En los últimos días surgió una gran polémica por el asesinato de un agente de la DEA en un intento de paseo millonario en un reconocido sector del norte de Bogotá; este agente fue apuñalado al parecer cuando opuso resistencia, lamentablemente tuvo desenlace con su fallecimiento. Escandaloso pero nada lejano de la realidad colombiana.
Según estadísticas que ofrece el documento “Comportamiento del Homicidio. Colombia, 2011” del sistema Forensis del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses se reporta una reducción de la tasa de homicidios por 100.000 habitantes desde el 2002 a 2011, desde una tasa de 67,34 a 35,95. Adicionalmente la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito también reporta una disminución de la violencia dada por homicidios, teniendo en cuenta que en 1994 la tasa de Colombia representaba la más alta del mundo reportando desde entonces un descenso a 2011 donde reporta una tasa de 31,4 ocupando el puesto número 16 dentro de los países analizados para ese año.
Estas cifras ciertamente muestran una notable mejoría en relación con años anteriores, aun así son bastante altas si comparamos con el resto de países de la región, el promedio de tasa de homicidios en Suramérica es de 15 por 100.000 habitantes; Colombia ocupa el segundo puesto a nivel Suramérica con la tasa más alta de homicidios, con casi el doble del promedio suramericano, solo superada por Venezuela con un valor de 45,1.
Estas cifras son alarmantes para cualquier gobierno, pero en Colombia tenemos un problema cultural mayor; dado el hecho que gracias a medios de comunicación parcializados, narco novelas y una cultura del atajo y del vivo; hay una normalización de las prácticas violentas. Básicamente la sociedad colombiana tiene una cuota de aceptación de la violencia, hechos violentos hacen parte del panorama de la cotidianidad colombiana como el asesinato, robo, corrupción e intolerancia entre otros.
Por otro lado, si se observan los datos de violencia intrafamiliar estos no tienen una tendencia a la baja; en el mismo informe Forensis 2011 la tasa de violencia intrafamiliar es de 195,04 por 100.000 habitantes para 2011 y viene en aumento desde 2004. Si tenemos en cuenta que la misma Constitución Política de Colombia de 1991 en el artículo 42, donde se establece la familia como institución básica de la sociedad, la situación debe adquirir más relevancia para el público general. Las implicaciones del maltrato y violencia intrafamiliar en los hogares colombianos en un futuro se verán plasmadas en como un gran porcentaje de los niños pasarán de ser víctimas a ser victimarios.
Es necesario preguntarse qué medidas y pronunciamientos está tomando la procuraduría en cabeza de su santa excelencia Alejandro Ordoñez respecto a estas cifras; proteger la familia va más allá de determinar por medio de fuerza de ley si sólo debe estar compuesta por una pareja heterosexual. Aun Colombia está bastante lejos de tener datos ideales o al menos ajustarse al promedio de Suramérica, es necesario una alianza desde los diferentes sectores de la sociedad para exigir un mejor comportamiento y expectativas de la sociedad misma. Si queremos un País Mejor, debemos como colombianos actuar como mejores personas; el cambio empieza en casa.
@_SoySebastian
