El pasado miércoles, mientras faroleaba por la Universidad, me encontré a un allegado que trabaja en “El Neurodromo”, un programa de televisión realizado en mi universidad y transmitido por nuestro canal regional Telepacifico. El viejo Michi -como familiarmente le decimos sus amigos- me pasó un volante con una información y me dijo que estaban buscando presentador para el programa, que si quería, que fuera el jueves a un casting al estudio de televisión.
A mi amigo allá en la U –a quien por razones de seguridad vamos a cambiarle el nombre en esta publicación, vamos a llamarlo, qué sé yo, Mateo, sí, supongamos que se llama Mateo- le quedó sonando la idea. Es que no nos digamos mentiras, el hombre tiene el porte, la pinta, el carisma, esa presencia que se necesita para ser todo un presentador de TV. En cambio uno… bueno, uno es consciente que cautiva más a la audiencia como libretista, director, productor, no sé, algo que sea detrás de cámara.
-Loco, hagámosle –me dijo Mateo.
-No parcero, yo para eso no sirvo. Para eso y muchas cosas más.
-Hágale viejo, quien quita que estén buscando alguien como usted –insistió él.
-No hombre, más bien alguien como usted –lo animé yo- si quiere lo acompaño.
-Listo, de uvas –o sea: de una-, mañana vamos.
Al otro día hice lo de siempre: levantarme tarde –si alguien sabe de un buendespertador bueno, favor recomendarlo-, bañarme, vestirme, desayunar a la carrera y salir a coger el bus.
Al llegar, todo normal, cogí el ADN –no para leerlo, es paupérrimo, lo único bueno es el sudoku, y eso, porque a veces lo ponen durísimo-, entré a inglés, salí de inglés, me rasqué la ingle y nos fuimos para el estudio de televisión. Estando allá le tomaron los datos a Mateo y le dieron un libreto que, a pesar de ser solo una hojita, fue muy difícil de aprender, y lo pusieron a esperar.
A medida que pasaron los minutos fueron llegando las niñas que también querían ser presentadoras, muy simpáticas ellas, muy lindas, muy buenas, decididas a mostrar todo lo que tienen –si así van a todos los castings, pronto haré uno para que sean la imagen de mi Blog-.
Cuando mi amigo entro al estudio a presentarse, se me acercó el viejo Michi a decirme:
-¿Y qué Juliancho, vos también vas a hacer el casting?
-No parce, usted y yo sabemos que yo no sirvo para eso –la gente dice que los buenos somos más, y estoy de acuerdo, aunque en mi caso yo hago parte de los buenos para nada.
-Hágale huevón, quien quita que quede –me animó él.
-Parce dígame la verdad, ¿usted cree que yo tengo el perfil que están buscando?
-La verdad, no.
A las viejas que entraban las despachaban rapidito, en cambio con Mateo se demoraron bastante, fue tanto, que Michi decía que seguro le está yendo re bien, que a nadie lo habían demorado tanto. Le dije que fuera a ver, y cuando volvió, solo dijo: “marica, ese man tiene mucha memoria, los tiene impresionados”. A pesar de que me dijo solo a mí, las demás personas lo escucharon y se asustaron, comenzaron a decirle que si solo buscaban a un presentador, o si era presentador y presentadora. Dieron por contado que iba a ser elegido.
Cuando acabó, ya era hora de la siguiente clase, fuimos a Fotografía y cuando salimos, mientras hablábamos de cositas varias, me dijo que porque no hacia el casting, que eso no era cosa del otro mundo y que los manes que lo hacían eran re bien. Después de pensarlo bien, acepte ir al casting, más por escribir sobre eso, que por la esperanza de quedar.
Al llegar ya había menos gente que la que estaba cuando fuimos la primera vez. Ahí estaba el viejo “Piter”, otro parcero que estudia comunicación social y que también tiene el porte, el registro, el perfil como de presentador –ojala nunca lea esto, después quien se lo aguanta-. Me tomaron los datos y dije que estaba listo, pues me aprendí el libreto cuando le estaba ayudando a mateo a memorizarlo.
Mientras salía el que estaba castineando –yo castineo, él castinea, ellos castinean-, le dije a “Piter” que si quería ver como lo hacía, pues iba a entrar era a recochar, no iba a coger el casting enserio. Como el libreto empezaba con un “hola, bienvenidos al Neurodromo”, yo hice ese “hola” como el “hola” que hace Vicky Dávila en “la cosa política”. De una todos nos cadelari –o sea, nos cagamos de la risa-. Y eso no es nada, una frase era sobre lo que le esperaba al futuro ganador, esa parte la hice al estilo Luis Miguel, mirada de re ojo y señalada a la cámara.
Por supuesto que eso era ahí, entre nosotros, no pensaba ir a hacer esas payasadas frente a una cámara, vaya y después aparezca en YouTube.
Cuando entre al estudio, me pregunté: “¿yo qué diablos estoy haciendo aquí?” Aun podía arrepentirme, no era tarde para escapar, pero no lo hice, tome aire y seguí adelante. Me puse al frente de tres personas: dos manes y una vieja, de los cuales solo conocía al director, Luis algo Ronderos.
-Hola Julián, ¿cómo vas? –me saludo la vieja como si nos conociéramos de atrás. Ya quisiera yo. Conocerla. De atrás.
-Bien, bien, ¿y ustedes qué?
-¡Uf! esos tenis están una chimba, ¿Cuánto te costaron? -dijo el director, como queriendo romper el hielo.
-Los ahorros de todo un año –le dije.
-Ah, veo, ¿y por qué no te los compro tu papá?
-Porque no tengo –respondí.
El man se sintió como mal, de una dijo que empezáramos con el casting, pero el casting ya había empezado, la cámara estuvo grabando desde el momento en que entré.
-1, 2, 3, acción.
-¡Hola! –juemadre, se me salió el Vicky Dávila. Mientras no se me saliera el Luis Miguel, todo estaba bien- bienvenidos al neurodromo – hasta ahí me acordé, me quedé en blanco, no sabía que más decir, se me olvidó todo por completo.
-Corte. Julián estás presentando un programa, necesitamos más acción, más entusiasmo –me dijo el director.
-Llamen a Jorge Barón entonces.
-Dale de nuevo.
A medida que avanzaba en la presentación, se me iba olvidando lo que seguía, fue un fiasco total, decía media frase y me tenían que dar pie para seguirla. Tal fue el fracaso, que no me dejaron ni terminar. Yo creo que llegaron a sentir pena ajena, tal era mi desconcierto, que no supe por donde salir, me tuvieron que indicar hasta donde estaba la puerta por la que había entrado.
Al salir, de una sentí un poco de miradas expectantes.
-¿Como le fue?- me pregunto Mateo.
-Re mal, se me olvido todo.
En la vida he hecho muchísimos osos, pero este sin duda, es un fuerte candidato para pelearse el oso más grande. Definitivamente, como presentador de televisión, soy un buen Bloguero. Y eso.
PD: Ernesto Sábado murió hoy sábato. ¿Habrá visto el túnel? Paz en su tumba.
Neurodrama: diatriba de un publicista en el lugar equivocado
Sáb, 30/04/2011 - 08:09
El pasado miércoles, mientras faroleaba por la Universidad, me encontré a un allegado que trabaja en “El Neurodromo”, un programa de televisión realizado en mi universidad y transmitido por nue