La muerte sólo tiene importancia en la medida en que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida.
André Malraux
Hoy escribo atiborrado, decepcionado y perdido en un extraño dolor que embarga el corazón. Nunca me había pasado, no lo de sentir dolor, sino lo de sentir lo que siento hoy. Todos los días, de camino a mi trabajo, paso por una sala de velación, y siempre que veo la fachada del lugar, los carros funerarios, la gente a su alrededor, saliendo y entrando con sus trajes negros, llorando, corriendo en medio del desespero, del dolor, de la tragedia, de esa agonía que invade el alma, de ese vacío que siente la vida cuando se pierde a alguien, que pareciese arrojarte a un callejón sin salida, me quedo pensado cuál sería mi reacción en el momento que a mi me toque soportarlo con los seres que amo, que me toque perder las personas han estado conmigo, que me han acompañado; pienso en mi dolor, en esa angustia y el solo hecho de pensarlo me causa tristeza. Mi intención aunque no quiera, es escribirle a alguien que ya no está, que se perdió en el absurdo y en las extrañas circunstancias que simplemente arrebataron su vida, tal vez motivado un poco por ese dolor y por la angustia, porque aunque no era parte de mí, si lo fue de mi memoria, de los buenos recuerdos de la infancia, de la amistad... No voy a caer igualmente en el absurdo de hablar de todo lo bueno que hizo en vida porque no tiene sentido, ni voy a decir todo aquello que atañe la tristeza por haber partido en el momento menos esperado sino que trataré de canalizar mi tristeza haciendo una reflexión sobre lo que para mí significa la muerte. Aunque creo que no es solo lo que yo pienso y siento, porque en esta parte del mundo parecemos tener una relación genérica de apego a la vida, donde nos negamos a aceptar la muerte como una parte elemental del ciclo, donde nos creemos inertes, imprescindibles o hasta dioses con derecho a arrebatarla solo porque se nos da la gana, ignorando su esencia y hasta su simple significado "cese de la existencia". El miedo a la muerte supongo yo y creo que lo leí por ahí a alguien, es un problema cultural puesto que existen en el mundo pueblos que la festejan como un acto de vida. En Occidente, le tememos porque nos hemos convertido en seguidores incondicionales de una ciencia estrictamente materialista donde sólo es verdadero lo que podemos comprobar. El Amor, la verdad y la Muerte pertenecen al lenguaje de lo religioso, no son parte de lo cotidiano. Y si bien siempre nos han enseñado que el alma es eterna, también nos han advertido que las probabilidades de terminar quemados en el infierno por toda la eternidad, eran igualmente altas. Esto obviamente genera temor a la muerte. Y la mente lo que hace es eliminar lo que teme. De la muerte no hablamos, entre menos sepamos es mejor y esto lleva a que no nos preparamos para este fin. Y cuando viene, nos horroriza. Este es quizá el único hecho que podemos predecir con absoluta certeza y, sin embargo, todos nos rehusamos a considerarlo hasta que lo enfrentamos de la manera más impredecible, pero sin duda alguna, todos podemos decir que ese temor a la muerte se funda en el amor a la vida...