En lo que va corrido del año cientos de defensores de derechos humanos han sido amenazados y agredidos en Colombia. Según un reciente informe del programa “Somos Defensores”, en promedio, entre enero y junio de 2014, todos los días fue agredido un defensor (ra) de derechos humanos y cada 6 días fue asesinado uno de ellos. Como si esto no fuera suficiente, recientemente se habló en los medios de comunicación de un “septiembre negro” donde sólo en ese mes fueron amenazados 150 defensores de DH, periodistas y políticos.
Todo lo anterior como contexto para contarles a ustedes, la historia de tan sólo un periodista y defensor de derechos humanos. Joven y profesor universitario. Quien además se ha dedicado a trabajar desde el arte con las víctimas para ayudarlas así a re-construir historias y tejido social.
Recuerdo cuando lo conocí, lo había visto en fotografías. Llegué a una de las universidades donde trabaja. Nos presentamos nuevamente. Hola – nos dimos la mano - Javier Osuna, Ana María Rizo, nos dijimos respectivamente.
Dialogamos por una hora aproximadamente, intentamos romper el hielo primero hablando de cosas un poco “menos” relevantes. Luego pasamos a temas “más gruesos”. Hablamos del más reciente altercado del que fue víctima. La quema de sus computadores en su propio apartamento, la quema de todo su estudio. Exactamente el 22 de agosto, en el incendio, al parecer, porque aún es materia de investigación, los “criminales” querían quemar todo el material que Osuna ha estado recolectando durante 18 meses, sobre los paramilitares en Norte de Santander. Material que sería la evidencia de su próxima tesis de maestría, que daría como resultado un libro periodístico llamado “Me hablarás del fuego”: un texto escrito en homenaje a la memoria de los desaparecidos y desaparecidas de los hornos crematorios de los paramilitares en Norte de Santander.
Él, un hombre tranquilo, interesante por demás, pilo y con ganas de seguir trabajando. Es una víctima más de toda una estructura criminal que está detrás de las amenazas a periodistas, defensores de derechos humanos y organizaciones sociales. Amenazas que van desde llamadas telefónicas, seguimientos, amenazas escritas y el peligro latente de ser asesinados.
La última vez que lo vi, fue hace un par de semanas. En un evento público, allí fortalecido pero con su voz entrecortada mostró su talante. Y a mí me dejó claro que, vale la pena luchar por una Colombia diferente, donde podamos construir desde la diferencia, desde el arte, desde el amor, desde las sonrisas, la ternura, la humildad, la pobreza, la solidaridad. Más, cuando estamos en medio de unos diálogos de paz y donde urge empezar a reconciliarnos, a reconocer al otro, a la otra, a respetar sus posiciones, su opinión y entender que tenemos derechos y debemos exigir conocer la verdad de miles de hechos ocurridos en el país.
A él, a miles de defensores de derechos humanos mi gratitud total por luchar por un país mejor.
@AnaRizoD