Se les empieza a escurrir la pintura a los payasitos mentirosos del caso Colmenares. El primero ‘el Chómpiras’, Wilmer Ayola, quedó en evidencia cuando se probó, que desde el barrio Bochica, donde estuvo trabajando la noche entera cuando sucedió la tragedia, no pudo haber visto lo que pasaba a kilómetros de distancia en el parque El Virrey. El segundo, ‘el Botija’, se atrevió a dar las placas del carro desde donde supuestamente vio los hechos y las placas de la camioneta a la que Cárdenas hubiera subido a Colmenares después de la golpiza. Verificados los datos se supo que para la fecha el carro era de otra persona y la camioneta andaba de rumba en la Calera. Al tercer testigo, que trabajaba en un bar gay de Chapinero, y que había hecho de gato sin diálogo en algunas telenovelas, Jonathan Martínez, ‘la Chilindrina’, se le creció (aún más) la nariz cuando la fiscalía corroboró que un tal Daniel Giraldo, a quien él jura haber visto aporreando a Colmenares en El Virrey, aquel 31 de octubre estuvo bailando toda la noche, hasta la madrugada en el barrio Quinta Paredes.
Todos estos son hechos corroborados por las autoridades con videos, fotos, documentos y testimonios, es decir, pruebas objetivas contra las que no hay nada que hacer. La pregunta sigue siendo ¿Quién trajo a esos payasos?, ¿Lombana? No creo. Lombana podrá ser pasional y karateca, y si me ve hasta me manda una patada voladora, pero sabe lo que le corre pierna arriba si demuestran que determinó a estos personajes para que dijeran mentiras. Además, si hubiera sido él quien los puso, estos testigos no se hubieran puesto a decir tanta güevonada. Estos testigos no los preparó un penalista inteligente, uno bien bruto de pronto sí.
Lo cierto es que se pudo corroborar que el par de testigos costeños, ‘el Chómpiras’ y ‘el Botija’, llegaron por intermedio de conocidos del ex fiscal Antonio Luis González, es decir, este contó con la suerte de que sus amigos eran amigos de los testigos. Pero además don Luis Colmenares, el papá del accidentado, fue el que les pagó los pasajes y gastos a esos payasos para que se vinieran de la Costa. Es decir, aquí hay que investigar, si el ex fiscal González y Colmenares papá, le metieron al proceso esos testigos chimbos.
Y ‘¿la Chilindrina’?, el figurín del bar gay que es el único que no es costeño, ¿de dónde llegó? Yo creo que este testigo es la cuota del grupo Lace a cuyos administradores y miembros la fiscalía debe investigar, si tenemos en cuenta que este grupo de Facebook hizo desde 2011 una convocatoria para que aparecieran testigos que dieran fe de los hechos. Sería conveniente que la fiscalía averiguara si Jonathan Martínez tuvo algún contacto con ese grupo o con alguno de sus miembros, antes de prestarse para divertir al auditorio en este circo que armó Don Luis Alonso, al no poder aceptar que a su hijo no lo mataron como a todo un guajiro, sino que como cualquier ser humano que sale corriendo borracho, no vio el caño, se tropezó y se accidentó.
Me alegro mucho por el chino Cárdenas, quien se portó como todo un varón cuando lo estaban encanando, valiente y digno como no lo he visto en políticos ya cincuentones cuando los capturan. Verraquera que no les ha faltado a Laura y a Jessy, que le han dado la cara al problema y sin titubear no han dejado de proclamar su inocencia. Son de admirar estos muchachos. Tan diferentes a la cuadrilla de mafiositos virtuales, matones y pendencieros, que cobardemente agazapados en sus seudónimos, distorsionan la verdad con sus comentarios en las redes sociales.
Lea también
A Colmenares no lo mataron, su muerte fue un accidente mediático