Tengo un Amigo Gay

Mar, 28/06/2011 - 09:37
Tengo un amigo gay y no me da pena decirlo, ¿por qué habría de callarlo? Pena me debería dar si fuese ladrón, asesino, guerrillero o, peor aún, político. Todos estos han elegido serlo. En cambi
Tengo un amigo gay y no me da pena decirlo, ¿por qué habría de callarlo? Pena me debería dar si fuese ladrón, asesino, guerrillero o, peor aún, político. Todos estos han elegido serlo. En cambio, ser gay no es una elección sino más bien una condición. Es algo así como ser blanco o negro, alto o bajito. Tengo varios amigos que estaban a favor de la re-re elección de Uribe y no por ello he dejado de hablarles, entonces ¿por qué no seguir contando con la amistad de alguien como él? Cuando lo conocí, el maricómetro marcó positivo; sin embargo, no podía comprobarlo así que no le presté mucha atención y, después de ser amigos por un período de tiempo, ese “detalle” se me había olvidado. Era obvio que el tipo aún no había salido del clóset y se encontraba en la etapa del “TO BE or NOT TO BE”. Fue tal mi olvido, que le presenté a una amiga, con quien llegó a tener una corta y apasionada relación que finalizó el día en que llegó el momento de irse a la cama y mi amigo no se comportó a la altura de la situación. Mi amiga me retiró sus afectos, dolida por haberle presentado a un galán con la muñeca quebrada. Pero qué iba a saber yo por ese entonces, si el tipo se lo tenía más guardado que el mismísimo Ricky Martin. Poco tiempo después de salir del clóset, me compartió la noticia con mucho temor de que dejara de ser su amigo, pero para esos menesteres aplicó lo que dice el viejo y conocido refrán: “cada quien hace de su culo un candelero”. Por mí, después de que no me ponga un dedo en la pierna, puede repartírselo al que le dé la gana. Me aseguró que por ese lado debía estar tranquilo, ya que no soy su tipo de hombre. A él le gustan corpulentos, velludos y adinerados, y yo en cambio soy flaco, tan lampiño como un codo y más limpio que el jopito del niño Dios, así que no cumplo con ninguno de sus “requisitos”… Afortunadamente. Desde el día de su revelación, le he conocido más de cuatro novios, o parejas, como ellos le dicen. Varios levantes pasajeros y pretendientes por montón, lo que genera envidia en varias amigas solteronas que tenemos en común, quienes no se cansan de preguntarle cual es su secreto porque ellas no levantan ni para el polvo. Algo que siempre llamó mi curiosidad era ¿cómo sabía cuál hombre es gay y cuál no lo es? Sobre todo cuando se visten y actúan como todo unos varones. Su respuesta fue sencilla: “ningún hombre straight o heterosexual le sostiene la mirada a otro por más de dos segundos”, esa es la clave. También me dijo que los homosexuales abundan por doquier, en todos los estratos, clases sociales, profesiones y edades. El gay no es sólo la loca arrebatada del salón de belleza con ademanes exagerados de mujer, o el exhibicionista del gimnasio, también están los señores de corbata, casados o con novia, con hijos, y con una vida casi perfecta, si no fuera, claro está, porque dos tragos de licor hacen que se le aflojen los muelles. ¿Será por eso que mi amigo no se toma un trago cuando esta con gente desconocida? Además me aclaró una información en la que estaba errado por completo y es que la sexualidad de hombre a hombre o mujer a mujer no tiene obligatoriamente que reproducir a la de hombre-mujer. Esto lo corroboré al leer una monografía sobre la homosexualidad de A. Maqueira, en la que se expresa que “para los gays, sentirse atraído por una persona del mismo sexo no implica que se deban adoptar los comportamientos asignados al género contrario. Para construir una identidad de género acorde con el sexo biológico, no es importante si se es homosexual o heterosexual. La homosexualidad es una orientación sexual, no una identidad de género”. Hoy en día, gracias a sus excelentes relaciones personales y a su gran calidad como ser humano y trabajador, es un alto ejecutivo de una multinacional, reside en una ciudad “open mind” en la que se muestra tal y como es, vive con su pareja hace casi un año y disfruta cada instante de su vida como si fuera el último. Como todo en la vida, tener un amigo gay también tiene sus ventajas y desventajas. Entre las ventajas cuento que son de un gusto exquisito para lo relacionado con la moda y la decoración. Tienes, pues, a un experto a tus órdenes en todo lo referente a esos temas. Son de muy buen ánimo, casi siempre están alegres y ellos solos pueden armar una fiesta en cinco minutos. Son fieles y leales como amigos y se puede contar con ellos pa´ las que sea. ¿Quién mejor que un gay para decirte como vestir cuando quieres impresionar a alguien? ¿Quién mejor para darte ideas de qué regalar? ¿Quién mejor para advertirte y aconsejarte? Estudios han demostrado que las parejas gay son mucho más estables que las parejas heterosexuales. Entre las desventajas está que no dejo de sentirme incómodo cuando está con su pareja, por lo que le he pedido a mi amigo que no tenga demostraciones de cariño frente a mí. Otro punto negativo puede ser “el qué dirán”, pero sinceramente a mí me tiene sin cuidado que la gente crea que porque soy su amigo tengo sus mismas preferencias sexuales. Bastante viejo estoy como para saber quién soy y qué es lo que me gusta. Ahora bien, tampoco se puede cantar victoria y decir “de esta agua no beberé”, porque si se volteó un camión que transportaba 2.000 huevos, ahora que no me voltee yo que sólo tengo dos. Gran parte de la incomprensión y de los prejuicios que se tienen contra los gays procede de su clasificación como enfermedad mental en el siglo XIX. En 1973, la asociación Siquiátrica de los Estados Unidos eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales y en 1980 del Manual de Clasificación de las Enfermedades Mentales. Entonces: ¿con qué criterio, alguno de nosotros rechazamos la amistad de un gay? Me atrevo a decir que cada uno de los lectores de este blog conoce al menos a una persona gay, sea este hombre o mujer. Puede ser su compañero de trabajo, de colegio, de universidad, vecino o familiar. Mi invitación es a que los aceptemos tal y como son, no los discriminemos ni nos burlemos por su condición. Son personas iguales a nosotros. Con todos los pros y los contras que implica tener un amigo gay, yo espero seguir contando con su valiosa amistad. Sólo ruego a Dios que el día que me vuelva famoso o me gane el Baloto no le dé por echarme los perros.
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