"Tengo la capacidad de que la gente vea en mí todo lo que odia"

Jue, 19/12/2013 - 15:27
La cita es a las 9 de la mañana, pero cuando llego a su apartamento, en una de las zonas más consentidas del norte de la capital, Pirry se está bañando. Lo oiré cantando bajo el agua durante más
La cita es a las 9 de la mañana, pero cuando llego a su apartamento, en una de las zonas más consentidas del norte de la capital, Pirry se está bañando. Lo oiré cantando bajo el agua durante más de diez minutos. Es doloroso. Todavía se acuerda de Ángela Mateus, de quien se enamoró perdidamente cuando era un adolescente, y quien lo hacía dar alaridos debajo del agua. U2, Depeche Mode, New Order y Kiss. Su mamá le apagaba el agua caliente para que saliera del baño y así dejara de cantar. Durante mucho tiempo no tuvo claro qué era lo que quería hacer con su vida. Debió verse a sí mismo, parado en las puntas de los pies y con un brazo metido dentro del aparato reproductor de una vaca, para decidir que lo suyo no era la zootecnia. “La única tierra que tenía mi familia era la que teníamos debajo de las uñas. Todo nuestro ganado se limitaba a las escasas dos reses que nos habíamos comido en la vida”. Desde muy chiquito, impulsado por su abuela y su mamá, comenzó a leer sobre aventuras: Julio Verne, el Everest, la llegada a la luna, la conquista de los polos, El último de los mohicanos, El Cid... Sus fantasías infantiles eran una mezcla de personajes entre el guerrero, el caballero y el explorador. Le tocaron La guerra de las galaxias, Indiana Jones y los comics. Armó un carrito de balineras con el que se botaba por la bajada de la Iglesia de las Nieves, en Tunja. Luego quiso una bicicleta de cross para saltar, como la que había visto en la película E.T. “Era tratar de volver físicas esas sensaciones”, dice. El ejercicio físico era su forma de expresar todas las sensaciones que le producía la lectura. Después conoció el paracaidismo y el puenting en las películas que vio en la adolescencia y entendió que era algo que tal vez podía hacer. Cuando veía estos deportes no pensaba que la persona se podía matar, se preguntaba qué sentirían. “Era como si estuviera viendo porno”, agrega. Cuando llegó a Bogotá conoció la escalada y terminó trayendo las primeras cuerdas de Bungee Jumping a Colombia. –¿Crees que tantos deportes de riesgo que practicas son un antídoto en contra del aburrimiento? –Más que ser un antídoto para el aburrimiento, se me volvió que si no las hago me aburro. Yo en la universidad jugaba fútbol, pero después de que descubrí esto, el fútbol me sabe a chichí. Pirry despierta odios o amores. Yo me acuerdo que hace 14 años, cuando viví en Colombia, lo odiaba, y hoy no me acuerdo por qué. Pirry asegura que Colombia es un país muy godo y él representa muchas cosas que los godos odian, como hablar abiertamente de las opiniones que uno tiene, vestirse como a ellos no les gusta, decir frescamente que a uno le parece que esto es un Estado laico, o hablar sobre la discriminación. –Cuando empecé, con el pelo verde, piercings y tatuajes, a muchos jóvenes les parecía un chirrete, no era el niño bien que querían ver ahí. Me han dicho chirrete, gomelo, guiso. Tengo la capacidad de que la gente pueda ver en mí todo lo que odia. Eso me resbala, si no, no sería yo. Me gustaría caerles bien, pero si no les caigo bien, ¿qué voy a hacer? Al final del día, a la mierda. A sus 16 años ninguna niña bailaba con él, y a diferencia de sus compañeros, Pirry nunca había dado un beso en la boca. El rechazo era continuo. “Eso jode a la gente, uno lo supera hasta cierto punto pero aún hoy en día veo dejos de eso en mí”, agrega Pirry con ojos tristes. A sus 43 años dice que es tímido para conocer gente. Si le gusta una mujer, es difícil que se le acerque. Es más fácil que ella lo haga. Aún hoy tiene complejos por su corta estatura, y quizá queda en él algo del resentimiento que sentía cuando era un niño y su familia no tenía el mismo alcance económico que tenían sus tíos y sus primos, que hablaban idiomas y viajaban por el mundo. Los papás de Pirry se casaron cuando eran muy jóvenes y no terminaron el colegio. Luego se dedicaron a trabajar para mantener a su familia. Pirry, Kienyke –La gente que te conoce te describe como un solitario, ¿es verdad? –Creo que el hecho de no haberme enamorado en la edad en que todo el mundo se enamora, o haberme enamorado en esa edad pero que haya sido terrible porque es ese amor de la adolescencia en que uno se imagina las historias más hermosas, el amor ideal. Después de esa idealización tan grande del amor y los rechazos, esa idea del amor se me fue muriendo y se volvió una cosa más pragmática. Aunque he querido mucho y he estado enamorado por momentos, en el fondo creo que todavía no me he enamorado. Es triste. También será que me siento más cómodo así, no sé. Tal vez sigo siendo el mismo niño miedoso y tímido que no logra socializar, o tal vez me he alimentado de tantas emociones que me aburro muy fácilmente. El que tenga muchos amigos es mentira. Yo tengo mis amigos pero soy yo el que me aparto. Yo me alejo, pero ahí están. No sé qué será, debo tener una disfunción. –¿Cómo te va con las mujeres? –Como diría Garzón, levanto pero no acuesto. Tengo un yorkie que se llama Evelio, mide 15 centímetros. Evelio en su instinto sabe que cuando huele a una hembra en celo tiene que reproducirse, pero como no piensa, si hay una Gran Danés en celo, él va a estar ahí hasta que se muera asfixiado tratando de comérsela. Los humanos tenemos raciocino e instinto y muchas de las cosas en la vida del hombre giran en torno a esa necesidad de reproducirse. Hay machos alfas, pero los demás no nos vamos a quedar sin tirar, tenemos que hacer algo. Entonces cada uno utiliza las plumas que tiene. Llegó un momento en mi vida en que a pesar de sentirme muy intimidado pudo más el poder hormonal de querer reproducirme y uno encuentra, inconscientemente, la manera de llamar la atención. Me encontré con que la seguridad no es algo que se pueda tener todo el tiempo, sino que hay cosas en que puedes ser fuerte y seguro, y hay chicas a las que les puede gustar eso, y a otras no. Cuando tenía 22 años, como escalaba y manejaba cuerdas, en un par de ocasiones le pidieron que hiciera performances a cambio de dinero. Un día le propusieron volar sobre un escenario en la discoteca Absalon, en Bogotá. Pirry, sin tener idea de qué se trataba el evento, llegó por la noche y le llamó la atención la fila sui géneris a la entrada y vio que era un evento para el lanzamiento para la revista Acento, la primera revista para gays en Colombia. Le entregaron el traje que constaba de una tanga de cuero, botas plateadas hasta las rodillas, le pintaron abdominales y le dieron un gorro al que le salían rayos plateados, parecía una gorra de baño. Fue tan exitoso su performance que cuando terminó debió decirles a los asistentes: “Qué pena pero soy straight”. Pirry, Kienyke Admite que tiene un lado freak desde la adolescencia. Una vez vió una película llamada Un hombre llamado caballo, en la que el personaje debe probarle a los indios comanches que puede ser parte de ellos y para eso le ponen una prueba en la que debe suspenderse. Eso le quedó grabado en la cabeza durante mucho tiempo y un día, hace 6 años, se le ocurrió hacerlo para uno de sus programas y le propuso a un amigo, experto en piercings, que lo suspendiera. Entonces se acostó frente a las cámaras y su amigo le clavó el primer gancho, que es lo que menos duele, y cuando el gancho fue a salir de la piel le dolió tanto que pidió que se detuvieran. Estaba, además, dirigiendo el programa, y decidió darle esa responsabilidad a una de sus productoras para poder concentrarse en la suspensión únicamente. Entonces sí fue capaz. Le clavaron ocho ganchos curvos de acero quirúrgico en la espalda y lo levantaron en el aire durante 1 minuto. Con la investigación previa al programa descubrió que una manera de no sentir dolor es repitiendo un mantra, y así se concentra uno en ello y se le olvida el dolor. “La gente cree que la adrenalina es la que se disfruta, pero la adrenalina se sufre, es un estado de angustia total. Es lo que viene después de la adrenalina lo que es rico, las endorfinas. La adrenalina es como un ataque de pánico, se te seca la boca, te da taquicardia…”, aclara. –¿Disfrutas el dolor? –No, no, no. Si a mí una vieja me llega a dar un puño cuando estamos tirando, la mando para el carajo. Cero fetiche. Es más rico suavecito. De pronto una palmadita si ella me lo pide, pero no más. Pirry es hiperactivo desde que era un niño, por lo que recibió varias “muendas” por parte de su mamá que perdía la paciencia con un niño que todo lo rompía, que se escapaba, que se botaba de todas partes. A las 10 de la mañana se toma una bebida energizante, a las 11 se toma un tinto, a las 11:45 pide otro y a las 2:30 de la tarde se toma un granizado de café, que asegura es el último café del día. Tendré la oportunidad de acompañarlo a una charla que dará a un grupo de ejecutivos de una de las compañías de comida rápida más grandes del mundo. Les han organizado una jornada dedicada a los super héroes, y Pirry les hablará sobre su vida y su carrera. Les mostrará vídeos con imágenes de sus programas, innumerables saltos desde alturas inimaginables desde aviones, avionetas, helicópteros, puentes, montañas… Antes de comenzar me daré cuenta que está nervioso, y Pirry lo confirma, le preocupa llenar las expectativas de quienes lo han contratado y pregunta qué tal está el ambiente. De inmediato alguien le pregunta por la entrevista que le acaba de hacer a Gustavo Petro y así Pirry se relaja y comienza a conversar con un aspecto más tranquilo. La gente volverá a entrar de un break y ocuparán sus sillas nuevamente sin saber qué sigue en el programa. Luego de una presentación que menciona todos los premios recibidos, Pirry vuelve a entrar al escenario mientras se remanga la chaqueta y sonríe. Lo primero sobre lo que hablará es de su inseguridad por ser un hombre bajito. Las imágenes del proyector se reflejan en su cara y Pirry se mueve evitando la luz que debe cegarlo. Mientras da la charla dos escoltas estarán parados a ambos lados, observando a la gente concentrada en Pirry. Se trata del equipo de seguridad que lo protege desde hace más de tres años, desde que comenzó a recibir amenazas de muerte. “Cuando la mayoría de los periodistas estaban terminando la carrera yo andaba con un brazo metido dentro de una vaca”, dice y la gente se ríe a carcajadas. “Sentarse frente a un personaje como Gabriel Reyes, presidente de RCN, es intimidante. ¿Botarse de un paracaídas? Mamey”. También les hablará sobre la importancia de amar lo que se hace, de no trabajar solamente por el dinero, sino por la pasión. Es un discurso entretenido, fácil de digerir. La gente lo observa entretenida, algunas mujeres le toman fotos y otras lo graban. “Reinventarse es una de las armas para mantenerse. ¡Es que si uno no se reinventa, se aburre!” Confiesa que además del Dalai Lama, su gran guía espiritual es Kung-Fu Panda y repite una de las líneas del personaje de los estudios Dreamworks: “El presente es un regalo.” Luego agrega: “Nuestra vida es la máxima aventura, pero no la disfrutamos tanto. Yo soy muy agradecido por lo que la vida me ha dado, pero sé que me lo he ganado”. Cuando termina la charla se despide y sale de ahí corriendo, subiendo y bajando escaleras con la gracia de una gacela. Corre porque lo esperan en el canal y no puede perder tiempo firmando autógrafos y tomándose fotos con los fans. Yo corro detrás de él jadeando como un animal enfermo y cuando finalmente nos detenemos en un ascensor me sorprende encontrarlo casi tan ahogado como yo. Pirry, Kienyke En su apartamento, su gata Guillerma persigue sus manos mientras él gesticula respondiendo mis preguntas. Pirry se distraerá cada vez que unas golondrinas se posen sobre el alero de la ventana y se quedará mirando a la gata que se ubica, muy concentrada, sobre el respaldo de un sofá de cuero negro, observando a las golondrinas como si tuviera la capacidad de cazar a través del vidrio. –¿Qué aprendiste tú del fiasco de Raúl Cuero? –Que por más cara de buen samaritano que tenga el personaje, y aunque el 99% de las cosas indiquen que la fuente no te está diciendo mentiras… Mentiría si dijera que a todo el que le hago una historia voy y le examino todo su palmarés a ver si es cierto. Si hay un chino que se ganó un campeonato mundial y me muestra la copa, pues yo no me pongo a mirar si es una copa de verdad o es una copa que se inventaron. Uno tiene que confirmar sus fuentes y su información, pero, obviamente, hasta un punto. Es bien delicado el tema. Así el señor parezca el más samaritano, Morgan Freeman con alitas, y la historia te parezca lo máximo, siempre tienes que confirmar a fondo todo. Yo con Cuero entré a la NASA y allá todo el mundo lo saludaba. Y ahora, por culpa de su error, nadie le está reconociendo nada y eso tampoco es así. Yo siento que uno debe creerle a la gente, en Colombia hay gente de bien, yo todavía creo en eso. Hay personajes que tienen una doble agenda y con ese tipo de personajes uno siempre tiene que saber con quién está hablando. –¿Cuánto tiempo más vas a estar en RCN? –Estoy un poco mamado porque no siempre estoy de acuerdo con la vicepresidencia de programación. Este año tuvimos una relación muy maluca. Hay cosas mías que a esa parte del canal no le cuadran mucho. Yo pedí una licencia de 5 meses, no abandoné mi puesto, y Gabriel Reyes me la dio, y siento que durante ese tiempo estuvieron haciéndome el cajón. Cuando llegué me encontré con que ahora había un programa de Eccehomo Cetina, que es periodismo pero es todo lo que yo no quiero ser. Entonces nos alternaban, una semana él y una semana yo. Uno tiene algo de dignidad, yo quería mi espacio, yo no quiero alternar con él. Yo no quiero que la gente me ponga mensajes en Twitter comentando notas que no son mías. No me parece justo que le creen esa confusión al televidente. Me parece injusto, pero al final me relajé. Ellos me han dado mucha autonomía y aunque les saque canas nunca me han censurado. Me siguen pagando lo mismo y salgo cada 15 días, pero el golpe de este año me dejó un poco resentido y por eso estoy en esta situación en este momento de no sé si seguir o no. Y la gente lo sabe porque no lo niego. Pirry asegura que por el momento nada le ha quedado grande en su carrera porque las metas que se ha puesto no son inalcanzables. “Aunque conozco mucho el país, me gustaría tener el conocimiento que tenía Jaime Garzón, por ejemplo. Ese man se codeaba con todo el mundo, pero no de lagarto, sino por el respeto que le tenían por su conocimiento del país. El man podía hacer una crítica con muchas más herramientas de argumentos que yo. Me arriesgo a hacerlas, pero me gustaría tener las herramientas y el conocimiento de la realidad política que él tenía. Se necesita mucho trabajo, mucha vida social, mucho estudio, pero no quiero que mi vida sea solo eso. En parte por eso estoy mamado. Uno puede hacer una cantidad de cosas, mucho alboroto, pero al final no pasa nada, todo sigue igual. El sistema es como un virus que siempre se adapta”. Al parecer, el final de los días de Pirry en RCN está cercano. Con su salida del canal se acabaría el programa, y la gente de su equipo espera que la compañía los reubique. Pirry comienza a concentrarse más en otras actividades, como las charlas que da, un monólogo que prepara sobre la complicada relación que tuvo con su papá, y nuevos proyectos y posibilidades. Aún sueña con lugares del planeta que todavía no ha visitado, pero ha comenzado a subir el nivel de exigencia y ha perdido un poco la capacidad de sorprenderse. “Eso es triste,” dice. “Horrible”. Por la noche tiene una cita con una chica. Está emocionado pero tranquilo. Antes irá a montar en bicicleta, y al día siguiente subirá a su cuenta de Instagram una foto que es testigo de una caída. Algo que parece ser su codo, muy hinchado y morado. Es la vida del hombre-pájaro, el hombre-avión, el hombre-ovni. No, ninguna de las anteriores. Es Pirry. @Virginia_Mayer
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