Consulta anti-corrupción, una vergüenza nacional

Lun, 03/09/2018 - 10:59
Ningún orgullo, ninguna felicidad, ninguna esperanza, si la Consulta anti-corrupción del 26 de agosto de 2018 se analiza desde su misma concepción hasta el abstencionismo que logró enterrarla, res
Ningún orgullo, ninguna felicidad, ninguna esperanza, si la Consulta anti-corrupción del 26 de agosto de 2018 se analiza desde su misma concepción hasta el abstencionismo que logró enterrarla, resulta una completa vergüenza y otro suceso más que nos hace quedar como unos verdaderos imbéciles ante la comunidad internacional. Quiero empezar por el análisis de su concepción, ¿a que país medianamente civilizado y decente, como se ufana de ser Colombia, se le puede siquiera ocurrir una consulta para preguntarle a su pueblo si está de acuerdo con que sus gobernantes le roben o no? Y como si fuera poco, en un macondiano país donde se gasta trecientos mil millones de pesos del presupuesto nacional para hacer esta absurda pregunta, la respuesta de la ciudadanía ni siquiera alcanza el mínimo umbral de votos. Estamos ante otro suceso al mejor estilo colombiano donde la realidad supera la ficción. No satisfechos con esta vergonzosa escena, los promotores de la consulta celebran como si hubiese sido un éxito electoral, como si la mayoría de los potenciales votantes hubiesen salido en masa a rechazar la corrupción, cuando pasó exactamente lo contrario, los corruptos y los compinches de los corruptos se quedaron en casa y no participaron de la consulta, salvo algunas excepcionalidades que, por fuerza mayor, no pudieron participar de la consulta, el resto de colombianos que no lo hicieron son simplemente unos sinvergüenzas, que mínimamente son unos cómplices de la corrupción al expresar con su abstencionismo: “me importa un pepino si los políticos roban o no siempre y cuando no me toquen directamente a mí”. Este principio egoísta que impera en la gran mayoría de la población, es el caldo de cultivo para la expansión de la cultura de la corrupción. Y sí, me atrevo a afirmar que la mayoría de los colombianos tienen el “gen” corrupto, lo hago sin temor a equivocarme y sin moralismos o protocolos politiqueros, yo no escribo para conseguir votos, lo cual me da la libertad de lanzar tesis como las de este artículo, en Colombia, muchos profesionales y muchos ciudadanos están dispuestos a recibir o dar coimas a cambio de puestos o contratos en el sector público o privado, muchos miembros de corporaciones públicas solo ambicionan con llegar a una curul para poder atender a toda su clientela que ingenuamente vive agradecida con “el doctor” porque este siempre les ha “ayudado” a cambio de sobornos, es un ídolo para esta clientela que fielmente y como unos borregos, hacen lo que su jefe político les diga. Ambos son corruptos, tanto el que da como el que recibe, porque los que dan reconocen claramente que en franca lid serian incapaces de llegar a los cargos que ostentan por corrupción. Los once millones de votos de la consulta anticorrupción, les importan un pepino a los corruptos, antes con más ganas harán de las suyas. Mas que reconocer los once millones de votos es preguntarse ¿dónde están el resto?, ¿dónde están los nueve millones restantes que si tuvo la elección presidencial?, están agazapados, siendo cómplices, corroborando que muchos ciudadanos de este país son una vergüenza, que de poco tiene que enorgullecerse, salvo algunos pocos y magros casos que finalmente ya ni viven dentro del territorio nacional.
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