¿Cómo abandoné la soltería después de 10 años?

Vie, 25/10/2013 - 06:11
Reporto que estoy en una relación desde hace ya casi 5 meses.  Luego de una soltería no deseada de mas de diez años, entré de nuevo a un mundo en el que si uno sigue las reglas se jode totalmente
Reporto que estoy en una relación desde hace ya casi 5 meses.  Luego de una soltería no deseada de mas de diez años, entré de nuevo a un mundo en el que si uno sigue las reglas se jode totalmente y donde, según lo explicaré a continuación, la verdad es la única alternativa de triunfo, o al menos de un futuro promisorio en lo que al corazón se refiere. El lugar: un bar gay.  ¿Qué hacía allí? matar tiempo, esperando a algún amigo para tomarme las cervezas de la culpa, las que al día siguiente duelen porque así uno quiera pretender lo contrario, cuando se tienen más de cuarenta años, solo bastan DOS para sentir algo o mucho de resaca.  Yo esperaba a mi amigo sólo, revisando emails en mi iphone y celebrando ocasionalmente los chistes del barman.  En el lugar sólo había 5 personas. Era miércoles. De pronto, del otro lado del bar, alguien me decía algo.  Yo no entendí.  Podría haber sido algo malísimo u ofensivo, pero mi curiosidad periodística me obligó a acercarme a pedir repetición del mensaje.  ¨que cara tan simétrica tienes¨, me dijo.  Yo me quedé mirándolo e instantáneamente me gustó, así que por raro que me pareciera lo que me decía, agradecí y me quedé a su lado.  En el lenguaje gay un cumplido significa, el 85% de las veces, un interés puramente sexual, y sorpresivamente este hombre pertenece al 15% que cuando dice esas cosas, las dice sin ningún tipo de agenda distinta al puro halago. Al comenzar esa conversación tome tres segundos para decidir que iba a mostrarme, por primera vez en un primer encuentro, tal como soy.  Sin esas murallas de protección que construimos para interesar, seducir, o despachar a alguien.  Al fin y al cabo, pensé, no tengo absolutamente nada que perder.  Él me gustó de verdad, pero había sido un día realmente pesado en el trabajo, y no tenía ganas de nada más que de ese par de cervezas.  Y lo dije.  Y desde entonces lo he dicho todo, tan pronto me llega a la mente.  Mi amigo llegó mas tarde esa noche, e intentó participar en la conversación pero muy rápidamente entendió que era mejor irse a otro área del sitio. Después hubo una segunda, una tercera y una cuarta cita.  Y no seguí las instrucciones de manual, según las cuales hay que esperar hasta cierto número de encuentros para compartir cama, para amanecer en el apartamento de alguien, para decir ¨te amo¨, o para presentar a la familia.  Fui, he sido, y continuaré siendo yo.  Si me ama, si le parezco divertido, complicado, emocionalmente intenso, o en exceso melodramático, es lo que vio desde el principio. Notarán que hasta ahora no he hablado de lo que el hace o siente por mí.  Y he aquí el por qué:  decidí que no soy responsable de sus sentimientos por mí.  Explico: Cuando una persona se adjudica la responsabilidad de hacer feliz al otro, después de identificar lo que causa ese efecto, puede caer en la obsesión, en dedicarse en cuerpo y alma a hacer ¨cosas¨ que no fluyen de manera natural.   Ese comportamiento termina causando frustración porque es un objetivo imposible a largo plazo y al final no le queda más remedio que intentar hacer que el otro responda a partir de la culpa:  ¨Pero mira todo lo que hago por ti, deje de hacer eso que quería hacer, hice este sacrificio, etc¨. Ahí radica la felicidad y la tranquilidad de una relación.  Y aclaro: no quiere decir que haya decidido hacer lo que me venga en gana e ignorar sus fortalezas y debilidades, sino que veo esa idea de telenovela, de vivir en función de hacer feliz a alguien, es la puerta hacia el fracaso emocional.  Es una responsabilidad injusta que muchos y muchas se adjudican. Mi propósito es buscar mi felicidad, respetar a este hombre, y seguir mi vida al lado de el de manera tranquila, dejándolo ser el mismo, siendo yo quien auténticamente soy, y puliendo sin egos cualquier obstáculo que se presente en el camino.  La naturaleza de sus afectos y el modo en que lo afecten, es algo que no me pertenece.  Yo lo amo desde mi lado, y él desde el suyo. Quien lea esto se preguntará: como así, más de diez años soltero y está hablando de relaciones? con qué autoridad? La repuesta es simple.  He observado, desde cerca, y desde lejos los constantes errores de mis familiares, amigas, amigos.  Todo el mundo parece haberse convencido de que hay que inventarse un personaje y actuarlo cada vez que se socializa con una nueva persona.  Que obligatoriamente hay que comportarse de cierta manera y decir ciertas cosas.  Desde ése sitio, desde el que he presenciado esa situación, se ve a todo el mundo actuar igual, moverse igual, interactuar igual. Por eso da lo mismo a, b o c persona.  Lo que nos diferencia es lo que vivimos tratando de ocultar y esas fachadas no se sostienen para siempre.  Luego de un tiempo, la gente se cansa y deja ver sus colores verdaderos.  Y ahí es donde comienzan los reclamos, especialmente el cliché de ¨tu no eras así¨, y sobre todo la madre de todas las tragedias, la falacia de que él o ella puede cambiar, con el tiempo. No pretendo decir como deben ser las relaciones, solamente hablo de como es y como seguirá siendo la mía, basándome en la propia experiencia y en lo que he visto alrededor.  Y yo quiero que dure, pero no existe garantía de ello.  La honestidad me ayudará a tener una experiencia constructiva, pacifica y grata. Y mi política de acción es la menos política, porque se basa en lo que los políticos no hacen: decir la verdad.
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