EL JOE QUE CONOCÍ
Por: Carlos Santíz
Sin duda alguna hoy el cielo tendrá su mejor noche de salsa, se fue Joe a encontrarse con Celia, Héctor Lavoe, Tito Puente, Rafa Mercado y todos los artistas de este gran género. Género que en Colombia representa la idiosincracía de un pueblo golpeado pero feliz.
Álvaro José fue su nombre de pila, nació en Cartagena donde empezó desde muy niño a interpretar esa música tridimensional que tiempos después lo catapultó al podio de la fama mundial.
Joe empezó a cantar en bares de mala muerte en Cartagena y en burdeles cerca al puerto, también estuvo durante un tiempo en Sincelejo en la agrupación del maestro Rubén Salcedo. Su estadía en esta ciudad hace que nazca en él un amor por la Plaza de Majagual, sitio cultural e insignia de Sincelejo. En sus álbumes, siempre habia un homenaje para aquella plaza que lo cubria de aplausos y noches de lujuría: “en la plaza e´ majagual Sincelejo” coreaba el Joe, en especial en su canción “A mi Dios todo le debo”. A propósito de esta canción con la cual Arroyo ganó el festival de soneros en Nueva York, el artista le rinde un homenaje a su religión y le envía un mensaje al mundo: Dios lo es todo. Un dato curioso de “A mi Dios todo le debo” es que es una cumbia, y con aquel tema ganó el reconocido festival de salsa.
Existen muchas biografías de él, pero la más completa es la de Mauricio Silva. Lo curioso del trabajo de Silva es que no tenía el visto bueno del Arroyo, pues al Joe no le habían gustado unas versiones que el autor había publicado de su pasado musical relacionado con las drogas.
El cantautor fue amigo de grandes músicos como Bob Marley. Joe recuerda, en una entrevista, que a Bob lo conoció porque en el camerino de una de sus presentaciones le olió a un “olor bacano”, aroma que lo llevo hasta donde estaba el rey del reggea: era yerba. Con Héctor Lavoe también compartió historias, como la famosa e inolvidable gira del barco. Asi mismo con Celia y los demás genios de la salsa mundial.
Otro dato curioso del padre de la salsa colombiana es el origen de su canción Yamulemao, pues la canción original la interpretó el ghanés Laba Sosseh, artista africano que llevó la música cubana a su continente. Sosseh quien era amigo personal de Arroyo aceptó que Joe grabara su canción en una versión académica, pues el afrobeat (combinación de música yoruba, jazz, highlife, y funk) siempre caracterizó el estilo del cartagenero. Lo curioso es que la versión de Sosseh muy poco sonó en los medios y en el mundo salsero, mientras la del colombiano fue un éxito mundial. Al artista le gustaban muchos los ritmos africanos. Y ya que estamos hablando de ritmos es preciso señalar que Arroyo es el creador del “Joeson” una mezcla de socca, reggae y otros ritmos del caribe. Sus canciones siempre contenían aquel sello, aquellos movimientos del cacareo de un gallo, tecnica que el artista descubrió cuando de pequeño, donde solía ponerse un balde en la cabeza para escucharse con eco y amplificar su voz. Ejercicio que según el mismo, le afino la voz.
Los álbumes del artista siempre sedujeron a hombres, mujeres, viejos, jóvenes y a la “pelaera” como dicen en el caribe. La música del centurión de la noche se escuchaba en todas las clases sociales. El Joe cantaba un viernes en la plaza de Soledad (Atlántico) y el sábado se presentaba en el Country Club de Barranquilla.
El cartagenero cantó en los más grandes escenarios musicales del mundo, en ciudades como Nueva York en su sensacional Madison Square Garden, en el concierto de la BBC de Londres, en Madrid, Suiza, Paris, entre otras capitales europeas y por supuesto en todo el continente americano, desde Argentina hasta Canadá.
No hay hojas ni palabras para contar toda la historia de este hijo de Dios y de nuestra patria colombiana, sus canciones son su más grande legado, pues nunca dejaremos de bailar y de cantar temas como: La Rebelión, un éxito que como muchos apartes dicen, “sirve como clase de historia”; Mary, el tema dedicado a su ex esposa quien se convirtió en gran apoyo mientras Joe pasaba por quebrantos de salud a causa de la droga; Tania, dedicada a su desaparecida y siempre amada hija mayor; La Noche, también de su autoría, que luego fue interpretada por Juanes; El Centurión de la noche, letra de Ángela Gonzales que describe en parte la esencia de la rutina musical de los mejores tiempos de Arroyo, entre muchos éxitos más.
Pero hoy solo nos queda decir con un nudo en la garganta: Joe, siempre vivirás, hasta siempre.