Al tiempo que en Israel se confirmaba la muerte de Ariel Sharon, héroe invicto de guerras justas para algunos, recalcitrante adalid del sionismo más violento para otros, en París el Consejo de Estado francés, en una decisión notable por su celeridad y controversial por su contenido, prohibió la presentación en la ciudad de Nantes del cómico Dieudonné M'bala M'bala, artista de los suburbios de la capital nacido de padre camerunés y madre francesa. Los argumentos que esgrimió el alto tribunal francés fueron varios, algunos más certeros que otros, pero básicamente se soportaban en la idea de que el nuevo show del artista, titulado "El Muro", enviaba un mensaje de odio racial y transgredía los límites de la libertad de expresión al incurrir en crímenes como el negacionismo del holocausto judío y "la apología de la discriminación, la persecución y la exterminación perpetrada en el curso de la Segunda Guerra Mundial". De inmediato se levantaron voces que abogaban por la libertad de expresión, y que defendían el derecho del artista a divulgar sus posiciones políticas en un show que muchos encuentran relevante y cargado de agudas críticas a la política exterior del Estado de Israel y del mundo occidental en general.
Presa de la curiosidad, me puse a escarbar en Youtube hasta encontrar algunos de los espectáculos grabados del señor M'bala M'bala, y debo confesar que los encontré en algunos momentos verdaderamente mordaces y graciosos (aquí abajo pueden ver un ejemplo). Mientras seguía los subtítulos en inglés del soliloquio emitido en la jerga más vernácula de los banlieus de París, pude entender también las razones por las cuales algunos (este editorial del diario Le Monde, por ejemplo) los encuentran moral e incluso penalmente cuestionables, pues es verdad que en dichos espectáculos se duda de la veracidad histórica del holocausto judío, se incita a la violencia contra los hijos de Israel, y se enarbolan las banderas de la violencia como justa defensa a la que tienen derecho los palestinos de los territorios ocupados. A favor del cómico y de sus métodos de argumentación cómico-política, se debe decir también que la manera en que sienta su posición es a través de una inteligente contraposición de hechos concretos de la "aceptable" violencia oficial (los abusos coloniales de los franceses en Camerún, el uso de armas químicas por parte de las potencias occidentales, los asesinatos selectivos de la Mossad, etc.), frente a la violencia históricamente cuestionada de los extremistas palestinos y sus aliados.
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=jyS459QkUEo[/youtube]
Al final de cuentas, el señor Dieudonné ha dado un paso atrás y ha renunciado a presentar su espectáculo, prometiendo que lo cambiará por otro políticamente más aceptable. Creo que ese paso atrás fue fácil de dar luego de haber centrado la atención en el contenido de su mensaje por algunos días, precisamente en el momento de la muerte de uno de los defensores más acérrimos del uso de la violencia como única salida al conflicto entre palestinos e israelíes. Tal vez sea lo mejor: creo que todo el mundo tiene el derecho de expresar opiniones políticas y religiosas sobre cualquier conflicto o sobre cualquier credo, aún cuando algunos se sientan ofendidos (de eso se trata, a fin de cuentas, la libertad de expresión); pero también creo que la incitación al odio y a la violencia debe ser monitoreada, controlada y castigada cuando el caso lo amerite, y de acuerdo a las leyes de cada estado. Y sin embargo, me quedé pensando en los designios de la justicia europea, y de cómo parece paradójico (tal vez debería decir hipócrita) que haya fallado con tal celeridad en el caso del señor M'bala M'bala mientras continúa cojeando de una manera tan lamentable y tan evidente en el caso de otros ejemplos paneuropeos de incitación a la violencia y al odio racial.
Quedémonos en París, para no ir más lejos, y recordemos las famosas caricaturas del semanario de izquierda Charlie Hebdo, que lleva varias décadas satirizando extremismos y riéndose de los fundamentalistas políticos y religiosos en Francia y en el mundo. En el 2006 Charlie Hebdó publicó una celébre caricatura que mostraba al profeta Mahoma diciendo: "es duro ser amado por idiotas", y que de inmediato generó una polémica por la estigmatización que hacía de los practicantes del Islam. De nuevo, creo que aquí el semanario estaba en su derecho de burlarse de la religión musulmana, aún cuando haya rayado en los límites -peligrosos por estos años en Europa- del estereotipo negativo. Pero parecían tener razón quienes demandaron a Charlie Hebdo tras la publicación de la caricatura, quienes argumentaron, con evidencias claras, que varias veces el semanario había usado indistintamente los términos "musulmán" y "terrorista", incitando con ello a la estigmatización racial, y haciendo blancos fáciles del odio popular a tantísimos ciudadanos franceses que profesan la religión de Mahoma. Aunque inicialmente el presidente Jacques Chirac se pronunció en contra de toda manifestación que incitara al odio religioso, la mayoría de los líderes políticos en Francia apoyaron al semanario invocando la libertad de expresión. El Consejo de Estado, por supuesto, no condenó la publicación de estas caricaturas, que sí tuvieron resultados lamentables en el orden público en la capital francesa.
Más preocupante aún es la ola amenazante de odio racial (principalmente en contra de los musulmanes) que hoy en día comienza a tomarse el poder político en Europa. En Francia, los ideales rancios de Jean-Marie Le Pen (antisemita él mismo y padrino de una de las hijas del señor M'bala M'bala) han sido rescatados por su hija Marine, quien ha comparado el cierre de ciertas calles en las ciudades francesas para permitir la oración musulmana con la ocupación Nazi de la capital. En Holanda un energúmeno populista de nombre Geert Wilders anda diciendo muy tieso y muy majo que el Corán es un libro fascista, que él odia el Islam, y que se debe impedir a toda costa las islamización de Europa. Aún más grave, en un video ampliamente difundido y dirigido por Wilders, se muestran extractos del texto del Corán seguidos de imágenes de actos terroristas cometidos por extremistas. Me es difícil pensar en una incitación más clara al odio racial y religioso. Aunque varios países han prohibido (sólo temporalmente) la entrada de Wilders en su territorio, ninguno de los cargos penales en su contra por incitación al odio han prosperado. En el caso de estos importantes políticos europeos, la libertad de expresión ha primado siempre sobre los crímenes de odio. Supongamos que aceptamos esa regla. Pero, ¿por qué no fue así también para el señor M'bala M'bala?
La sociedad actual tiene que lidiar con muchos fantasmas: el de la superstición, el del oscurantismo religioso, el de las guerras étnicas. Y sin embargo, tal vez el fantasma más tenebroso al que tenemos que hacer frente es al de nuestros propios sesgos ideológicos (y esto vale en Colombia también). Los tabúes políticos del siglo XX nos persiguen todavía y nos impiden vislumbrar con claridad el sentido de la Justicia. Es hora de que comencemos a ver con otros ojos, unos ojos más autocríticos, la historia de esta, nuestra Humanidad. Es hora de que quienes primero caigan bajo el peso de la ley no sean quienes pretenden llamarnos la atención sobre nuestras contradicciones, sino aquellos que buscan erigirse en representantes del pueblo encaramados en los escombros de nuestros mutuos odios.
@juramaga
Los héroes del odio
Mar, 14/01/2014 - 09:58
Al tiempo que en Israel se confirmaba la muerte de Ariel Sharon, héroe invicto de guerras justas para algunos, recalcitrante adalid del sionismo más violento para otros, en París el Consejo de Esta