De leyes inoficiosas y malintencionadas

Mié, 02/11/2011 - 14:53
Estamos en un mundo donde la doble moral se presenta en toda ocasión y en toda circunstancia que se nos ocurra. En los últimos días, luego de constantes declaraciones fuertes del gobierno de los EE
Estamos en un mundo donde la doble moral se presenta en toda ocasión y en toda circunstancia que se nos ocurra. En los últimos días, luego de constantes declaraciones fuertes del gobierno de los EEUU contra Venezuela y Ecuador por sus repetidas violaciones a la libertad de expresión, aparece un proyecto de ley que parece haber sido creado por las mismas mentes ‘socialistas’ de Latinoamérica, pero con un tinte muy distintivo del Tío Sam: se trata de SOPA o Stop Online Piracy Act. No sorprende que EEUU, hogar de grandes industrias que dependen de los derechos de autor como Hollywood y su Motion Pictura Association of America (MPAA) o la RIAA (Recording Industry Association of America) se hubiera sumado a iniciativas como la Ley Sinde española y la Ley Lleras (que se cayó hoy en el congreso) en Colombia. Lo que sorprende es que los gobiernos de países con tan graves problemas como los 3 anteriormente nombrados se dediquen a presentar leyes que, en últimas van a terminar violando los derechos de expresión de los ciudadanos y, en los casos más extremos, enviando a gente inocente a la cárcel en vez de dedicarse a solucionar los problemas que realmente importan. Hablemos principalmente de SOPA que es la iniciativa que es noticia, pero tengamos en cuenta que las otras son supremamente parecidas en el aspecto que todas terminarán coartando la libertad que ha destacado a internet desde su concepción. El proyecto permitiría a grandes organizaciones que basan sus ganancias en los derechos de autor conseguir una orden judicial para bajar páginas de internet basándose en acusaciones de violación a estos derechos. Incluso, si su sitio de internet tiene un link que dirija a otro que contenga material protegido, podría salir de la red sin ningún tipo de reparo. A esto hay que sumarle que incluso los proveedores de internet tendrían el permiso para registrar toda la actividad de sus usuarios en línea para comprobar que en ningún momento se esté violando las leyes de propiedad intelectual. Si en el caso de Wikileaks, cualquier excusa sirvió para negar los fondos (parte integral de SOPA en la cual los servicios de anuncios como Google o de pagos como Visa o Mastercard recibirían notificaciones de violaciones de derechos de autor para terminar los vínculos con los sitio) y no permitir que la página se mantuviera en la red, hay que preguntarse qué pasaría si una iniciativa como SOPA pasara en el congreso estadounidense y una página similar empezara a denunciar violaciones de Derechos Humanos por parte del gobierno. Y es que esa es una de las partes más preocupantes de la iniciativa. Para los proponentes de SOPA, la acusación ni siquiera tendría que ser verificada, por lo que una sospecha falsa de violación a derechos de autor traería abajo un sitio de internet. Y como para cerrar con broche de oro, son mínimos los recursos que tendrían los dueños de los sitios para apelar estas decisiones y, al restaurarse el servicio, no habría ningún tipo de compensación. ¿Acaso Estados Unidos no es el país que defiende a capa y espada la democracia y el libre mercado? ¿Qué es la piratería sino una competencia directa nacida frente a los monopolios que tuvieron el descaro de cobrarnos sumas ridículas de dinero por música, películas y demás, solo por su avaricia y ni siquiera protegiendo los derechos de los artistas, quienes son los que se los merecen? La piratería es un negocio vulgar y sucio, igual al de las grandes disqueras y los grandes estudios de Hollywood que prefieren untar de plata a todos los congresistas en EEUU antes de buscar una solución definitiva y real a un problema que ellos mismos crearon. Y soluciones es lo que hay. Servicios como Netflix o el iTunes Store le demuestran al mundo que el internet no es el amigo de la piratería y el enemigo de la industria sino que, al contrario ponen a consumidor y proveedor en un punto medio. Prefiero pagar una pequeña mensualidad para poder ver todas las películas que quiera, en la comodidad de mi sala antes que comprar pirata. Pero vuelve y juega la avaricia de los sectores que, ante el servicio de streaming de Netflix, han puesto todo tipo de trabas y dificultades para que la empresa pueda tener un catálogo decente en su servicio en línea. Señores congresistas, tanto en Estados Unidos, Colombia y España: dejen a un lado estas propuestas inoficiosas, descaradas y  malintencionadas y más bien dedíquense a hacer su trabajo. ¿O acaso es necesario recordar que España es el país industrializado con mayor índice de desempleo? ¿O de pronto le refrescamos la memoria al congreso de los EEUU contándoles que gracias a su ineficiencia e incompetencia de no ser capaces de llegar a un acuerdo sobre presupuesto, ahora su país y en consecuencia el mundo se encuentra al borde de una crisis económica? Y en Colombia ¿es necesario decirles a los congresistas y al señor Germán Vargas Lleras, proponente de la Ley Lleras, que nuestro país sigue siendo el sexto más violento del mundo y que el desempleo y la violencia siguen latentes a toda hora? Nosotros no los elegimos para que tramiten leyes que terminen por coartar nuestras libertades. Los elegimos para que cumplan su trabajo, respeten nuestros derechos y nos dejen cumplir con nuestros deberes.
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