Las formas de hacer y pensar en política durante los inicios en el proceso de redemocratización de América Latina tomaron como principal adjetivo el concepto de “transición”. No obstante, sobre dicha reflexión también se repensó en la forma de darle vida al proceso, utilizando como fin y medio la “rearticulación” de la sociedad civil (junto con los nuevos actores) y el Estado en medio del renaciente sistema político democrático. Aunque en la década del setenta ya se hablaba de descentralización y en los ochenta, con el fortalecimiento de nuevos actores se continuó hablando de la descentralización desde un punto de vista político, no fue sino hasta los noventa cuando se concibió la descentralización como una nueva forma de relación entre el Estado y la sociedad.
La relación entre democracia y descentralización se fundamenta en un argumento que permita un mayor acercamiento y acceso de la sociedad sobre las decisiones en materia de asuntos públicos; éste pensamiento tendría una doble función: por una parte, se anclaría más la idea de necesidad del mejoramiento de la democracia y por otra parte, se alejaría más de la amenaza de un resurgimiento de las dictaduras. Se revalorizan los conceptos y entre ellos la importancia de “lo local” como un elemento fundamental para el desarrollo de nuevos paradigmas y nuevos vínculos entre el Estado y la sociedad.
Las maneras como se llevaron a cabo los procesos de descentralización en la región se dieron de acuerdo a diversos enfoques y escuelas. Dichas ideas fueron claves para reinterpretar la reforma de los Estados latinoamericanos durante la década de los ochenta e incluso a inicios de los noventa. Existen diversas tipologías de escuelas de pensamiento neoliberal y estructuralista, que inciden en las reformas liberales de los Estados desde un diseño institucional que hace énfasis en la modernización fiscal hasta las aperturas de procesos democráticos con un marcado perfil político.
En América Latina con el transcurrir del tiempo, cada país retomó su propia transformación relacionando la reforma del Estado con la gestión descentralizada transfiriendo el poder hacia quienes utilizan los servicios públicos en red o intersectorialmente. La descentralización se convirtió entonces en la consecuencia de los incentivos disponibles para políticos de diferentes niveles de gobierno y en el resultado de sus negociaciones.
En cualquier caso, por una parte, las reformas registraron un comportamiento que alteró las relaciones entre el Estado, la sociedad civil y el mercado; y por otra parte, denotó la compleja confluencia de varios factores que caracterizaron el escenario institucional en la región, como por ejemplo: las diferencias en los sistemas políticos de algunos países, los pactos entre determinadas élites políticas nacionales y regionales, las ideas dominantes sobre Estados mas o menos liberales, la diferencias en cuanto a la cultura política y participativa, la influencia del sector empresarial, el desequilibrio territorial y el desarrollo regional asimétrico, por mencionar algunos ejemplos.
En la misma línea, desde el enfoque politológico el efecto que producen determinadas instituciones políticas y la manera como esto puede condicionar la profundidad del proceso en la región nos permite comprender las causas y consecuencias que originan la descentralización en Latinoamérica.
El problema puede estar enmarcado en los límites que imponen las posibilidades de la cultura política de la región, la influencia tradicional “centralizadora-dominante” evidente y robusta durante la configuración de sus Estados, las herencias del caudillismos y patrimonialismo, la crisis fiscal, la deslegitimación de los partidos políticos, la corrupción, el funcionamiento del régimen presidencial, el formato de institucionalización de los sistemas de partidos, el impacto de la globalización de bienes y servicios en la economía territorial, la crisis social y en especial el entorno institucional que rodearon los procesos de redemocratización en cada nación.
El régimen presidencial ha estado presente en los momentos trascendentales de Latinoamérica. En la década de los setenta y ochenta el presidencialismo se estrenó con las transiciones democráticas y posteriormente en los noventa, el régimen presidencial se puso a prueba con las reformas neoliberales. El problema en cuestión no es el tipo de régimen sino el sistema de partidos y los partidos en sí que actúan como entes heterogéneos que cambian su actitud y estrategia con el proceso descentralizador.
La descentralización cambia las reglas de juego político, los recursos, los actores y receptores de la actividad pública. Es un producto político que se da como resultado de las negociaciones entre los diferentes niveles de gobierno, dependiendo del juego de poder entre las élites locales y nacionales. La descentralización reconfigura la política dándole el sentido de “lo local” y abriendo nuevos lenguajes de comunicación entre el Estado, el gobierno y la sociedad civil.
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Descentralización y democracia
Dom, 22/01/2012 - 15:21
Las formas de hacer y pensar en política durante los inicios en el proceso de redemocratización de América Latina tomaron como principal adjetivo el concepto de “transición”. No obstante, sobr