2011 será recordado en la historia como el año de la ‘Primavera Árabe’. Empezando con Túnez, uno a uno, los gobiernos de países en los que dictadores habían ejercido su control por décadas empezaron a caer gracias a levantamientos populares que buscaban mejores condiciones de vida en estos países. Sin embargo, el cambio visto hasta el momento ha sido muy diferente y deja ver una preocupante situación para el futuro.
Esta semana, Egipto comenzó una segunda de tres rondas electorales para elegir a la cámara baja del parlamento y los partidos islamistas continúan en la búsqueda por ampliar su ventaja frente al resto del lote. La ya conocida Hermandad Musulmana (de ideas moderadas) y los Salafitas (de tendencia radical) representados por el partido político Nour controlan, hasta el momento, casi el 65% de los votos. Al presentarse esta nueva ronda de elecciones en áreas rurales del país, este porcentaje podría incrementar.
Túnez, país pionero de la ‘Primavera’, aún se encuentra intentando conformar su gobierno. Pero la elección del secretario general de Al Nahda (partido islámico de corte conservador), Hamadi Yabali, como el encargado de la conformación del nuevo gobierno, luego de que su partido obtuviera el 41,5% de los votos en las elecciones parlamentarias, da luces sobre lo que será el futuro de su país. Yabali ya empieza en sus discursos a referirse a temas tan candentes como el del velo para las mujeres, mostrando las concesiones que ha tenido que hacer frente a los islamistas radicales.
Mientras tanto, el muy sonado Consejo de Transición Libio continúa con sus planes de imponer la Sharia (cuerpo del derecho islámico) como marco para la reconstrucción del país luego de la desaparición de Gaddafi.
Todo esto suena muy parecido a lo que ocurrió en la década de los 70 en Irán. Un Shah supremamente nacionalista, apoyado por países como los EEUU y Gran Bretaña en sus intentos de nacionalizar el petróleo y acabar con la oposición, terminó siendo derrocado por manifestaciones populares que llevaron a Irán a convertirse en una República Islámica bajo el mandato de Ruhollah Jomeini. Ahora, más de 30 años después, occidente vive bajo la amenaza de una posible agresión nuclear iraní.
Y aunque ahora, ninguno de los países de la ‘Primavera Árabe’ parece estar en camino a radicalizarse como en el caso de Irán, es necesario recordar que la política cambia de un día para otro. Países con una tendencia tradicionalmente marcada solo necesitan de un evento significativo para radicalizarse y cambiar completamente, y con mayor razón si la religión está involucrada.
El tema de preocupación con Túnez, Libia y Egipto no es el Islam como religión, sino la relación de religión y estado. Fueron necesarios siglos y miles de muertes e injusticias para que Europa entendiera que la Iglesia Católica y el estado debían estar separados por un muro de acero. Durante la historia del siglo XX hemos visto lo mismo con los regímenes musulmanes. Antes de exigir a los países árabes libertad, democracia y todas las doctrinas occidentales, la comunidad internacional debería ser consecuente y, por medio de sanciones de tipo económico y político, ejercer presión para la radical división entre estado y religión para evitarse problemas como el que ahora tienen con Irán.
De los coletazos de la Primavera Árabe
Mié, 14/12/2011 - 12:24
2011 será recordado en la historia como el año de la ‘Primavera Árabe’. Empezando con Túnez, uno a uno, los gobiernos de países en los que dictadores habían ejercido su control por décadas