La guerra de Piedad Córdoba y sus compinches

Vie, 12/07/2013 - 01:04
Frente a Piedad Córdoba, lo de hoy es periódico de ayer. Llover sobre mojado. O, ¿cuándo —me pregunto— ella,  tan humana con todo aquel que arribe como mártir a su siniestra causa bolivarian
Frente a Piedad Córdoba, lo de hoy es periódico de ayer. Llover sobre mojado. O, ¿cuándo —me pregunto— ella,  tan humana con todo aquel que arribe como mártir a su siniestra causa bolivariana, expansionista, revolucionaria, etcétera, ha dejado de hacer demostraciones de cariño y lealtad hacia las motivaciones “socio-filantrópicas”, que enarbolan las FARC-EP con el único fin de “legitimar” la barbarie y los fusiles? Respuesta: ¡Nunca! Por eso la controversia suscitada ahora último por unas declaraciones suyas en la que se oye: “qué viva…”, ni le quitan ni le ponen al arrume de pruebas que, acerca de su activismo “político” a favor del grupo narco-terrorista, pesan en su contra. O, más bien, que pesarían en un país cuya justicia careciera del trasfondo político que lastimosamente se ha ido apoderando de nuestros jueces y juzgados. Y esto que, a simple vista, podría parecer una acusación muy temeraria no lo es por cuenta de los hechos.  El primero: pese a las pruebas de su casi indudable militancia, los casos en los que está comprometido el buen nombre de la exsenadora extrañamente no avanzan. Es decir, están ahí, en stand by. Esperando a que, ojalá algún día de éste o del próximo siglo, algún osado personaje, con seguridad un juez que todavía no ha nacido, tenga la voluntad política de, al menos, desempolvar los expedientes y echarles una ojeada. El segundo —y tal vez el hecho, por todo lo que encierra de cinismo, más aberrante—: el acto mediante el cual la justicia, aquel ente cuyo fin último es velar por el bien común de la mayor cantidad de colombianos y colombianas —si así le suena mejor al ala política de las FARC—, dejó sin piso jurídico las pruebas contenidas en los computadores de Raúl Reyes. Un brochazo jurídico prefabricado a la medida de doña Piedad y compañía. Ahora bien, aquí lo inentendible no es que la justicia se haga la de la vista gorda. No, pues, bajo ciertos presupuestos, este anómalo comportamiento judicial bien podría obedecer a un juego de intereses políticos. En sí, a una guerra de poder que se libra no solo en el campo de batalla y, por lo tanto, fuera de la institucionalidad sino, por el contrario, también dentro de los organismos del Estado. Por lo demás, guerra que en la esfera judicial van ganando Piedad y sus amigos. Piedad Cordoba e Iván Márquez Por eso, repito, aquí lo inentendible no es la burla a la justicia promovida desde las entrañas del aparato de judicial. ¡No! Lo inentendible, digo yo, es otra cosa: la postura de la prensa. Su evidente benignidad, casi complacencia, a la hora de “juzgar” la sarta de dudas que ensombrecen la vida y obra de la exsenadora. Algo raro teniendo en cuenta la sevicia con que ésta ha tratado, y muchas veces de manera meramente especulativa, el menor asomo de evidencia, o de sospecha, entre política y paramilitarismo. ¿Por qué? ¡Hum!, como diría el otro. No obstante, ante esta suerte de vacío informativo, yo, que suelo ver fantasmas en las sombras, he elucubrado una teoría: si para medir a las FARC la prensa utiliza la misma vara que utilizó para azuzar y “juzgar” a los cómplices del paramilitarismo (y, de paso, atacar mediante asociaciones bastante irresponsables, la imagen del expresidente Uribe), al margen de la cantidad de políticos, de jueces, de servidores públicos, de empresarios “honestos”, etcétera, muchos de sus grandes periodistas terminarían pasando al menos una pequeña temporada tras las rejas. De ahí que, sí o sí, la causa de las FARC —o de la paz, como tal vez gritó la exsenadora— tenga más adeptos de los que hasta ahora suponemos. @Fe_derrata
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