Cuando en la Casa de Nariño aún no se logra definir quién ocupará el despacho de Justicia, quedó al descubierto algo más profundo que un simple retraso administrativo: el gabinete de Gustavo Petro llega a su tramo final con grietas abiertas y tensiones difíciles de ocultar. Y en el centro de esas fricciones aparece, una vez más, el ministro del Interior, Armando Benedetti, cuya influencia política ha marcado la dinámica del Gobierno desde su llegada en febrero de este año.
El choque con Sanguino por el salario mínimo
La semana estuvo marcada por un episodio que evidenció la incomodidad interna. El ministro de Trabajo, Antonio Sanguino, salió a desmentir una propuesta de Benedetti sobre el salario mínimo de 2026, luego de que el ministro del Interior sugiriera en X que la cifra debería fijarse en COP 1,8 millones. Sanguino no dudó en corregirlo: aseguró que Benedetti lo dijo “a ojímetro” y recordó que “ni siquiera concurre a la Comisión de Concertación”.
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Aunque la cartera del Interior no define ese tipo de políticas, Benedetti sí tiene un rol determinante en el trámite de proyectos en el Congreso, un escenario que se vuelve cada vez más complejo para el Ejecutivo a medida que se acercan las elecciones de 2026. Muchos congresistas —incluidos sectores cercanos al petrismo— empiezan a tomar distancia del Gobierno, lo cual aumenta la presión sobre quien maneja las relaciones políticas del Palacio.
Las renuncias que agitaron el gabinete
La tensión no es nueva. Después de que Petro cumpliera tres años en el poder, surgieron rumores de un remezón ministerial. Esa versión cobró fuerza en septiembre, cuando la elección del actual magistrado Carlos Camargo en la Corte Constitucional frustró los esfuerzos de la Casa de Nariño por impulsar a Patricia Balanta.
El golpe político derivó en una movida mayor: el presidente, a través de Benedetti y Angie Rodríguez, pidió la renuncia de tres ministros que respondían a cuotas partidistas:
- Antonio Sanguino (Trabajo, Alianza Verde)
- Julián Molina (TIC, La U)
- Diana Morales (Comercio, Liberal)
Al final, solo Julián Molina salió del Gobierno, reemplazado por la putumayense Carina Murcia, también cercana al partido La U. Sin embargo, El Espectador conoció que en los últimos días se habría solicitado la renuncia de otros funcionarios de esa misma cartera. Murcia no ofreció declaraciones pese a las consultas de este medio.
La turbulenta salida de Montealegre
El segundo semestre tuvo otro sacudón: el fugaz paso de Luis Fernando Montealegre por el Ministerio de Justicia. Nombrado en julio, permaneció apenas tres meses en el cargo. Y, según fuentes de la Casa de Nariño, Benedetti tuvo un papel decisivo en su salida.
Montealegre presentó su renuncia desde China, justo tras lanzar su propuesta de constituyente. En la carta enviada a Petro le reiteró su apoyo, pero advirtió: “Usted es un hombre ético. Mucha de su gente, no. (…) En el Palacio hay traidores que acechan con dagas peligrosas”.
Aunque el ahora exministro no señaló a nadie, era público su distanciamiento con Benedetti. Lo que inició como una relación cordial se quebró semanas después, especialmente tras su entrevista con un medio nacional, donde criticó a varios miembros del gabinete.
