Casi al unísono, el anuncio se tomó los casi 10 kilómetros del recorrido de bienvenida a la Selección Colombia, luego de su participación en Rusia 2018.
Era la última oportunidad de una cifra desconocida de comerciantes informales que habían visto en el Mundial una oportunidad de negocio: vender accesorios relacionados con la fiebre del fútbol.
Como las cornetas, los gorros, las banderas y las camisetas con los colores patrios son elementos infaltables para quienes se reúnen a gritar alrededor de los partidos, en particular del equipo de Colombia, quienes están pendientes de “rebuscar” el dinero no desaprovechan.
La malicia indicó que la primera inversión debía ser moderada y más cuando Colombia se estrenó con un resultado adverso. Pero el concepto cambió con el desempeño en los dos siguientes partidos, que le valieron pasar a la segunda ronda en la cabeza del grupo.
Si hace cuatro años sin algunas de las estrellas el camino en el Mundial había sido más largo, existía la posibilidad de que ahora fuera mejor el desempeño y eso es proporcional a la emoción de la gente por celebrar, es decir, por comprar.
Por los horarios de los partidos ya había cursado una petición ante las autoridades para que el expendio de licor no estuviera restringido desde tempranas horas y, previamente, los vendedores de televisores organizaron planes para poner en manos de los aficionados los más modernos o lo más grandes, pero en todo caso los más caros aparatos.
Empatar ante Inglaterra y llevar a los inventores del fútbol a definir desde el punto de pena máxima volvió a calentar los ánimos y por eso el bus que transportó al equipo patrio desde el aeropuerto hasta el Estadio El Campín tuvo millones de saludos en su recorrido y en el estadio había aficionados desde seis horas antes de que llegaran los protagonistas.
En semejante ambiente, quienes tenían existencias de camisetas y otros elementos salieron a rematar, porque recuperaban algo o perdían todo, como en los penalties, pero sin recibimiento apoteósico. Esa es la ley de oferta y demanda en plena acción. Y no es necesario tener grandes títulos para entenderla, si es comerciante, pero sí hace falta saber de ella cuando estamos en la otra orilla, como compradores.
Un profesor de administración de empresas explicaba esta dinámica de precios en la llamada ley natural de oferta y demanda con la anécdota del hombre que tenía un pie de talla descomunal que encontró a un zapatero que era feliz fabricando zapatos grandes, pero infeliz por no venderlos. “¡Qué bueno que se dedica a esto! Pagaría lo que fuera por sus zapatos”, fue el saludo del hombre. “Pues podría regalárselos, porque llevo mucho sin poderlos vender”, respondió el zapatero.
Tres principios incluye la ley de oferta y demanda:
- Si al precio “normal” la demanda excede la oferta, el precio sube. Si la oferta excede la demanda, el precio baja (lo vemos en la práctica con los precios de los productos que están en cosecha).
- Cualquier aumento en el precio “normal” disminuye la demanda y aumenta la oferta. Si baja el precio, aumenta la demanda y disminuye la oferta (como en las promociones tipo ‘viernes negro’).
- El precio tiende al punto en el cual la demanda iguala la oferta.