¿La intolerancia es una enfermedad, o es simple estupidez?

Jue, 26/09/2013 - 13:28
Recientemente, celebramos el día del Amor y la Amistad en Cúcuta. En un bar, estaban sentados dos muchachos, cada uno con una cerveza al frente. Una nena se acercó a la barra y preguntó al bartend
Recientemente, celebramos el día del Amor y la Amistad en Cúcuta. En un bar, estaban sentados dos muchachos, cada uno con una cerveza al frente. Una nena se acercó a la barra y preguntó al bartender ¿Y esos tipos vienen solos?, el bartender respondió, con la naturalidad que merece el caso: Son pareja. La nena frunció el ceño y se dirigió a su mesa, con tres amigas más. Empecé a fijarme en ellas, al notar cierta reacción ante la situación de los dos muchachos, de quienes doy fe, son excelentes tipos. Vi como las chicas de la mesa contigua empezaban a hablar entre ellas, dedicando miradas poco amigables a los dos; me pareció triste, y entonces recordé la situación que viví con alguien cercano, hace poco. Íbamos en el carro de Marcela, camino a su casa. En la radio, las noticias de medio día ambientaban el vehículo hasta que una noticia destruyó el sosiego, tenía que ver con el matrimonio gay. Marce opinó de inmediato “Esos hijueputas quieren hacer lo que hacen las personas normales”; me ofendió un poco, que alguien tan cercano pensara así. Marcela tenía sus ideas, y yo las mías, así que le hice una simple pregunta: ¿Por qué ellos son diferentes de quienes somos heterosexuales? Marcela no respondió de inmediato, un momento más tarde, después de (notablemente) haberlo pensado un poco, respondió “es que si se casan, después van a querer tener hijos, y una familia es de papá, mamá e hijo”. Al recordar ese impasse, y al ver la actitud de las chicas en aquel bar, decidí escribir mi opinión acerca de este tema. Y es que solamente se necesita respetar lo suficiente, como para poder observar la verdadera esencia de cada quien. La pregunta no es acerca de las parejas homosexuales, o sobre sus derechos, eso se lo dejo a la corte suprema, a los lagartos encorbatados en las oficinas burocráticas de cada país, a los activistas que pasean desnudos ondeando la bandera arco iris y a los activistas serios (para ellos, todo mi respeto y apoyo). La pregunta de este ensayo es ¿La intolerancia es una enfermedad, o es simple estupidez? Empecemos por el punto más sencillo ¿En el colegio, podía usted ser diferente? Desde que empezamos a relacionarnos, empezamos a darnos cuenta de que debemos encajar con las opiniones de los demás; siendo que si no nos gustan las matemáticas,  no tenemos derecho a cambiarlas por algo que nos apasione (música, teatro, ciencia, literatura); no, tenemos que aprender matemáticas, porque es parte de nuestro plan de estudio. Nadie nos preguntó si queríamos estudiar así, pero ese es el modelo educativo que hay. Desde ahí empezamos a formar intolerantes. Avancemos un poquito más ¿Es usted el rockero en casa de vallenateros, o al revés? En una cultura vallenatera, donde somos costeños hasta los más cachacos; alguien que mire en otra dirección es un insurgente. Al igual que si tomamos la cultura rockera, alguien que respire caribe, es visto como el guiso más guiso de la historia (título que para muchos, hoy ostenta Silvestre Dangond). No sabemos qué hacer en caso de llegar a un entorno cultural diferente, porque en la casa nos enseñaron que las personas que conducen en contravía, son ovejas negras; pero jamás nos dijeron, que sin importar el color, siguen siendo ovejas. Las ovejas no se oponen al pastor. ¿Y por qué no ser un león? ¿Vamos a rumbear? En nuestra época (sí, ésta es mi época, tengo 21 años), se popularizó el “Fuck it, I’m young” (Que se jodan, soy joven), que para nuestros papás era “Esta es mi onda”, y para los abuelos era “No, no quiero arar el campo; yo quiero irme a la ciudad”, con una diferencia; hoy, si usted no bebe hasta gasolina de avión, fuma lo que le ofrezcan, tira con quien se le atraviese y se empepa más que un pensionado; usted no sabe rumbear y debería quedarse en su casa, con su abuelita, tejiendo. Así pasa, con camisetas de logos gigantes y coloridos, y minifaldas tamaño cinturón. Todos hemos disfrutado esas minifaldas, y todas han sido atraídas por una camiseta demasiado ajustada, en fin, todos hemos caído alguna vez. ¿Ese man quiere adoptar con su novio/esposo? ¿Y cómo van a criar a su hijo? Ese niño va a crecer sin moral, ni valores. Valores le faltan a quien hizo esa afirmación en una reunión social a la que asistí hace poco. La gente se equivoca al creer que un homosexual o una lesbiana va a criar a su hijo o hija para que sea como ellos, de hecho, es todo lo contrario. Entre mis mejores amigos figura una pareja homosexual con una hija. La niña nació en el matrimonio de Rodrigo, su mujer lo dejó y él duró 4 años solo. Un día, se enamoró. De otro hombre. Damián fue loco en su adolescencia, debido a su apostura, era el tumbalocas de la Sergio Arboleda, tuvo mujeres por cantidades en su cama, pero llegado a adulto (Damián no me perdonaría que diga su edad) nunca nadie lo entendió como Rodrigo; y Rodrigo, de 32 años, tenía una hija de 6. Danielita tiene 9 años, a hoy día. Es la niña más adorable del mundo y tiene abiertas todas las opciones para su futuro, porque sus papás, Rodrigo y Damián, son personas geniales, respetuosas, profesionales trabajadores y responsables. Danielita juega con su muñeca mientras una señorita un poco imprudente inicia ésta conversación con ella - ¿Tú eres una princesa? - Sí señora, soy la princesa Daniela. - ¿Y tu papá es un rey, entonces? - Sí señora. - ¿Y Damián, es la reina? - No. Mi papá Damián es otro rey. Pero ama a mi papá Rodrigo y por eso ambos son reyes de mi castillo. Esa respuesta, disolvió cualquier aprehensión que tuviese sobre la relación de mis amigos. Esa niña es Princesa en un castillo con dos Reyes, pero ella quiere ser Reina y casarse con un Rey; como cualquier otra niña de 9 años. “Odio la palabra homofobia. No es una fobia, usted no tiene miedo, usted es un estúpido”. Esto lo leí en un tweet, atribuido a Morgan Freeman, aunque realmente producida por el feed de @TweetsFromGod (cuenta inactiva), quienes usaban una imagen del actor en su papel de Dios, en Bruce Almighty. Para concluir, la Wikipedia define la intolerancia como la falta de la habilidad o la voluntad de tolerar algo. Algunas fuentes psicológicas y médicas hablan de la intolerancia como una enfermedad, no estoy de acuerdo con esto. Parafraseando al Dios interpretado por Freeman: La intolerancia no es una enfermedad. Usted no está enfermo, usted es un estúpido.   @HdPenaranda
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