Estaba jugando fútbol, el deporte de su vida, el deporte en el que se formó como persona y en el que sustentó su carrera profesional y de repente cayó al suelo. Su corazón falló. Fue un infarto fulminante. Aunque lo condujeron muy rápido al Hospital Regional de Chapecó, a los pocos minutos los médicos confirmaron la muerte del periodista y narrador Rafael Henzel.
Rafael Henzel tenía 45 años. Trabajaba en la radio Oeste Capital. Retomó su carrera periodística un año después de sobrevivir a la tragedia del avión del equipo de fútbol de su ciudad y su país: Chapecoense, que se estrelló en las montañas de Antioquia, en Colombia, el 28 de noviembre de 2016 y que dejó un saldo de 71 muertos y seis sobrevivientes.
[single-related post_id="1041725"]
Los otros sobrevivientes de esta tragedia fueros tres brasileros: Alan Ruschel, Helio Zemper Neto y Jakson Follmann, y los dos miembros de la tripulación, de origen boliviano, Ximena Suárez y Erwin Tumiri.
En una enrevista Henzel dijo que haber sobrevivido al accidente fue algo inexplicable. Recordó que un milagro fue lo que lo salvó.
La noche del 28 de noviembre, a pocos minutos de aterrizar en Rionegro (Antioquia), el vuelo 2933 de la empresa Lamia, que presentaba fallas técnicas causadas por el apagón de sus motores, debido a la falta de combustible, se estrelló contra Cerro Gordo, una montaña ubicada en el municipio La Unión.
Henzel iba sentado en una silla con dos personas a su lado, ellos murieron. Tres técnicos de la aerolínea ocupaban las tres sillas detrás de él, también murieron. Las personas que estaban a su lado también perdieron la vida y las tres que estaban adelante suyo también murieron. Todos, absolutamente todos a su alrededor murieron. Como él siempre lo dijo, que haya sobrevivido fue un milagro.
El periodista, que después de la tragedia escribió un libro sobre lo ocurrido en aquel cerro y dictaba conferencias, dijo en su momento que nunca le tuvo miedo a la muerte, que después de poder abrir los ojos, en medio de aquella oscuridad, y encontrar con la mirada unos postes de energía que daban unos destellos de luz, sintió que esa luz era su guía, su fuerza y en ese momento supo que no iba a morir, al menos en ese momento. Y así fue.
[single-related post_id="718278"]
A Henzel solo se le rompieron siete costillas y algunas de ellas le perforaron un pulmón y desde que volvió a pisar su tierra se dedicó a dar testimonio de vida, a escribir y ejercer su amada profesión, con la cual nunca dejó de seguirle los pasos al equipo de su natal Chapecó, donde nació un 25 de agosto de 1973.
Junto Rafael viajaban 20 periodistas deportivos más, que cubrirían el primer partido de la final de la copa Sudamericana en Medellín, contra el Atlético Nacional, equipo de Colombia. Fue una tragedia que enlutó al deporte, al periodismo y a la aviación.
La luz de Henzel se apagó este martes. Pero fue una luz que tuvo la fuerza suficiente para dejar en el mundo deportivo y periodístico un legado. La segunda oportunidad de vida que tuvo Rafael, aunque fue corta la vivió al máximo, y como algún día lo dijo desde Colombia, cuando estaba hospitalizado, "nunca tuve miedo de morir, ni en el cerro, ni en el hospital, ni después..."
Rafael Henzel: un legado de vida para el fútbol y el periodismo
Mié, 27/03/2019 - 13:56
Estaba jugando fútbol, el deporte de su vida, el deporte en el que se formó como persona y en el que sustentó su carrera profesional y de repente cayó al suelo. Su corazón falló. Fue un infarto