Hace un tiempo, en un evento relacionado con cultura, arte y paz escuchaba reflexiones de los artistas y los gestores culturales acerca de su rol en una etapa de postconflicto y reconciliación… claro, en caso de que una verdadera reconciliación sea posible en este país enfermo de odio y de “asesores espirituales” de partidos políticos que ganan elecciones gracias a el… debo reconocer que yo me alejé del sector cultural hace algunos años, sin embargo, algo, el destino, el karma, la pasión, que sé yo, eso, lo que sea siempre me ha traído de regreso y por eso termino sentada en espacios de disertación que tocan ese sector.
Pero volviendo al tema, muchas cosas se dijeron en aquel espacio: Lloraron, se rasgaron las vestiduras por el discurso de Vallejo, que por cierto estuvo muy divertido; contaron experiencias del arte con las víctimas, del arte con la violencia, y finalmente todo desembocó en una sola voz, al unísono, que nadie refutó: El papel del arte en el postconflicto y la paz es el de ayudar a hacer catarsis… es decir, palabras más, palabras menos: es para que las víctimas lloren, aprendan a tocar guitarra, cuenten la verdad una y mil veces, hagan catarsis y vuelvan a sus casas… y… ya…
Yo no niego que la catarsis es importante, es la primera fase por la que debe pasar todo ser humano después de una situación traumática… Sin embargo, quedo con la sensación de llegar solo a la mitad… El arte es tal vez una de las creaciones del ser humano que mayor conexión tiene con las emociones, y las emociones cuando generan identificación, identidad, son las únicas que logran movilizar, crear resistencias, encontrar respuestas y transformar una realidad. Martha Nussbaum en su libro “Emociones Políticas” habla amplia y magistralmente del tema.
Las personas que han sido y siguen siendo víctimas de esta violencia y esta pobreza que se ha enquistado en el país, no tienen porqué estar por ahí contando una y mil veces su historia (haciendo catarsis), esperando que el Estado, que es bastante ineficiente, les resuelva la vida, mientras miles de seres “caritativos” se lucran de la miseria. Claro, el Estado tiene una responsabilidad que no puede evadir, pero las victimas necesitan encontrar formas de empoderarse, de encontrar soluciones, de buscar transformar sus propias realidades, de generar resistencias… Y el arte puede jugar su papel transformador allí: Palenque con toda su historia encima es un ejemplo de esto, y otras experiencias más que por espacio no alcanzo a contar.
Debemos pasar de la palabra a la acción. Está bien aprender a tocar una guitarra y contar la verdad, pero cuando la guitarra ayuda a transformar situaciones su papel se vuelve fundamental… por esta razón, desde este humilde blog hago un llamado a ese sector, tan importante y vital para mi, para que retome su papel, deje de estar ausente de la realidad y empiece de una buena vez a hacer lo que mejor sabe hacer: tocar emociones y configurar espacios de identidad que ayuden a transformar realidades de violencia, en realidades de paz.
@weneardi
El papel fundamental del arte y la cultura
Lun, 01/06/2015 - 12:36
Hace un tiempo, en un evento relacionado con cultura, arte y paz escuchaba reflexiones de los artistas y los gestores culturales acerca de su rol en una etapa de postconflicto y reconciliación… cla