20 de julio: ¿celebramos la independencia de qué?

Lun, 24/07/2017 - 03:54
El pasado 20 de julio al igual que todos los países del mundo celebramos la fecha de nuestra independencia y cada año nos preguntamos qué es exactamente lo que celebramos. Los libros de historia in
El pasado 20 de julio al igual que todos los países del mundo celebramos la fecha de nuestra independencia y cada año nos preguntamos qué es exactamente lo que celebramos. Los libros de historia indican que es el día en que se cumplen 207 años de la firma del Acta de Revolución en 1810. La realidad es que las independencias han servido para lograr que los Estados se hagan fuertes, los sistemas políticos se fortalezcan, el imperio de la ley funcione y sobretodo los ciudadanos sientan que la organización pública les garantiza bienestar y calidad de vida. Para Colombia esto no se aplica del todo, durante varias décadas que el narcotráfico ha imperado en nuestro país, sentíamos que a pesar que el Estado estaba perdiendo la batalla habían esfuerzos que nos hacían celebrar cada 20 de julio que teníamos una institucionalidad que buscaba protegernos y unas fuerzas armadas trabajando fuertemente. Durante el 2002 al 2010 se sintió un gran respiro cuando se combatió el narcotráfico, el paramilitarismo y la guerrilla de las FARC, cada 20 de julio se sentía el orgullo colombiano de celebrar el Estado y el gobierno que teníamos, unas fuerzas armadas entrenadas, combativas que garantizaron que volviéramos a las carreteras de vacaciones o a transitar simplemente, que se acabaran las pescas milagrosas para secuestrar, las grandes extorsiones a los ganaderos y empresarios, etc… Después del 2010 las cosas cambiaron, ese gobierno fuerte del que nos enorgullecíamos, que nos defendía de vecinos como Chávez o Correa, era diferente, y el 7 de agosto de 2010, nos notificaron que cambiarían la línea de gobierno, a pesar de haber sido elegidos por la misma línea política. Quedando expectantes las cosas comenzaron a cambiar, y con el paso de los años observamos cómo el proceso de paz con las FARC comenzó a afectar nuestra credibilidad en el Estado y en la institucionalidad que tanto nos hacía sentir seguros. Para el año 2014 y después de 4 años de nuevo gobierno se le dio una segunda oportunidad a Juan Manuel Santos bajo la esperanza de la paz, con esa bandera se reeligió por 4 años más, continuando con el proceso de paz y descuidando totalmente el resto del Estado. Desafortunadamente muchos por ver que el proceso de paz aparentemente avanzaba se negaron a ver otros aspectos nacionales de vital importancia. Me refiero entonces a cuando perdimos parte de San Andrés en La Haya, o cuando veíamos cómo la frontera con Venezuela perdía un total control, o cómo comenzaron a irse las multinacionales por falta de garantías tributarias, o cómo aumentó el IVA para los colombianos con crecimientos económicos muy pobres, en muchos años de historia no se tenía un gabinete ministerial tan débil que incluso el propio Presidente Santos cercano al 20 de julio les pidió todas las renuncias para negociar su último año de gobierno y poder intercambiarlos como fichas de ajedrez para lograr en un año electoral algo de gobernabilidad y sobretodo aprobación de proyectos en el Congreso a través del tan discutido fast track. Un Estado debe verse con una visión integral y por eso cuando se leen titulares como “celebramos más de 200 años de vida republicana” no significa que esa república se haya fortalecido, realmente independizado, progresado y que nos enorgullezca, porque aunque los edificios públicos existen, somos unos de los países con más normas jurídicas, supuestamente una de las democracias más fuertes de América Latina, la realidad es que hemos descuidado gran parte de los que nos hacía sentir orgullosos. Siempre quedamos de últimos en los rankings de transparencia, somos uno de los países más corruptos del mundo y no hemos podido solucionarlo, también tenemos altas cifras de hacinamiento carcelario por falta de una política criminal unificada y porque creemos que todo se arregla con cárcel, nuestras cifras de inseguridad ciudadana se han aumentado porque el crimen se trasladó a las ciudades, hoy todos volvemos a comentar en círculos sociales que están robando desde celulares y carros hasta los recursos públicos, la credibilidad en el Congreso de la República es prácticamente mínima y más ahora cuando sirvieron de notarios del gobierno aprobando proyectos de ley por “fast track” en contra de la constitución y de la ley, el sistema de salud está colapsado y cada día mueren más colombianos por falta de atención, ni hablar de la justicia que cada fallo puede durar entre 5 y 10 años por la congestión judicial, o del descontrol con los paros como el de profesores que bloqueó el país por semanas o de la fiebre aftosa que está acabando con el ganado las últimas semanas. Vemos cómo las promesas de campaña del presidente Santos en el 2014 se han echado por la borda, un ejemplo de ello, fue el caso de los pensionados, lo prometió en un acto público y la semana pasada con la mayor frialdad el mismo presidente objetó la ley que brindaba garantías a los pensionados con disminución de semanas, sin importar el mandato bajo el que se reeligió. Otro ejemplo, el del plebiscito. Sin ninguna dificultad prometió ante el mundo entero que sometería el acuerdo con las FARC a la voluntad popular a través del mecanismo de participación ciudadana y que respetaría y aceptaría el resultado, ganando de manera mayoritaria el NO por el acuerdo sin ningún titubeo lo realizó y desconoció el resultado democrático, llegando a los pocos días sin ninguna vergüenza a Noruega a recibir un premio como nobel de paz. 20 de julio, ¿independencia de qué? Dependemos del precio del dólar y del petróleo para controlar la economía, las grandes empresas se van del país cada vez más por la ausencia de garantías tributarias, los sectores sociales no logran dialogar con un gobierno que ha sido sordo desde el primer día con los aspectos ciudadanos y que se vanagloria por decir “el tal paro no existe”, nos amenazan cada año con la disminución de la cooperación americana por el crecimiento inusitado de los cultivos de coca. Así las cosas celebramos ¿qué?, ya no se ve el orgullo patrio con la bandera nacional en las ventanas de los hogares colombianos, o la asistencia masiva de los ciudadanos para ver el desfile del 20 de julio. Lo que sí vimos es como circulaba en redes sociales la tristeza de muchos militares colombianos de no querer asistir al desfile porque se sentían traicionados con los resultados del proceso de paz, obviamente con una tropa anulada y debilitada que sentido tenía ir a desfilar con un gobierno en el que no se cree y un Estado por el que ya no se siente orgullo combatir. Es importante evaluarnos cada año, cada 20 de julio, cuestionar esos discursos de instalación del Congreso de la República que ya ni siquiera son razón para que las familias se reúnan a verlos por televisión como ocurría en el pasado, hoy se cambia de canal para no escuchar promesas que no se van a cumplir y como se toman fotos aquellos corruptos que ya tienen negociadas las votaciones y acuerdos en el Congreso, debemos preguntarnos entonces qué celebramos y por qué lo hacemos, y sí es necesario cambiar de rumbo y replantear el camino, el cual debe incluir de manera integral todas las necesidades del Estado y no sólo las de unos pocos.
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