papás en el barrio Bochica Central de Bogotá. Sintonizaba en una radio de transistores los pocos programas de vallenato que había en la radio, pues este ritmo, considerado emblema del folclor colombiano, aún no se escuchaba en la capital del país. Ahí empezó a conocer a los grandes del vallenato: ‘Colacho’ Mendoza, Alejo Durán, Israel Romero, Juancho Rois, Alvarito López y Luis Enrique Martínez, entre otros.

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Decidió crear su propio grupo de vallenato junto a Wilson Ibarra, un vecino al que también le gustaba esta música y tenía un acordeón de teclado. Iban juntos a tabernas a oír tocar vallenato desde la calle, pues no podían entrar por ser menores de edad.

Un día decidieron escaparse de la casa e irse en bus hasta La Guajira, porque creían que la única manera de aprender a tocar vallenato de verdad era en la Costa Caribe. El padre de Wilson llamó a la Policía y los detuvieron antes de llegar.

A los 17 años Beto dejó embarazada a su novia y tuvo que abandonar los estudios y dedicarse al sector de la construcción como albañil. Trabajaba de lunes a sábado desde muy temprano hasta tarde y cuando llegaba a la casa practicaba el acordeón. 

A los dos meses del accidente del andamio, sufrió otro en el que se cortó el dedo pulgar, con el que se maneja el botón del aire de este instrumento, y entonces decidió no volver a trabajar como albañil sino dedicarse de lleno a tocar vallenato.

En tan solo año y medio aprendió a tocar muy bien el acordeón: "No tenía el pulso, ni el repertorio, ni la claridad para tocar que tenían otros profesionales, pero por lo menos servía para ir a un sitio a hacer un reemplazo". Cantaba en tiendas y entretenía borrachos que le pedían tonadas a cambio de algún dinero. Poco a poco se fue dando a conocer entre los acordeoneros de la ciudad.

Un día cuando tocaba en un bar del centro de Bogotá, Hernando Celis Cristancho, un acordeonero de Boyacá, le dijo que había ido a verlo tocar pues decían que era el mejor acordeonero de la ciudad. 

Celis empezó a retarlo para que se presentara en festivales de vallenato. Primero fue al Festival de la Flor Vallenata, en Madrid (Cundinamarca), y terminó como finalista. Luego ambos se presentaron como aficionados al festival más importante de Colombia, en Valledupar. Esa vez, Beto quedó de octavo entre 70 acordeoneros y Hernando alcanzó el puesto 14.

El rey vallenato ‘cachaco’

En el 2006, luego de competir por 13 años seguidos, primero como aficionado y luego como profesional, se coronó como el 39º rey vallenato del Festival de la Leyenda Vallenata de Valledupar. Es el único bogotano o ‘cachaco’, como llaman en la Costa a las personas del interior, que ha logrado esta hazaña. “Casi se me sale el corazón cuando dieron el fallo. (...) Fue muy bonita esa experiencia. Ser el primer acordeonero del interior que gana en Valledupar en la categoría máxima, fue algo muy grande para mí".

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Aquella vez Beto duró diez días enfermo del estómago en Valledupar mientras se preparaba para la competencia. “Practicaba ocho o 10 horas diarias sin que me importara el malestar. Se me peló el pecho, la espalda y los hombros de tanto tocar el acordeón”. El favorito para ganar ese año era Sergio Luis Rodríguez, el acordeonero que llevó a Los Niños del Vallenato a tocar en la Casa Blanca frente al entonces presidente Bill Clinton, y quien tocaba con Peter Manjarrés y Jorge Celedón. Sin embargo, las presentaciones de Beto fueron impecables: tocó vallenato puro como lo exigen los jurados.

Para él su corona de Rey vallenato fue muy importante porque abrió muchas puertas a otros músicos del interior, pues se creía que los únicos que cantaban, tocaban y componían esta música eran los 'costeños'. “Ellos deben saber que son tan buenos maestros que nosotros, los ‘cachacos’, salimos buenos alumnos. Y tienen que tener en cuenta que esta música ya no gusta solo en la costa sino en todo el país y a muchas personas del exterior", asegura Beto.

El músico cree que ganó la corona porque tocó vallenato tradicional, algo que se escucha cada vez menos. Los nuevos acordeoneros están tocando un ritmo más similar al chandé, mezclado con paseo rápido, desde hace unos 10 o 15 años, el cual se impuso con canciones como ‘Sio Sio’, de Diomedes Díaz, o ‘El Parrandón’, de Rafael Orozco. De ahí en adelante la juventud siguió ese ritmo y por eso ya no hay tanta ejecución, ni los acordeoneros hacen escalas; están desarrollando un vallenato moderno.

Debido a ello, el Festival de la Leyenda Vallenata premia a aquellos intérpretes del acordeón que preserven los ritmos tradicionales del género musical. "Yo creo que mi corona fue porque Sergio Luis, el favorito para ganar, se dejó llevar por el modernismo y metió notas que al jurado no le gustaron. En cambio yo siendo un acordeonero ‘cachaco’ toqué vallenato puro y sobre este estilo creé cosas nuevas", señala Beto.

El nuevo disco

Con más de 30 años de carrera musical y luego de haber tocado alrededor del mundo, Beto acaba de lanzar su más reciente producción discográfica, Rey de mi folclor vallenato y cumbia colombiana, una muestra de su versatilidad y destreza para interpretar distintos ritmos autóctonos. 

En el disco están los cuatro aires básicos del vallenato con los que ganó la corona de rey vallenato: 'Luz Mila', un paseo; ‘El libro’, un merengue; 'Amores como acordeón', un son, y la puya 'Toca cachaco', compuesta por José Triana para que Beto la usara en la competencia del Festival de la Leyenda Vallenata como una canción de presentación y que resume en una oración su carrera musical: “Sin hacer tanta bulla, ya es un grande del folclor”.

Ha grabado colaboraciones con Iván y sus Bam Band, Los 8 de Colombia, Los Tupamaros, Los Alfa 8, César Mora y Carolina Sabino, entre otros. También ha participado en fusiones musicales con la cantautora mexicana Guadalupe Mendoza y el guitarrista español Juani de la Isla. Por si fuera poco, Beto fue el encargado de grabar los sonidos del acordeón de casi toda la música de la telenovela ‘Diomedes, el Cacique de La Junta’, del canal RCN, que hace homenaje a uno de los grandes símbolos nacionales del vallenato y en la que aparecen los músicos de la época: “Tuve que imitar la manera de tocar de todos los acordeoneros famosos del vallenato”.

"Amo la música de todos los departamentos de mi país, toda. Vivo enamorado del folclor, pero el vallenato fue la música que cautivó mi corazón", asegura Beto. Dice que muchos músicos de conservatorio le preguntan de dónde sacan tantas cosas hermosas los acordeoneros sin saber notación musical y él les responde que eso debe salir del corazón. “Cuando uno empieza a aprender a tocar uno se encariña mucho con el acordeón, como lo declara Alejo Durán en su canción, ‘Mi pedazo de acordeón’”.

"El acordeón es un instrumento mágico, bonito y transmite mucho”. Beto recuerda la vez que viajando hacia Hungría se perdió haciendo escala en el Aeropuerto de Londres, Reino Unido. No sabía hablar inglés, pero una señora que sabía algo de español le ayudó. A ella le causó curiosidad la maleta que llevaba a cuestas. Beto le mostró el acordeón y ella le pidió que tocara algunas canciones pues aún tenía varias horas libres antes del vuelo. Esa parte del aeropuerto se paralizó. Beto tocó cuatro canciones por que le pedían otra y otra, hasta que llegó la policía. "Ustedes no se imaginan mi alegría al ver gente de todo el mundo bailando al son de mi acordeón".

Beto tenía una gira planeada por EEUU, Canadá, España y Japón para mayo y junio que fue cancelada por la pandemia mundial del coronavirus. Por el momento, está en su casa encerrado en medio de la cuarentena organizando arreglos musicales que tenía grabados en casetes. Desde que tuvo el accidente en que volvió a la vida, se convirtió en un hombre muy religioso y juicioso, nada de trago, cigarrillo o drogas, ese fue el acuerdo que tuvo con Dios. En estos días habla mucho con Él para intentar comprender la razón divina de esta pandemia, pero no tiene miedo y está feliz porque sabe que si muere, será tocando música vallenata.

Por: José Ricardo Báez González

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