El Peligro de pensar diferente en Colombia. Caso Francisco Toloza

Vie, 17/01/2014 - 06:29
“Hay que impedir que este cerebro funcione, por veinte años”; El Peligro de pensar diferente en Colombia.
En 1928, el estado Fa

“Hay que impedir que este cerebro funcione, por veinte años”; El Peligro de pensar diferente en Colombia.

En 1928, el estado Fascista de Benito Mussolini inició de Mayo a Junio un proceso contra Antonio Gramsci y otros dirigentes del Partido Comunista de Italia en un caso llamado por ellos mismos como: Processo Gramsci.  El 4 de junio de 1928 se dictó sentencia contra éste pensador, acusado de ser culpable de los delitos de “conspiración y de incitación al odio de clase, incitación a la guerra civil, a la insurrección y al cambio violento de la constitución y de la forma de gobierno; Gramsci entonces, es condenado a veinte años, cuatro meses y cinco días de reclusión y a una multa de 6200 liras, a la prohibición perpetua de oficios públicos y a tres años de vigilancia especial de la seguridad pública. (el texto de la sentencia está en G. Fiori, Processo Gramsci, cit.,pág. 129-155). La sentencia de veinte años había sido impuesta sin embargo con anterioridad a la condena penal por Michele Isgro del Ministerio Publico quien previamente había declarado en la requisitoria: “por veinte años debemos impedir que éste cerebro funcione”. Sin embargo y a pesar de la condena penal y política, Gramsci desde la cárcel pudo escribir, el Quarderni del carcere. Obra celebre de éste pensador que debido a su situación de reclusión moriría un 27 de Abril de 1935.

Un día cuatro (4) del mes de Enero de 2014 es detenido en la ciudad de Cúcuta, (Colombia)  el profesor y miembro de la junta nacional del Movimiento Marcha Patriótica, Francisco Javier Toloza, detenido con orden de captura expedida el día 29 de Diciembre de 2013 por el juzgado 26 Penal Municipal de Bogotá, imputándole el cargo de Rebelión Agravada. Una vez efectuada la citación a la audiencia el día cinco (5) del presente y durante el desarrollo de la misma llama la atención las palabras pronunciadas por la fiscal Anti Terrorismo al sentenciar: “Usted no empuñó las armas, su aporte son las ideas, eso lo hace muy peligroso”.

 Al igual que en el caso de Antonio Gramsci, la analogía que quiero señalar con la detención de Francisco Toloza es el tipo de condena social que pretende inculcar un país godo, medieval que se “inscribe” como Estado democrático y liberal, pero que en la práctica no dista de la Italia de Mussolini, fascista; pretendiendo ser el baluarte social, cuando en la práctica es un Estado corrupto y mafioso. Quien aplicando como norma la sanción moral e imponiendo como castigo la cárcel, el destierro o el homicidio a quien piensa diferente a ese Status Quo que históricamente defiende y que en su cotidianidad descarada no permite que se  haga una crítica vehemente cuando el Estado nos pertenece y la reclamamos como y para tal fin, con un propósito colectivo e incluyente. ¿Cómo entonces, no pensar diferente? Habría que aclarar entonces, que la acusación que se le hace a Toloza, no es de uno en esa diferencia, son miles, millones de rebeldes de pensamiento y que agraviados con este Estado indolente y precario han decidido alzar su voz para reclamar y exigir un “pecado mortal” para el establecimiento y para esta amañada democracia liberal, el reclamo de: Justicia Social. No es sin embargo extraño que ésta detención arbitraria contra Francisco Toloza se dé en un momento álgido (aunque en nuestra historia, 200 años han sido álgidos) en que la condena social al que no se ve representado en este Estado –Policial se le suprime de sus derechos con diversos mecanismos que van desde las detenciones arbitrarias hasta la muerte misma, (es el  caso de dirigentes sociales de poco reconocimiento público que como ocurrió el día mismo en que procesaban a Toloza,  asesinaban atrozmente a Giovany Leyton y su cónyuge en San José de Palmar en el Choco tras ser víctimas de la persecución de este Estado de “derecho” al oponerse éste constantemente contra la erradicación de cultivos con glifosato, ó al momento mismo de escribir ésta nota, del asesinato del sindicalista Ever Marin Rolong en la ciudad de Barranquilla). Francisco Toloza, es un dirigente de medio reconocimiento en el ámbito de la política Nacional, con un amplio reconocimiento de años en el movimiento estudiantil y ahora como académico se los sanciona por estos años de militancia social con la detención y la cárcel por las razones de pensar, que esgrime la fiscal de la causa, sin embrago el análisis de cómo opera la persecución se extiende a  dirigentes más mediatizados, sancionándolos con la muerte política como ocurre con la ex -senadora Piedad Córdoba y recientemente con el alcalde Gustavo Petro según los oficios de la procuraduría. Sus delitos: pensar diferente. ¿Pero que implica pensar diferente en éste país? ¿Asociarse quizás por su modo de pensar a la guerrilla de las FARC? ¿Es tan simple y reduccionista el pensamiento del Colombiano mediocre y promedio? En principio, no es que el Colombiano promedio piense tan pobremente por méritos adquiridos en su formación política, aunque es de reconocerse su escasa formación en  éste ámbito cuando opera una democracia del marketing electorero. Básicamente la representación de éste tipo de sanciones morales, forma parte de una construcción política e ideológica que se ha potenciado en el país desde el gobierno de Álvaro Uribe Vélez cuyo parecer era el de estigmatizar a todo aquel que no se alineara a sus súplicas y a su verborragia militarista, acusándolo de terrorista o facilitador de la guerrilla, aunque también hablamos de un histórico Estado que con sus prácticas ha cultivado éste tipo de violencia al condenar al olvido de manera consciente éste angustioso y longevo conflicto social y armado que durante noventa años y que cómo responsable directo de ésta tragedia, ha hecho responsable de esa histórica violencia al oponente en armas que se alzó desde la década de los sesenta, pero con una historia partidista atrás que las generaciones de los últimos veinte o treinta años desconoce completamente. Y la desconoce, porque ha ésta se le ha ocultado intencionalmente para evitar la crítica de como es que no hemos podido superar ésta etapa; este ciclo repetitivo de violencia política y social, y para qué en su consciente colectivo se desarrolle la teoría de un demonio atroz que surge de la casualidad de un negocio lucrativo como es el narcotráfico. ¿Pero es así como se construye nuestra historia? En realidad, no interesa mucho como se cuente la historia, por lo menos así ha sido estructurada desde la Escuela, (entendiendo ésta como la institución predilecta -junto con las Fuerzas Armadas-, en la consolidación de un tipo único de pensamiento, la del Estado) de una historia oficial contada a medias, en unas ciencias sociales “integradas” dónde el pensamiento crítico queda excluida de su enseñanza (fácilmente apreciable en la mediocre literatura de la escuela secundaria Colombiana) y en la que dicho pensamiento de existir surge de la iniciativa individual, pedagógica y didáctica que cada docente quiera brindar e imprimir en sus educandos. Sin embargo un escenario mucho más complejo, debido a lo masificado y donde el pensamiento único se socializa es a través de los medios dominantes y hegemónicos, quienes desde sus espacios de difusión se han encargado de imponer su cuota de olvido a cambio de banalidad. Desde lo político además, instalaron y masificaron con mayor ahínco desde 2002 la idea de que en esta teoría de los opuestos que se “vive”, hay un “otro” que se sataniza y se lo estigmatiza con categorías como “mamerto” (inclusive cuando desconocen en su gran mayoría, el origen de éste criollismo político) pero que se usa como un arma discursiva para deslegitimar y cuestionar el origen militante u organizativo del movimiento social, popular y político de cualquier organización de izquierda o centro izquierda que exista, sin importar las diferencias ideológicas que existan entre ellas, el descalificativo se aplica igual con la implicación de un tipo de sanción moral con el propósito de cuestionar sus convicciones y si es posible ligar su pensamiento crítico con el enemigo común en esta guerra ideológica, cómo lo es y ha sido la subversión. Un caso actual es el del periodista Rafael Guarín quien falseando la historia, tergiversa a favor de los intereses corporativos que defiende, para estigmatizar a los militantes de la Unión Patriótica para señalarlos como la cuota civil del grupo armado, tras una historia que explicita los acuerdos de paz de la década del ochenta entre el gobierno de Belisario Betancourt y las FARC-EP en su momento, pero que lo trae a colación con ese espíritu poco conciliador y que por supuesto busca generar un ambiente confrontativo y que en aras de sumar cuotas burocráticas a su caudillo político, estigmatiza y condena al olvido el magnicidio contra este movimiento político, como si muy lejos estuviera el caso del presidente interino Carlos Lemos Simmonds quien en su ligereza verbal y acusatoria hacía uso de los mismos ejemplos que hace el periodista Guarín y que terminaron con el magnicidio de Bernardo Jaramillo Ossa el 22 de marzo de 1990. Pero no creamos que es casual este comportamiento. Al contrario, es completamente intencional y su propósito es el de alimentar mucho más este conflicto, que además es muy rentable para los amos de la guerra y de quienes defienden importantes capitales en ésta Colombia, dueña del poder corporativo y financiero que con su arma militar (las estructuras del Estado y Para-Estado), la ideológica (la escuela y los medios dominantes) se empeñan en continuar este ciclo de violencia social y política. De forma tal, que en esta guerra, la gran ausente será el grueso de la sociedad quien alienada por el pensamiento dominante, el banal, contribuirá a imponer las sanciones morales de lo que es y no. Y por supuesto marginar esta violencia como algo que incluso algunos llaman ya cultural. En ésta sociedad, lo que queda claro es que todo aquello que suena a pensamiento emergente es como dijera la fiscal que señala al profesor Toloza: peligroso. Lo que no parecieran entender es que la voluntad de su histórico poder dominante, se cuestiona porque la esperanza de poder hacerlo se nutre gracias a las contradicciones de sus propios principios liberales, como es el del derecho de libre expresión y legitima protesta, de forma tal que poder simular lo contrario, se defiende con el argumento de rebelión. Que no constituye en la obra racional desde el pensamiento, ningún tipo de delito; a menos que cómo ocurriera en un Estado religioso, el pensar en contra de éste o cualquier otro creador se instituyera entonces como una herejía y/o un pecado cuando no se ésta de acuerdo con el proceder de ése Estado. Mi intención entonces con éste artículo es cuestionar como siempre lo indefendible de éste Estado conservador e hipócrita para así mismo acompañar con mi abrazo solidario a Francisco Toloza, éste profesor y compañero que asumo como tal y del cual todas las fuerzas progresistas –y no me refiero con esto únicamente al movimiento del Alcalde Petro- deben acompañar y hacer  como propio en ésta defensa, si es que es cierto que estamos dispuestos entre todos a construir un camino de paz y un presente donde el diálogo social se reafirme con argumentos y propuestas colectivas y populares. Pero también para constituir una identidad común en torno a la memoria de los cientos de miles de Colombianos victimas del histórico terrorismo de Estado quien mediante ésta técnica ha detenido por razones políticas, ha desaparecido personas, los ha ajusticiado criminalmente, los ha desplazado en éste conflicto social y armado, así como por todos aquellos compatriotas por los que hemos decidido enfundar como arma letal el respeto y el amor por el Otro, al incluirlo como igual y pensando siempre que un país más incluyente y solidario, es posible. Con el cariño de siempre, Francisco. De este humilde constructor del pensamiento crítico, social y político. @ladinoantropos
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