Venezuela: anatomía de un Estado mafia — Parte II

Vie, 05/12/2025 - 13:47
Carlos Sánchez Berzaín analiza cómo Venezuela y sus aliados se vuelven plataforma de Irán, China y Rusia en una guerra híbrida contra las democracias.
Créditos:
Sabina Nicholls y Diálogo de las Américas

En la primera parte de esta entrevista, Carlos Sánchez Berzaín, director del Instituto Interamericano para la Democracia (IID) y exministro de Defensa de Bolivia, trazó un diagnóstico que reafirma el debate hemisférico sobre la seguridad y la democracia en Latinoamérica y el Caribe. Sánchez Berzaín deja en evidencia cómo Venezuela dejó de ser un Estado fallido para convertirse en el epicentro operativo de una maquinaria criminal continental, un régimen que, advierte, articula el crimen transnacional y se sostiene en redes de narcotráfico y estructuras irregulares que lo protegen y lo proyectan.

En esta segunda parte, el análisis entra en una zona todavía más inquietante porque la convergencia criminal ya no actúa de forma aislada. Se alimenta y se expande con la intervención de China, Irán, Rusia y Corea del Norte, actores extrarregionales que, alerta Sánchez Berzaín, utilizan este andamiaje ilícito para proyectar su influencia y avanzar agendas geoestratégicas que aceleran la desestabilización política y de seguridad en todo el hemisferio.

El exministro sostiene que Latinoamérica no se encamina hacia un escenario de guerra híbrida global, ya está inmersa en él. Bases de espionaje encubiertas, convenios militares opacos, control de minerales estratégicos y penetración de infraestructura crítica conforman hoy un tablero donde regímenes narcoterroristas y sus aliados extrarregionales se enfrentan a democracias. El desenlace, advierte, dependerá de medidas rápidas y decisivas porque el reloj geopolítico no se detiene.

Diálogo: Actores extrarregionales como Irán, han tejido alianzas con el régimen venezolano, y han penetrado en sus instituciones y estructuras militares. ¿Cómo opera este proceso de infiltración y hasta qué punto Venezuela se ha convertido en una plataforma que permite a Irán y otros actores  extrarregionales proyectar influencia, adoctrinamiento y control territorial dentro del hemisferio?

Carlos Sánchez Berzaín, director del Instituto Interamericano para la Democracia (IID) y exministro de Defensa de Bolivia: El eje narcoterrrista que ha integrado Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia funciona como una plataforma de expansión para intereses externos, y el caso más significativo en materia de terrorismo es Irán. Su influencia ha sido tan profunda que ha logrado introducir cambios culturales y religiosos en las poblaciones donde opera. No hay que olvidar que Irán es una dictadura teocrática, y exporta esa influencia con eficiencia quirúrgica.

Bolivia es el ejemplo más claro. A comienzos de siglo no existía un solo minarete en el país. Hoy Irán opera una red de televisión nacional, administra centros religiosos en distintas regiones e incluso ha modificado hábitos cotidianos como la gastronomía, con platos mediterráneos que hace dos décadas eran desconocidos. No se trata de juzgar si esto es bueno o malo, sino de constatar el nivel de penetración y de influencia política que representa.

La intervención iraní alcanzó un punto crítico cuando tomó control de la llamada Escuela Antiimperialista del ALBA, creada por Evo Morales para reemplazar al campo de entrenamiento contrainsurgente respaldado por los Estados Unidos, especializado en combate antiguerrilla. En la inauguración de 2011 participó Ahmad Vahidi, entonces ministro de Defensa de Irán y buscado por Interpol por su presunta responsabilidad en el atentado contra la AMIA en Argentina. Su presencia en Bolivia fue una señal inequívoca del tipo de alianzas que se estaban consolidando. Esa escuela terminó convertida en un centro de adoctrinamiento y entrenamiento funcional al terrorismo, operado por Cuba e Irán y respaldado por acuerdos firmados bajo el Gobierno de Arce tras reuniones de alto nivel en La Habana.

En Venezuela la situación es aún más grave. Existen zonas donde la presencia iraní dejó de ser influencia para convertirse en control total. Irán actúa con libertad estratégica, ocupa espacios del aparato estatal y utiliza esos territorios como plataforma logística, política y militar para proyectarse en toda la región. Es uno de los enclaves extraterritoriales más preocupantes de su presencia en Latinoamérica.

Cuba también desempeña un papel clave, aunque con un perfil más discreto. A esto se suma China, cuya actividad está documentada en audiencias del Congreso de Estados Unidos, donde se ha confirmado la operación de bases de radar e interceptación electrónica en territorio cubano. En Nicaragua, el régimen de Ortega reconfiguró su Ejército con doctrina y tecnología rusa, ahora reforzada por China, Irán y Corea del Norte.

Este entramado compone un bloque cohesionado. Lo que estamos viviendo, yo digo que  es la primera guerra global, una confrontación entre dictaduras y democracias que se libra en múltiples frentes. En el conflicto entre Rusia y Ucrania solo se ven los combatientes visibles, pero detrás de Rusia están todas las dictaduras. Irán aporta drones y misiles, China brinda apoyo total, Corea del Norte envía soldados y Cuba despliega miles de mercenarios.

Esa misma dinámica se refleja en Latinoamérica. Los territorios controlados por regímenes narcoterroristas quedan al servicio de esos actores externos. Los utilizan para lo que necesiten, desde logística hasta expansión política. Países empobrecidos y empujados deliberadamente hacia la miseria se vuelven extremadamente vulnerables. Con muy pocos recursos, el terrorismo captura instituciones enteras y avanza sobre la soberanía nacional. Así opera hoy el nuevo eje de desestabilización global.

Diálogo: En ese marco de ideas, China y Rusia también han ampliado su influencia mediante la llamada cooperación cibernética, inteligencia artificial, infraestructura crítica y proyectos de defensa. Si Irán, Rusia y China actúan como un bloque que se complementa y se retroalimenta dentro del hemisferio, ¿han subestimado los gobiernos latinoamericanos el impacto acumulativo de estas cooperaciones e inversiones? Y, en consecuencia, ¿qué implica esta convergencia para la soberanía, la resiliencia democrática y la arquitectura de seguridad regional?

Sánchez Berzaín: Los gobiernos latinoamericanos no han subestimado nada, han caído en manos del socialismo del siglo XXI, que por necesidades de equipamiento y financiamiento los entregó a China, Rusia, Irán y Corea del Norte. Esa captura política abrió las puertas a una penetración extrarregional que hoy es contundente.

China y Rusia controlan el litio boliviano mientras que Irán domina los convenios militares y participa en proyectos vinculados al desarrollo nuclear. No sabemos si el uranio que sale de Bolivia o el litio entregado a Rusia termina en manos iraníes, un país que siempre obtiene lo necesario para continuar enriqueciendo material estratégico.

Este escenario solo se puede entender dentro de la lógica de una guerra híbrida global, donde chocan dos bloques claramente definidos. De un lado, el bloque del crimen organizado, integrado por los regímenes narcoterroristas latinoamericanos y sus aliados extrarregionales, y del otro, el bloque democrático. No es una reedición de la Guerra Fría, pero sí una confrontación estratégica de múltiples dimensiones.

Hoy, por fin emerge un cambio visible en hechos concretos como la decisión de Argentina, de descartar los aviones chinos, que son inviables por su tecnología robada a Occidente, y optó por F-16 estadounidenses. Ese tipo de decisiones ya marca un giro que favorece el retorno de la inversión privada, la tecnología y la presencia occidental en la región.

La región empieza a reaccionar con una política anclada en la realidad objetiva. Queda por ver si este viraje llega a tiempo para contener la profundización del bloque autoritario en el continente.

Diálogo: Si continúan las tendencias actuales, el fortalecimiento de Venezuela como Estado criminal, la expansión de Irán a través de proxies, la penetración de China en infraestructura crítica y la alineación militar de Rusia, ¿cuál sería el escenario más probable a largo plazo para el hemisferio occidental? ¿La región se encamina hacia una fragmentación gobernada por actores criminales o hacia un campo de batalla intensificado dentro del conflicto global?

Sánchez Berzaín: Las dos cosas que usted plantea no son un escenario futuro, ya están pasando. No es que se encamine, ya es Latinoamérica una zona de conflicto global y una zona de control criminal por parte no solo de los Estados narcoterroristas, sino también por parte de las potencias extracontinentales. Esto no es algo que “vaya a pasar”, esto ya está pasando, incluso esto ya sucedió, desde hace cinco o diez años.

No es sino mirar el alcance de las inversiones chinas, el equipamiento de los ejércitos por parte de Rusia, las bases iraníes y los sistemas de espionaje instalados en territorio cubano y nicaragüense. No me lo presente como un escenario a futuro, es el presente.

Ahora bien, con este cambio geopolítico, el futuro inmediato sí importa, y le hablaré en términos concretos: En 2025, el pueblo venezolano debe ser liberado mediante la derrota del Cártel de los Soles. Ese es un objetivo con un timing preciso. Y 2026 debe ser el año en que se termine con los grupos narcoterroristas que detentan el poder en Nicaragua y Cuba. Si eso sucede, entonces volveremos a mirar a las Américas como se las miraba al final del siglo pasado.

La previsión que surgió en la Cumbre de las Américas de 1994, y que dominó los años 1990, era que el siglo XXI sería el siglo de la democracia plena, del libre mercado y del desarrollo para el continente. Pero no ocurrió. En lugar de avanzar hacia ese horizonte, pasamos de una dictadura y cinco gobiernos para-dictatoriales a convertirnos en una región definida por esas dos realidades contundentes: una fragmentación gobernada por actores criminales y un campo de batalla intensificado dentro del conflicto global. Porque eso es Latinoamérica hoy en día, estamos penetrados por la inseguridad, por el tráfico de personas, por la penetración política con financiamiento mal habido.

Diálogo: Finalmente, ¿qué constituiría un verdadero punto de inflexión en la confrontación entre los actores estatales criminales y la arquitectura democrática y de seguridad de la región?

Sánchez Berzaín: Tiene que desaparecer el conjunto de dictaduras narcoterroristas de la misma manera en que ya se está avanzando. Vamos a ver una Venezuela distinta, porque se está aplicando la ley. Y la ley, cuando corresponde, se aplica con el uso legítimo de la fuerza. Ese es el punto central.

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Sabina Nicholls y Diálogo de las Américas
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