La Medellín que merecemos, democracia de ilusos

Dom, 23/10/2011 - 16:54
No sé si sigo siendo muy iluso por creer  en las maneras tradicionales de hacer y ejercer la política.  Parece ser que mi poca experiencia y mi visión subjetiva del entorno aún está muy permead
No sé si sigo siendo muy iluso por creer  en las maneras tradicionales de hacer y ejercer la política.  Parece ser que mi poca experiencia y mi visión subjetiva del entorno aún está muy permeada por teorías, maestros y clases universitarias que no son sino una ilusión de lo que debería ser, y me sigo empecinando en creer que la política es un proceso que está orientado ideológicamente  hacia la toma de decisiones para la consecución de los objetivos de un grupo, pero grupo entendido como colectivo social y no como una colectividad cerrada con intereses particulares. Al igual que todos aquellos ciudadanos que aman esta ciudad, que han sentido cada paso, cada avance, cada sueño, cada logro.  Que han llorado cada muerto, cada bomba, cada insulto, cada ofensa, cada humillación, cada señalamiento,  me siento triste y alarmado de solo pensar en la posibilidad de que una persona como Luis Pérez vuelva a gobernarnos y vuelva a hacer de esta ciudad un pastel “porcionado” para cada bando que apoya sus iniciativas antipolíticas, antidemocráticas y anticonstructivas. Me alarma mucho más pensar que no tengamos memoria, que con el pasar de los años olvidemos tan fácilmente, desconozcamos y avalemos nuevamente un proyecto de gobierno que no encara, ni enfrenta las nuevas realidades que tiene esta ciudad y se centra simplemente en un populismo absurdo que busca conseguir votos a costa de lo que aparentemente, para el ciudadano irresponsable, han sido los puntos de quiebre, o como dirían popularmente, el talón de Aquiles de las dos últimas administraciones. ¿A quién se le ocurre pensar que es viable tener en una ciudad como Medellín vías de doble piso como solución a los problemas de movilidad que hoy padece? Sí, a Luis Pérez.  Sus vallas plantean incluso, aprovechando el descontento ciudadano, que si queda elegido Alcalde va a eliminar las fotomultas y hasta ha prometido una gran inversión social en los sectores más deprimidos de Medellín a costa de las finanzas y la estabilidad de la joya de la corona: EPM. A su campaña se han involucrado todas las empresas transportadoras de Medellín, incluso algunas muy fuertes y con gran poder económico que operan en municipios vecinos, buscando romper los pactos logrados  que se habían negociado en beneficio de Metroplús y de todo el sistema de transporte en general, simplemente, porque por culpa del desorden que subsiste al interior de este gremio, ellos no pudieron organizarse para crear y consolidar una empresa que les permitiera quedarse con la operación del sistema y pudieran evitar las pérdidas que van a tener por cuenta de la salida de rutas y buses de la ciudad.  Abiertamente lo afirman, exhiben sus afiches en todos los buses y dicen que Lupe les devolverá los favores.  Habrá que recordarles que el transporte como industria debe ser una empresa de carácter público y no una mina de oro para unos cuantos. Y esto no quiere decir que yo avale o diga fervientemente: "estoy y apoyo a X o Y candidato", si a eso vamos, pienso que la ciudad está en una dura prueba y no por elegir la mejor opción sino por quedar en manos del menos peor.  Duele admitirlo, pero en esta ciudad las maquinarias, y no justamente las de la democracia, están moviéndose muy fuertemente, acá parece que el optimismo que siempre nos caracteriza para cada situación adversa nos ciega, nos entorpece y nos engaña, y si no cree, lo invito a leer todos los informes que El Colombiano, la revista Semana y algunos medios regionales han publicado como denuncias a los apoyos oscuros que está recibiendo el candidato “oportunista”. Lo más triste de todo es que con denuncias de por medio, pruebas y un completo historial de su forma de gobierno, este personaje sigue teniendo alto apoyo en las encuestas y se perfila como una de las dos opciones con mayor posibilidad de ser elegido. Muchos que lean esta columna dirán: “pero si Luis Pérez hizo el Metrocable, los Parque Biblioteca, Plaza Mayor, la Biblioteca EPM y otra serie de obras que él y sus seguidores se jactan de haber planteado. Si bajo la administración de Luis Pérez se desmovilizaron los grupos paramilitares de la ciudad. Si bajo la administración de Luis Pérez, Medellín se empezó a internacionalizar. Si bajo la alcaldía de Luis Pérez, Medellín empezó a evolucionar, lo que nos haría pensar que gracias a las ideas maravillosas de LuPe, hoy la ciudad está donde está", a lo que yo le agregaría: "que gran falacia". Pero tendría que recordarles que los créditos siempre se los lleva el que ejecuta y no el que propone y que si bien fueron sus ideas, éstas no respondieron a un plan articulado de desarrollo de la ciudad, simplemente, a proyectos y caprichos, muchas veces sin sentido, de lo que él se imaginaba quería ver y hacer, cual narcotraficante con ganas de ostentar su poder y dinero, queriendo simplemente llamar la atención  o incluso como pasa con los animales cuando se quieren aparear, marcando territorio. Recuerdo muy bien algunas de las entrevistas que daba a los medios, cuando inauguraba alguna obra o desarrollaba uno de sus atípicos planteamientos, decía que él quería hacer de Medellín una ciudad internacional, pero vaya que su modelo fue un fracaso, porque la ciudad luz ya existe y una plaza con pilones alumbrados no nos iba a dar ese título. A decir verdad, me uno al movimiento que circula en las redes sociales que reza: #FirmesContraLuisPérez, no quiero ver a Medellín invadida de reinas otra vez; no quiero ver como la ciudad retrocede; no quiero volver a leer en los diarios los escándalos protagonizados por los gerentes de EPM y sus caprichos de caciques que hablen de vajillas ostentosas que no involucran su razón de ser, como pasó hace un par de años. No quiero ver cada año despidos de gerentes porque no le giran la plata que él necesita para ejercer su "populoso gobierno", poniendo en riesgo el futuro de esta empresa que es la insignia de todos los antioqueños y que en las dos últimas administraciones ha logrado mantenerse equilibrada y lejos de los intereses populistas de los gobiernos de turno. No quiero que vendan a la ciudad al mejor postor en medio de negocios turbulentos como los de HP y los 200 mil computadores que aún hoy ni se terminan de vender.  No quiero ver que el Alcalde de mi ciudad gobierne de la mano con los grupos paramilitares y las bandas emergentes tal y  como ha quedado evidenciado en los diferentes informes presentados por los medios regionales.  Simplemente, no quiero ver a Medellín en manos de este candidato. No sé si seré un iluso por creer en las tradiciones, en lo aprendido en el aula de clase con mis maestros periodistas, abogados y politólogos, pero al menos quiero hacer un mensaje extensivo de voto consciente, del voto racional.  Vota por amor a tu ciudad, no te abstengas y hazlo por aquel que te venda un plan de gobierno, una idea de beneficio social y ciudadano y no una respuesta a un impulso o a una necesidad de unos pocos.              
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