La mayoría de sus perros eran de una raza conocida como Corgi, que son perros pequeños y alargados, de patas cortas, famosos por sus capacidades de pastoreo.
A lo largo de su vida tuvo cerca de 30 caninos que la acompañaron en su largo reinado, pues el cuidado de sus mascotas era uno de sus pasatiempos preferidos.
A sus 18 años tuvo su primer cachorro, una perrita Corgi llamada Susan. Era su amiga fiel y tanto la quiso que, incluso de luna de miel, a sus 21 años la llevó consigo. En ese entonces aún era princesa.
En sus últimos años de vida, la Reina Isabel II tuvo que darle el último adiós a Vulcan y a Willow, dos de sus amigos caninos que envejecieron más rápido que ella y la dejaron en el camino entre 2018 y 2020.
Quienes sí la acompañaron hasta el día de su muerte fue una Corgi llamada Candy y una perrita de la raza Cocker Spaniel inglesa que respondía al nombre de Lissy.
Los corgis son una de las razas más antiguas de Gran Bretaña. Su presencia en la familia real viene desde el Rey Jorge VI con Dookie, el primer Corgi en llegar al palacio británico en 1933.
Los caninos seguían a la reina por todas las habitaciones del Palacio de Buckingham y posaron cientos de veces en fotos y retratos oficiales.
En 2003, la Reina Isabel sufrió un gran dolor cuando Pharos, uno de sus Corgis favoritos, murió al ser atacado por Florence, un bull terrier que pertenecía a la Princesa Ana.
Vale la pena contar que la reina decidió dejar de criar perros Corgi al cumplir noventa años, pues temía dejarlos huérfanos con su muerte
No obstante, su hijo el Príncipe Andrés le regaló dos pequeños dorgis en 2021, una mezcla entre los famosos corgi y la raza dachshund. Sus nombres son Muick y Fergus, quienes la animaron de nuevo y la acompañaron en la muerte de su esposo.