La OCDE: ¿entrar o no entrar?

Dom, 04/06/2017 - 04:36
Desde el comienzo de su mandato el presidente Juan Manuel Santos se ha empecinado en la idea de que Colombia debe entrar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a ta
Desde el comienzo de su mandato el presidente Juan Manuel Santos se ha empecinado en la idea de que Colombia debe entrar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a tal punto que muchas de las recomendaciones hechas por esta organización al país quedaron plasmadas en el Plan de Desarrollo 2014-2018-; y se ha mantenido en su empeño, pese a que es evidente la existencia de una gran brecha entre ricos y pobres que presentan los países de la OCDE. Decía en 2015 su secretario José Ángel Gurría: "Hemos alcanzado un punto de inflexión. La desigualdad en los países de la OCDE está en su nivel más alto desde que existen registros”. Esto se refleja en el siguiente dato del informe de esta misma organización: “El 10% de la población del llamado club de los países ricos gana 9,6 veces más que el 10% más pobre”. De esta manera se evidencia que la “cooperación” no es para que los países miembros superen esta brecha, sino para apalancar a los grupos minoritarios que tienen el control. Y el “desarrollo económico” se mide en términos de crecimiento de las cifras del PIB, mas no en términos de una adecuada distribución de la riqueza. En este contexto las recomendaciones de la OCDE, habría que mirarlas con suspicacia. Algunos de los requisitos que debe cumplir Colombia para su ingreso son: - Aumentar la edad de jubilación antes de cinco años. - Igualar la edad de pensión entre hombres y mujeres, lo que significaría que la mujer deberá trabajar tres años más para pensionarse. - Disminuir el monto de la mesada pensional tanto para hombres como para mujeres. - Reconocer pensiones por debajo del salario mínimo. - Establecer un salario mínimo diferenciado, especialmente por regiones, es decir que sea menor en algunas zonas del país. - Recaudar más impuestos, es decir, aprobar nueva reforma tributaria, porque la última les pareció tibia. Recordemos que Santos ha implementado tres reformas, en 2012, 2014 y 2016; esta última aumentó el IVA del 16% al 19% y rebajó los impuestos a los grandes empresarios. En un artículo escrito para el diario El Espectador, el reconocido economista Eduardo Sarmiento dice: “Las recomendaciones de la OCDE son peores que la enfermedad. Proponen trasladar toda la población al sistema privado, nivelar la edad de jubilación de los hombres y mujeres, bajar el porcentaje de las pensiones con relación al salario y permitir mesadas por debajo del salario mínimo.” Estas recomendaciones son lesivas para la mayoría de la población colombiana, particularmente para los trabajadores; pero, además, la peor parte la llevan las mujeres. Miremos, por ejemplo, sólo una de las “recomendaciones” de la OCDE: la de equiparar la edad de jubilación entre hombres y mujeres. Digamos primero: no es un secreto que la mayoría de las mujeres colombianas soportan cargas más excesivas que los hombres, por ejemplo: “El trabajo doméstico y de cuidados no remunerados representa el 20,4 por ciento del PIB del país, esto es, $135 billones. El 80 por ciento de este trabajo lo realizan las mujeres. Así, la brecha entre hombres y mujeres que se dedican al hogar es de gran magnitud, una proporción de 50 a 1″ (Escuela Nacional Sindical, 2017), y según el Banco Mundial, de los 6.3 millones de jóvenes que hay en el mercado laboral, 1.3 millones están desempleados y las mujeres jóvenes en mayor proporción que los hombres, con tasas que han alcanzado niveles superiores al 20 por ciento. De acuerdo con la Escuela Nacional Sindical, las mujeres, además de permanecer más tiempo en el desempleo, rotamos más en los empleos que los hombres: “Mientras un hombre se retira una vez de la actividad laboral, una mujer lo hace 3,5 veces, principalmente para dedicarse al cuidado de los recién nacidos o de los adultos mayores del hogar.” (ENS, 2017). Y la brecha salarial entre hombres y mujeres, en el país es del 28 por ciento. Las mujeres, por dedicar buena parte de su jornada diaria a las actividades del trabajo doméstico no remunerado, disponen de menos tiempo para su provecho personal, lo cual impide que accedan a los procesos de formación y mejoramiento de las capacidades para el mundo del trabajo, limitando su acceso más continuo al mercado laboral. En este contexto, la propuesta de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de equiparar la edad de jubilación entre hombres y mujeres, es un atentado contra los derechos de las mujeres, hace caso omiso de la situación de discriminación y exclusión a la que han estado sometidas; y tendría como resultado agravar más la situación de desigualdad de la mujer. Frente a esta ominosa situación, las mujeres colombianas cada vez están haciendo más conciencia de la vulneración de sus derechos en el sistema socio-económico que caracteriza al país. Y paulatinamente se unen a las reclamaciones del conjunto de los sectores trabajadores y productivos, pugnando porque sus particulares reivindicaciones se incluyan en los memoriales de agravios que el movimiento social esgrime como banderas. Por esta razón, resulta conveniente, desde todo punto de vista, acompañar las gestiones que las centrales sindicales de Colombia, con el apoyo de sus pares europeas, han venido realizando en las más recientes reuniones de la OCDE en su sede central de París, para tratar de impedir que Colombia ingrese a esta organización.
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