Como olvidar la frase inmortal de Javier Álvarez cuando fue entrenador de la selección Colombia: “equipo que cojamos mal parado, lo goleamos”.
Tiempo después sufrimos la peor goleada de la historia reciente del fútbol colombiano, el 9 - 0 contra Brasil en el Suramericano sub-23 de Londrina. La Selección tenía buenos números, había goleado a Ecuador y a Chile y empatado con Venezuela. En la práctica iba en camino para clasificar a los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, pero al entrenador se le dio por abrir la boca, y con la misma suficiencia con la que pronunció la frase magistral, los brasileños, casi con un ciento por ciento de efectividad, dejaron marcados para siempre a una buena generación de jugadores colombianos.
Mejor no recordar a estos buenos muchachos, algunos harían una carrera respetable, y otros, nunca se repondrían de las esquirlas de este partido infortunado.
Unos años después, en la selección dirigida por Leonel Álvarez para el mundial de Brasil, la frase patriótica fue hecha por un volante de marca de apellido Bolívar, como al que llaman prócer, y entre declaraciones que van y vienen, dijo que Messi era un jugador “común y corriente”.
Lo señaló en los días previos al juego contra Argentina; y claro, ganó Argentina, y Messi fue uno de los artífices de la derrota colombiana. Después Gustavo Bolívar matizaría las declaraciones cuando dijo que su intención era señalar que Argentina no era sólo Messi. Pero el daño ya estaba hecho. Fue poco creíble su rectificación después de la derrota.
Ni Javier Álvarez era un mal entrenador ni Gustavo Bolívar un mal jugador, pero con sus declaraciones lo que hicieron fue, por un lado, poner el listón muy alto; y por otro, tocar el amor propio de un jugador que está muy lejos de ser un futbolista “común y corriente”. Messi es el jugador diferente de la época; pero Bolívar no lo había notado, lo vino a descubrir cuando recién lo tuvo enfrente y después de la derrota.
La soberbia es una mala consejera, y unida al poder de la palabra, cualquier buena intención queda por el piso. Por si las dudas se le puede preguntar a Felipe Scolari o a Neymar. Hablaron a raudales antes del partido contra Alemania y ya conocemos las consecuencias.
Con el inicio de la Copa América y a meses de las eliminatorias para Rusia 2018, es un alivio el bajo perfil de Pékerman. Nunca se le escucha una declaración altisonante en contra del rival; además, tiene la sana virtud de hablar sólo cuando le toca. Pékerman proyecta sobre sus jugadores el mismo tipo de comportamiento. Nunca se verá a James ni a Falcao, por hablar de los jugadores insignia, dar declaraciones soberbias o fuera de lugar. Por el contrario, hablan más con sus acciones dentro del campo, que con palabras que se quedan en el aire.
En las próximas competencias, como ya es un clásico, los rivales hablaran de la sobrevaloración de los jugadores colombianos, sobre todo por el ranking FIFA, y no hay idea mejor para tocar el amor propio de nuestros jugadores.
@juancuellarp
