Sabía que ese día traería sorpresas, porque al despertarme estaba un conejo de orejas largas frente a mí. No, no me llamo Alicia y mi conejo tiene patas inútiles.
Teníamos antecedentes del evento, porque los medios de comunicación se encargan de narrar bastante bien aquello que puede un día hacernos sentir muy colombianos, en este caso, muy homosexuales.
Íbamos para la marcha LGBTI que se llevaría a cabo el domingo 30 de Junio. Muchas personas nos habían hablado de este gran espectáculo. Sabíamos que no sería un concierto de música clásica ni una exposición de arte, entonces nos pusimos un atuendo acorde al momento. Con un paso ligero y sin mucha prisa, llegamos al Parque Nacional. Pero no imaginamos en el trayecto que al llegar nos encontraríamos con gente pintada cuerpo completo, con mujeres vestidas de novia y con hombres en tacones.
Tal vez esas marchas por la paz han hecho lo que el ‘Chavo del 8’ hizo en los niños del mundo, hacernos creer en un mundo que no existe.
Mi fotógrafa (Jessica Ceballos) empezó a trabajar, no perdonaba un movimiento. Pero la verdad, no sabíamos para dónde mirar. En un lado de la calle había hombres en pantalones ajustados, con caras deformes, puede que por los cambios físicos a los que se someten, para sentirse cómodos. En otra parte había mujeres con cabellos llenos de gel, con camisetas rotas y pitos que a mis oídos no agradaron nunca.
Nos lanzamos a la aventura, caminamos como alma que lleva la comparsa, tratábamos de entender porqué para una manifestación, que según la RAE es “una reunión pública, generalmente al aire libre, en la cual los asistentes a ella reclaman algo o expresan su protesta por algo”, tenían que vestirse de colores, como si fuera una comparsa, una reunión de mimos, payasos y demás, un circo en general. Entre nosotras buscábamos una explicación para que la cultura de una minoría pasional se alejara de lo que es cultura según la RAE: “Conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo”.
Aunque no entendíamos que estaba pasando, sabíamos con seguridad en cada una de las representaciones que ellos buscan hacerse notar. Hay formas de hacerlo, y aunque no todos estaban bajo el mismo patrón, en su mayoría, no lograron generar respeto y admiración, que según creo yo, es lo que debe lograrse.
Antes bien, los andenes estaban saturados de transeúntes atónitos, impresionados, asustados, asqueados y sin duda asombrados. Niños, que iban un domingo de paseo familiar, se detenían a mirar y encontraban, hombres con senos, desnudos, gritando, borrachos ¿eso es la marcha LGBTI? lo siento, pero creo que eso es un Circo.
La comunidad LGBTI no tiene que convertir sus manifestaciones y expresiones culturales en un espectáculo, sino en una marcha, en una lucha, en una muestra de pasión e identidad. Es por eso que seguimos caminando, expectantes ante todo lo que veíamos, y que por supuesto no era en todos los casos malos. Porque nos encontramos con la representación de "Colombia Diversa" en cabeza de figuras políticas importantes, invitando a votar.
En medio de todo este desfile, encontramos un grupo de mujeres con instrumentos musicales de banda marcial, supimos al verlas y escucharlas que ellas partían en dos, este circo. Ellas representaban la pasión de una minoría gigante, representaba el amor por el otro, la admiración y las ganas de hacerse notar por talento y no por chiste. No todo era malo en estas calles, había familias, amigos, hermanos, abuelos, orgullosamente homosexual. Que más que ir en una caravana, iban en una marcha por sus derechos y su igualdad.
Cuando terminó todo en la Plaza de Bolívar, mi fotógrafa disparo al cielo, apagó la cámara, todos llegaron tras sobrevivir a la lluvia y a las miradas, a gritar y bailar por ese día tan esperado, y supe que nuestro trabajo había terminado. Volver a cruzar todas las calles, fue encontrarnos con lo que se había quedado en el camino, tal vez las ganas, tal vez el ánimo, pero nunca la dignidad de una comunidad que tiene derechos, pero muy malos organizadores de marchas.
Aunque no entendíamos que estaba pasando, sabíamos con seguridad en cada una de las representaciones que ellos buscan hacerse notar. Hay formas de hacerlo, y aunque no todos estaban bajo el mismo patrón, en su mayoría, no lograron generar respeto y admiración, que según creo yo, es lo que debe lograrse.
Antes bien, los andenes estaban saturados de transeúntes atónitos, impresionados, asustados, asqueados y sin duda asombrados. Niños, que iban un domingo de paseo familiar, se detenían a mirar y encontraban, hombres con senos, desnudos, gritando, borrachos ¿eso es la marcha LGBTI? lo siento, pero creo que eso es un Circo.
La comunidad LGBTI no tiene que convertir sus manifestaciones y expresiones culturales en un espectáculo, sino en una marcha, en una lucha, en una muestra de pasión e identidad. Es por eso que seguimos caminando, expectantes ante todo lo que veíamos, y que por supuesto no era en todos los casos malos. Porque nos encontramos con la representación de "Colombia Diversa" en cabeza de figuras políticas importantes, invitando a votar.
En medio de todo este desfile, encontramos un grupo de mujeres con instrumentos musicales de banda marcial, supimos al verlas y escucharlas que ellas partían en dos, este circo. Ellas representaban la pasión de una minoría gigante, representaba el amor por el otro, la admiración y las ganas de hacerse notar por talento y no por chiste. No todo era malo en estas calles, había familias, amigos, hermanos, abuelos, orgullosamente homosexual. Que más que ir en una caravana, iban en una marcha por sus derechos y su igualdad.
Cuando terminó todo en la Plaza de Bolívar, mi fotógrafa disparo al cielo, apagó la cámara, todos llegaron tras sobrevivir a la lluvia y a las miradas, a gritar y bailar por ese día tan esperado, y supe que nuestro trabajo había terminado. Volver a cruzar todas las calles, fue encontrarnos con lo que se había quedado en el camino, tal vez las ganas, tal vez el ánimo, pero nunca la dignidad de una comunidad que tiene derechos, pero muy malos organizadores de marchas.
