“Uribe Go Home”

Vie, 05/11/2010 - 09:33
Después de terminar antropología en la Universidad George Washington de la capital estadounidense, Nico Udu–gama, de 29 años, emprendió un viaje a través de Centroamérica, desde México hasta
Después de terminar antropología en la Universidad George Washington de la capital estadounidense, Nico Udu–gama, de 29 años, emprendió un viaje a través de Centroamérica, desde México hasta San José de Apartadó, en el Urabá antioqueño, después de navegar, sin salvavidas, en una lancha mecida por un fuerte oleaje desde el puerto de Jaque, en Panamá, hasta Bahía Solano. “Aprendí más en ese viaje que en toda mi carrera”, recuerda sentado en una de las mesas de estudio del Marvin Hall, en su antigua universidad, donde la presencia del ex presidente Álvaro Uribe como “Educador Distinguido” de la Escuela de Servicio Exterior de la universidad jesuita, ha generado una polémica en la que Udu–gama se vería involucrado. Después de recorrer Chocó y Antioquia, Udu–gama llegó a San José de Apartadó, en donde había contactado a unos voluntarios de una ONG llamada The Fellowship of Reconciliation. Cinco días después de llegar tuvo su primera experiencia con las Autodefensas Campesinas del Córdoba y Urabá – ACCU, que operaban en la región. Corría el año 2002, uno de los momentos de mayor expansión del proyecto paramilitar en Colombia. “Los ‘paras’ se tomaron el pueblo, nos detuvieron durante ocho horas, nos interrogaron, y se llevaron a unas personas de la comunidad: nunca las volvimos a ver.” A pesar de la experiencia, Udu–gama se quedó en San José. Peor aún: volvió. Una y otra vez. Se enamoró del país y afirma que por eso las palabras de Uribe durante aquella clase le parecieron “un insulto a la dignidad de las víctimas de la violencia durante el régimen de la seguridad democrática”. Los primeros cuarenta minutos de la conferencia transcurrieron sin novedad. Apegado al tema del curso –Sistemas Políticos Comparados, a cargo del profesor Eric Langenbacher–, aquel 14 de septiembre el ex presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez se concentró en los aspectos técnicos y económicos de su administración. Cerca de setenta personas ocupaban el auditorio del Centro Intercultural (ICC) de la Universidad de Georgetown, en la capital estadounidense. Casi todos eran estudiantes. Casi todos. En las últimas filas del hemiciclo estaban instalados representantes de la coalición “Adiós Uribe”, que se había formado para protestar contra el nombramiento del ex mandatario como Educador Distinguido de la prestigiosa Escuela de Servicio Exterior de la universidad jesuita. Mucho más adelante, al pie de la tarima desde la que hablaba Uribe, prestaba guardia un miembro del cuerpo de seguridad de Georgetown vestido de civil. “Le dimos la oportunidad de que hablara, de que diera su clase”, afirma Nico Udu–gama, uno de los voceros de la coalición. Él dice que el motivo de su presencia no era sabotear la clase sino comprobar de primera mano el contenido de las charlas del presidente, en caso de que fuera necesario hacer aclaraciones. “Cuando llegó la hora de las preguntas de los estudiantes, uno de ellos tocó el tema de las manifestaciones que se habían producido en el campus, y los cuestionamientos a su política de derechos humanos”, dice Udu–gama y complementa: “Uribe respondió que tenía una concepción de estado comunitario, donde la inversión social ocupaba un lugar relevante. Añadió que durante su régimen se redujo de manera considerable el desplazamiento forzoso, no hubo masacres, ni restricciones a la oposición. Que sus contradictores gozaron de plenas garantías, y la prensa, de total libertad”. Acto seguido, Udu–gama se levantó de su silla y comenzó a aplaudir. “Gracias Alvarito”, recuerda haber dicho. “Gracias por eliminar a tus contradictores, por desplazar a los habitantes más indefensos de Colombia. Gracias por espiar a los miembros de la oposición y a la prensa. Gracias, Alvarito.” El periódico El Tiempo escribió que “el sujeto comenzó a gritarle al ex presidente mientras dictaba otra de sus charlas en Washington”. El profesor Langenbacher añadió que el joven activista avanzó a empellones para llegar hasta donde estaba Uribe, atropellándolo en el camino. Udu–gama lo niega: “Descendí hasta las primeras filas del auditorio. Para mí era importante subir a la tarima, ponerme a su nivel para controvertir sus planteamientos. El agente de la policía universitaria trató de detenerme, pero conseguí zafarme. Los estudiantes me abuchearon. Durante unos instantes estuve en la tarima con Uribe, los dos hablando al tiempo, hasta que el policía consiguió apresarme y sacarme del auditorio”. Todo el episodio no duró más de tres minutos. Una vez fuera del auditorio, los agentes de la seguridad privada de Georgetown esposaron a Udu–gama y lo sacaron del ICC por la puerta trasera. Luego de avisar a la policía de Washington, procedieron a hacerle entrega de su prisionero. Udu–gama pasó esa noche en los calabozos ubicados en los sótanos de las cortes locales. A las dos de la mañana lo dejaron ir, sin presentar cargos. Desde que se conoció, a mediados de agosto, la designación de Uribe como Educador Distinguido de Georgetown suscitó controversia tanto en Colombia como en Estados Unidos. Apenas habían transcurrido unas semanas cuando se creó la coalición “Adiós Uribe”, que buscan “educar a la comunidad académica sobre los aspectos polémicos de su administración, en especial los relacionados con violaciones de los derechos humanos”. Aunque en el campus el anuncio pasó casi desapercibido y las protestas convocadas por la coalición se desarrollaron entre la indiferencia del estudiantado, la polvareda mediática fue considerable. En la primera manifestación de “Adiós Uribe”, programada para el 8 de septiembre, día del arribo de Uribe a Georgetown, había tantos periodistas como protestantes. En principio, sólo los estudiantes inscritos en los cursos respectivos tenían derecho a asistir a las charlas del presidente. Uribe no dio entrevistas, pero los miembros de la coalición “Adiós Uribe” lo siguieron a todos los lugares donde fue y los medios los siguieron a ellos. De hecho, una reportera del canal de noticias internacional Rusia TV se infiltró para grabar la primera clase de Uribe y grabarla. De inmediato, el ambiente de polarización que casi siempre rodea al ex mandatario se instaló también en Georgetown. No habían pasado 24 horas desde su llegada al claustro universitario cuando, a las afueras del Mortara Center for International Studies, donde Uribe estaba dando una conferencia, se produjo un rifirrafe entre los protestantes y un grupo de estudiantes colombianos y venezolanos admiradores del presidente. Entre los primeros estaba Nico Udu–gama, sometido a insultos como “mamerto” y “chavista”. El lunes pasado, 1 de noviembre, Álvaro Uribe Vélez aterrizó de nuevo en Washington para cumplir con su segundo ciclo de conferencias en Georgetown, que irán hasta el 12 de noviembre. La coalición “Adiós Uribe” asegura haber hecho una notificación al Departamento de Estado sobre las violaciones a los derechos humanos que habría cometido el ex presidente. Y el miércoles, luego de una nueva manifestación en el campus universitario, una integrante del grupo, Charity Ryerson, le entregó al presidente más popular de la historia moderna de Colombia una citación para que comparezca, el 22 de noviembre, como testigo en el caso que una corte federal de Alabama lleva contra la Drummond por alianzas con grupos paramilitares. “Si no cumple, podría enfrentarse al encarcelamiento”, advierte Ryerson. 
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