Es que Resistir es nuestra naturaleza. Desde antes de que naciéramos ya estábamos acostumbrados a hacerlo.
Un reflejo instintivo, un mecanismo de defensa ante todo este mundo que conspira destruirnos. llll
Políticos corruptos que nos quieren dejar aún más pobres. Paramilitares que nos desarraigan y nos dejan a merced de la intolerancia y la indiferencia de la urbe. Guerrilleros que con la mano izquierda, la misma izquierda que defienden y por la que se fueron al monte, aprietan el gatillo de sus A-k 47 y matan a madres, niños y ancianos sin discriminación. La policía que como autómatas descerebrados le dan palo a los estudiantes o a cualquiera que se le de por pensar. La Iglesia que solo sabe señalar, perseguir y juzgar al que no es igual, haciendo uso de su Neoinquisicion social. El Estado, pues, que nunca hace nada. Atracadores, narcos, los bancos, e.p.s., Uribe, otra vez la iglesia, etcétera.
Siempre nos resistimos a caer, a ser vencidos, a que nos pasen por encima. Gritamos, salimos a las calles, paralizamos el trafico, quemamos llantas a la mitad de una carretera importante para que nos vean, para que nos escuchen, para que nos respeten.Pero como vivimos en el país de la censura, en el que desaparecen o matan al que es capaz de levantar la cabeza y alzar la voz para decir que todo esta mal, nos hemos visto en la necesidad de crear armas más sofisticadas, más sagaces, que no destruyen ciudades ni disparan balas, sino que dan bofetadas al individuo para que despierte del sueño en que el sistema lo tiene inmerso, para que piense, para que actúe para que Resista.
Y es en la trinchera del arte donde sacamos todas esas armas y las disparamos. Sin escatimar en nada, nos gastamos todos los cartuchos de versos, danzas, óleos. Desde allí podemos atacar los cimientos mas profundos del enemigo que nos acecha. Desde allí somos indeterminados, invisibles. Desde la música, la literatura, la pintura, el cine, el teatro, tenemos el espacio para golpear, acaso mas fuerte, a quien nos impide soñar, a quien nos impide vivir.
Una canción, un cuadro, una película tienen un poder de transformación mas fuerte que cualquier método de tortura. Es una energía poderosa que entra directamente al cerebro y lo sacude, lo hace reaccionar. Y no importa si hoy solo fue una persona la que despertó, o ninguna, no hay que rendirse, si hoy fue uno quizá mañana sean diez.
El mar nos da una lección aplicable a la cultura, La ola de tanto insistir contra la indiferencia de la roca termina por agrietarla, y una vez agrietada, nadie podrá contener la furia del oleaje.
L.M