La cultura colombiana se caracteriza por su amabilidad y alegría. Pero también somos unos maestros en el arte de comprometernos a todo. Si pensamos en las personas más cercanas y recordamos las veces que les hemos pedido un favor, ¿en cuántas de esas oportunidades nos han dicho no, sin trauma y sin derecho a réplica?
Una invitación, una cita, una compra, cualquier actividad en un principio siempre obtiene una confirmación. Luego es cuando aparece el problema para quitarse al fulano de encima con la insistencia, con la llamadera, con los mensajes de texto. Y todo por no tener la capacidad de dar un no contundente de entrada.
Y esto es algo que desde en el hogar debemos enseñar a nuestros hijos. Tanto a aceptar, como a dar no como respuesta. El no fortalece las defensas contra la frustración; permite entender que en la vida las cosas que deseamos se consiguen con trabajo y disciplina; nos da la madurez para enfrentar los momentos difíciles; forja el carácter; y en términos prácticos: evita problemas de cualquier tipo y calibre.
Un niño al que sus padres dicen no con alguna regularidad y se lo sostienen “así se acabe el mundo”, será un adolescente sin traumas, sin dificultades para relacionarse, sin dependencias a las cosas materiales; y por lo general, sin problemas de adicciones. Entienden, aceptan y respetan la autoridad. Con la enorme ventaja, de que repetirán lo mismo con los suyos.
Un niño que crece con límites es mucho más feliz. Aprende a valorar mucho más todo lo que lo rodea. Es un niño menos consentido y caprichoso. El no genera libertad y capacidad para autocontrolarse y depender menos de los demás. Desaparecen deseos innecesarios y se disfruta mucho más de las pequeñas cosas.
Jaime Valdivieso C.
Decir no, forja la personalidad
Vie, 09/11/2018 - 09:41
La cultura colombiana se caracteriza por su amabilidad y alegría. Pero también somos unos maestros en el arte de comprometernos a todo. Si pensamos en las personas más cercanas y recordamos las vec