Tetas. Durante mucho tiempo la primera imagen que se le venía a la mente de muchas personas cuando escuchaba el nombre de Sofia Vergara era eso: un par de grandes tetas. Y no era para menos, la talla de sostén de la actriz es 32F. Ahora, ya no es su sostén lo captura las miradas. Es tanto lo que las han fotografiado y filmado que no vale la pena, o quizás, la imagen que se viene a la cabeza de la gente cuando escucha su nombre es cuatro nominaciones a los premios Emmy, cuatro al Globo de oro, una línea de ropa, comerciales de Pepsi, Cover girl y Burger King, una película al lado de Woody Allen, además de ser la actriz de televisión mejor pagada de los Estados Unidos.
Sofia Vergara puede ser la mejor representación del dicho que reza “el peor fracaso es no haberlo intentado”.
Muchos de sus logros han estado asociados a un accidente o a eso que llaman “casualidades de la vida”. Al principio tenía todo para “no triunfar”: estudió en un colegio de monjas y luego empezó odontología en la universidad. Estaba destinada a ser un ama de casa en Barranquilla – Colombia (donde nació), a tener un consultorio y ser una dentista. Sin embargo un caza talentos la hizo realizar un comercial de Pepsi en donde aparecía en bikini y fue en ese momento en que comenzó su viaje.
Un poco más de veinte años tenía cuando decidió radicarse en Miami con su mamá y su hijo. El miedo no fue un obstáculo para probar y fue así como firmo con la cadena Univisión para presentar dos programas en los que se la pasaba mucho tiempo en bikini o con escotes provocadores. Su valor más grande en pantalla se daba por cuenta de mostrar sus tetas “cualquier cosa que vista hace que me vea como una stripper” dijo en una entrevista.
Es la colombiana que más ha vendido calendarios. Hacia el 98 sus tetas se tradujeron en dinero al vender miles de ejemplares de sus fotos para todos los meses del año, explotó sus curvas al máximo para seguir dando pasos en una dirección que ni ella misma imaginaba.
Llegaron las películas y esa niña con el acento latino que pronunciaba mal las palabras en inglés se vio enfrentada al rechazo de todos los productores. Si es difícil conseguir trabajo de actriz para una americana, era tres veces más complicado para una mujer que ni siquiera sabía hablar bien. Ella misma sabia a lo que se enfrentaba: “He tenido suerte, pues de cada 100 papeles disponibles para una actriz, yo me encajo en 2”. Con todos los contras, Sofía agarró su maleta y se fue para Los Ángeles donde logró algunos papeles pequeños en series y películas destinadas al fracaso como Chasing papi, en donde su rol no podía ser otro que el de la latina con tetas enormes.
Ya a los treinta y muchos años, seguía siendo más famosa por su supuesto romance con Tom Cruise que por su trabajo. Pese a esto, no tuvo miedo de viajar a Nueva York a presentar una audición para la obra en Brodway “Chicago”, en la que debía cantar en muchas oportunidades y en la que sabía que no iba a ser elegida. Sin embargo, la eligieron y pasó su temporada en las tablas. Ya sus tetas no fueron tan importantes. “Yo hago de todo porque todo lo hago mal” le dijo a Jaime Bayly en una entrevista.
Ya se acercaba a los 40 y nada que llegaba a lo alto, eran más de dos décadas aceptando todo para mantenerse pero seguía con muy poco. Solo ella sabe si por su cabeza pasó la idea de que eso había sido todo. Le había sacado jugo a sus tetas grandes pero ya era menos lo que se podía lograr a esa edad en un mundo en el que para ser alguien hay que ser perfecto.
Cuando a todos se nos pasó por la cabeza que se venía el final de la “toti” Vergara, llegaron productores de la ABC a proponerle un papel en una serie llamada “Modern family” que fue pensado para ella. Ni siquiera tuvo que hacer audición. Debía interpretar a una colombiana que tuviera acento latino casada con un hombre mayor con mucho dinero, un hijo de una relación anterior y ser tan graciosa como en la vida real.
El reconocimiento la estrelló como un camión a 140 kilómetros por hora. Desde que se estrenó el show ha estado en las revista GQ, Vogue, Cosmopolitan, Shape, Vanity fair, Marie Clair y muchas publicaciones que la han convertido en la chica de la temporada. La entrevistan desde Jay Leno hasta George López. En las galas de premios es la que todos esperan. En todo momento mostrando las tetas.
Siempre está sonriendo, haciendo chistes, burlándose de ella misma, eso lo ha hecho siempre, pero esa mirada graciosa no releva el sufrimiento que debió haber experimentado durante años y años de luchar por poder trabajar. Momentos de decepción, tristeza, frustración, soledad, vacío y lágrimas. Seguramente tampoco será ella quien lo revele.
Libre de complejos hoy dice lo que piensa sin miedo a lo que digan los demás. Es el sueño hollywoodense más honesto en la actualidad. Entre otras cosas, revela sin problemas que le gusta el dinero, le gusta que los hombres con los que sale le regalen cosas caras, le gustan sus tetas, le gusta hacer comedia porque no sería capaz de actuar en un papel dramático como el que rechazó y terminó haciendo Nicole Kidman, le gusta divertirse, le gusta la fama y le gustan las fiestas.
Sofía Vergara conocía sus limitaciones. Sus miedos nunca los mostró, nunca lo sabremos. Eso es lo que la hace admirable. Eligió competir sabiendo que sus tetas eran su principal arma y usándolas sin fingir que era la más talentosa o la más inteligente.
Después de tanto trabajo, de tantos miedos vencidos, de tantos intentos, esa mujer que le dijo a Ellen Degeneres “estoy orgullosa de mi cuerpo y de mis pechos” tuvo el mundo a sus pies. No solo logró lo que muchos no alcanzan ni a soñar, sino que llegó y adaptó todo a su favor. Su halo transformó la mirada de miles de personas, alcanzó la fama mundial a los 40, gana 30 millones de dólares anuales a los 40, está en el puesto 37 de las mujeres más poderosas del mundo a los 40. En Sofía Vergara se piensa cuando se dice que “los 40 son los nuevos 20”.
