“Les voy a contar una historia. Es la historia del día en que se partió mi corazón. No es la historia de un romance fallido y de un amor no correspondido. Por experiencia les digo que el corazón está diseñado para resistir esos golpes, recuperase e, inclusive, disfrutar de las ‘tusas’, comer helado, dar alaridos con música de plancha y tomar café con amigas repitiendo la misma historia y tratando de adivinar lo que el otro está sintiendo y cómo nosotras somos el gran amor de la vida aunque ellos ya anden con otras.
“Muchos de ustedes saben parte de esta historia, otros no. Empecé a escribir esto y no pude parar. Nunca hablo de eso y suelo referirme a la horrible noche o al mes maldito sin entrar mucho en los detalles.
“La noche del 6 de marzo de 2007 tuve una pelea con mi hermano. La pelea más grande que hubiéramos tenido alguna vez. Nos dijimos cosas que nunca debimos haber dicho y ambos buscamos la forma y las palabras equivocadas para herir al otro. Finalmente, él salió por la puerta y esa fue la última vez que lo vi.
“Casi nadie sabe esto, pero durante mucho tiempo sentí que era en parte culpable de su muerte, que si no hubiéramos peleado tal vez él no habría salido en el carro, tal vez no se habría tomado unos tragos, tal vez él habría estado en la casa viendo TV, tal vez, tal vez, tal vez...
“Hoy, después de mucha terapia y psicólogos no siento culpa. Todos los hermanos pelean, todos se dicen cosas feas. Las peleas con los hermanos sobrepasan los límites de la educación. Muchas veces permiten golpes, esconder cosas, comerse cosas que el otro tiene guardadas en la nevera, ponerse las cosas preferidas del otro aunque estén nuevas, etc. Pero aunque no siento culpa ni una responsabilidad directa de su muerte, sí daría cualquier cosa en el mundo por cambiar esa noche.
“Mi papá tenía cáncer en ese momento y muchas veces le dije que no podría vivir sin él. Él movía la cabeza como cuando una persona piensa que la otra está loca y volvía a ver partidos de fútbol. Mi papá fue el mejor papá del mundo. Era un tipo cariñoso y bonachón, tenía una memoria impresionante y un oído de tísico. Era un problema decirle mentiras para salir porque él se acordaba de todo y yo nunca me acuerdo de nada. Finalmente, él tenía razón: sí aprendí y sí he podido vivir sin él.
“Lo que no he aprendido y para lo que mi corazón no estaba preparado y se rompió irremediablemente era para vivir sin mi hermano. Sin dudarlo un segundo hubiera cambiado de lugar y hubiera preferido que la muerta fuera yo y no él. Hubiera querido que él viajara, se enamorara, viviera más cosas, rumbeara más...
“Qué me duele más: ¿la muerte de mi papá, a quien siempre quise con locura, o la muerte de mi hermano, con quien nunca estuve de acuerdo y peleaba todos los días de la vida?
“Sólo lo puedo explicar con la teoría de la mano izquierda.
“Cuando uno de los padres se muere es como si a uno tuvieran que extirparle un riñón. Es un órgano vital, el cuerpo lo necesita para vivir pero la naturaleza es sabia y el otro riñón poco a poco empieza a trabajar el doble y logra que el cuerpo se adapte y funcione normalmente. Queda una cicatriz y todos los días usted se va a preguntar cómo sería su vida si estuviera ese riñón. Cuando usted se baña ve la cicatriz pero su vida sigue normalmente.
“Cuando Mario se murió fue como si perdiera la mano izquierda. Yo soy diestra y todo lo hago con la mano derecha. ¿Qué hace mi mano izquierda? Dar soporte. Me ayuda a coger cosas, a vestirme, a comer y es muy útil para que no se me caiga el reloj. No es un órgano vital como mi riñón pero su ausencia se siente 5000 veces más. Cada vez que me veo en el espejo me recuerda lo incompleta que estoy y que ya nada de lo que ponga me va a quedar igual. La manga cuelga vacía.
“Extraño tanto a mi hermano que no tengo palabras para expresar cuánto me duele que ya no esté. En todos mis recuerdos felices de la infancia está él. Peleando conmigo, pero está. En los viajes en carro, cada uno en una ventana y mi hermana sentada en la mitad furiosa porque nunca le tocaba la ventana para que él y yo no nos matáramos. Lo extraño tanto que no puedo evitar echar lágrima cuando suena una canción famosa de Sandy y Papo (lobísimo, yo sé) y si cierro los ojos puedo verlo y oír sus carcajadas con los peores chistes del mundo. Tengo la total certeza de que amaría la canción de Marc Anthony "Vivir mi vida" y que yo la odiaría porque sonaría cada segundo a todo volumen en el carro, en la casa, en el baño... No hay un día de mi vida en el que no piense en él. Hay días en los que su nombre solo se menciona casualmente y hay otros como hoy...
“Leyendo lo anterior me doy cuenta de que lo que escribí suena realmente triste. La verdad es que no. No soy una mujer triste. Tengo momentos de infinita felicidad, me he enamorado ‘como nunca antes’ y he encontrado al verdadero amor varias veces durante este tiempo. También he tenido noches muy oscuras, he llorado mucho, he viajado, conocido gente, viví en otro país, volví... Me he caído y me he levantado. Al fin y al cabo esa es la vida.
“Me pregunto, como el sombrerero loco en la versión de Tim Burton de ‘Alicia en el país de las maravillas’, si antes era más ‘muchosa’ y si acaso he perdido mi ‘muchosidad’. La respuesta es ‘no’. Sigo igual de muchosa, llevando mi brazo izquierdo mocho y mi corazón roto con el mismo estilo y amor por la moda con el que la mayoría me conoce.
“Lo que escribí no tiene moraleja. No trato de decirles que no salgan de la casa sin pelear con sus hermanos. Eso no se puede hacer. Las batallas con los hermanos se pelean hasta la muerte. En su caso espero que no sea literal como en el mío”.
* Este texto es de Manuela Parejas, mujer de una chispa extraordinaria. Con su venia, comparto este texto que ella publicó para sus amigos. Su desahogo me parece muy valioso, se resume en una lección de vida: muertos ya no tenemos oportunidad de nada.
Por si acaso, el Twitter de Manuela es @manuelaparejas y el mío, @javieraborda
El conmovedor relato de una mujer que perdió a su hermano
Jue, 19/09/2013 - 01:08
“Les voy a contar una historia. Es la historia del día en que se partió mi corazón. No es la historia de un romance fallido y de un amor no correspondido. Por experiencia les digo que el corazón