Valiente, la Revista Semana ha destapado en menos de 15 días dos grosos escándalos que implican a las fuerzas militares colombianas: el primero, las interceptaciones ilegales de “Andrómeda” en Galerías, dirigidas a los negociadores de La Habana y a cualquiera que estableciera contacto con ellos. El segundo, grabaciones de los años 2012 y 2013, dónde militares hacen referencias explícitas a la asignación de contratos millonarios con “comisiones” de hasta el 50%. ¿Qué ha recibido la Revista? Una amenaza de bomba y el descredito del Ministerio de Defensa.
Este primer semestre del año, el de las elecciones parlamentarias y presidenciales, ya se perfila como uno de los más violentos en los últimos años. A la situación de inseguridad, amenazas, persecución, asesinatos y atentados contra sociedad civil, líderes políticos de oposición y defensores de DDHH; se suma el desconcierto por el poder de las Fuerzas militares en nuestro país ¿Acaso se les salieron de las manos al Gobierno? ¿Por qué los militares presos por “falsos positivos” siguen saliendo de su lugar de reclusión? ¿No tienen ni Dios ni ley? ¿Quién es el verdadero comandante supremo de las Fuerzas militares? Sorprende el cinismo de los militares ante estos dos escándalos pero más asombra que a la hora de la verdad ¡aquí no pasa nada!
Los ciudadanos quedamos impávidos mientras el Gobierno sólo hace anuncios mediáticos y efímeros, de los militares no podemos esperar mucho: quien está acusado de coordinar la red de corrupción es nada más ni nada menos que el coronel Robinson González del Río, preso por el asesinato de dos campesinos (un caso de “falsos positivos”) y familiar del condenado general Rito Alejo del Río, quien paga prisión por el asesinato del afrodescendiente Marino López y los crímenes cometidos en la Operación Génesis. Otro implicado es el general Javier Enrique Rey Navas, quien estuvo en la escena pública en abril del año pasado cuando el expresidente Álvaro Uribe lo señaló de ser quien le filtró las coordenadas sobre la salida a Cuba de uno de los jefes de las FARC, que él publicó en Twitter.
Parece que los colombianos olvidáramos que las Fuerzas militares son pagadas de nuestros bolsillos: con el erario público se costean los salarios de los militares, la adquisición de material de guerra, el mantenimiento de las instalaciones (incluidas las guarniciones militares dónde “pagan condena” varios de ellos) y hasta la Justicia penal militar. El dinero que desfalcan o roban no es de ellos, es del Estado y por ende de todos los ciudadanos.
Me pregunto: ¿Por qué no reclamamos? Me respondo: porque el mayor acierto de las fuerzas militares y el Ministerio de Defensa reposa en su estrategia de comunicaciones y publicidad: nadie se mete con los “héroes que dan la vida por nosotros” o con quienes, debido al manipulador Plan de consolidación, ahora construyen vías y escuelas, también con el dinero de los colombianos.
Recordemos que como ciudadanos podemos y debemos exigirles cuentas a quienes se costean de nuestro dinero: la fuerza pública no puede ser la excepción. No nos pueden seguir metiendo los dedos en la boca con declaraciones como las del Ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón ¿acaso porque los militares estén recibiendo capacitaciones y estudien constantemente son inmunes a la corrupción y el robo, cómo lo insinuó el Ministro? ¿Por qué en vez de atacar el trabajo de la Revista Semana no aborda la ineptitud de su ministerio al “pasar por alto” tales conductas? ¿Destituir a un militar es acaso el remedio para una red de podredumbre que cada día es más evidente en la fuerza castrense?
En Colombia deberíamos estar fastidiados de tantas “investigaciones exhaustivas” que jamás avanzan y la creación de comisiones especiales que terminan justificando delitos cometidos por las fuerzas militares. Pero aquí no pasa nada. Ayer los “falsos positivos” y las chuzadas, hoy los contratos y la corrupción, ¿mañana que podemos esperar? Por el momento, y para vergüenza nuestra, el Ministro Pinzón, quién en cualquier país consciente y decente ya hubiera renunciado, insiste en defender el maltrecho “honor militar” que ellos mismos han dejado por el piso ¡Que descaro!
Chuzadas, corrupción e inseguridad ¡Y aquí no pasa nada!
Mar, 18/02/2014 - 10:54
Valiente, la Revista Semana ha destapado en menos de 15 días dos grosos escándalos que implican a las fuerzas militares colombianas: el primero, las interceptaciones ilegales de “Andrómeda” en