El presidente Juan Manuel Santos tiene un problema. Mejor dicho, tiene uno más pero es de esos que son tan grandes y evidentes que no se suelen ver fácilmente. Y lo grave del asunto es que los problemas del jefe del Estado lo son también de la sociedad entera. Estoy hablando de la Policía Nacional de Colombia.
Es cierto que en Colombia caen heridos o asesinados por la delincuencia o la guerrilla un mayor número de miembros de ese cuerpo armado que en muchos otros países del mundo, pero esa estadística por más dolorosa que resulte, no exime a la policía colombiana de la ejemplaridad que se le supone.
Son demasiado frecuentes los casos escandalosos o abiertamente delictivos en que se ven envueltos miembros de la policía para que se siga hablando de manzanas podridas. Es hora de plantease si no se trata del árbol completo que necesita la asistencia urgente de un buen ingeniero agrónomo.
La casuística es bien conocida por cualquier lector de prensa diaria, oyente de radio o televidente. Un subcomandante que resulta ser auxiliador de la guerrilla en un ataque a la isla Gorgona en donde, además, muere un compañero de la institución. La desaparición de 20 armas de unas instalaciones policiales en Bogotá. El atropello de una menor que quedó gravemente herida y la posterior omisión de auxilio por parte de dos agentes en motocicleta. Hechos estos ocurridos en una sola semana.
Y da igual que resulten involucrados cuando ya no visten el uniforme, cosa que ocurre también con frecuencia. Si tanto militares como policías tienen a bien haber pertenecido a esas instituciones y una vez jubilados actúan en forma corporativa, la afrenta de uno de los suyos en uso de buen retiro como suelen decir, supone un baldón para el cuerpo al que se perteneció.
Los hechos que han sacudido a la Policía colombiana en estos días ocurren cuando apenas hace un mes que el país fue impactado con la noticia de que el subcomandante Néstor Enrique Mestre, responsable durante años de combatir redes de narcotráfico, estaba al servicio de los grupos mafiosos que enviaban toneladas de droga desde los puertos del Caribe.
Veinte días más tarde, en una operación de la Fiscalía, fueron capturados 24 policías integrantes de bandas dedicadas al robo de residencias y a la extorsión.
Desde los tiempos de la dirección del General Rosso José Serrano se oye decir que el Director de la Policía colombiana es el mejor policía del mundo. No sabe dónde o cómo se llevan a cabo este tipo de campeonatos y da la impresión más bien que se trata de uno de esos mitos urbanos que tanto gustan a los colombianos.
Como cuando se decía que después de la Marsellesa, el himno nacional era el más bello del mundo. Hasta que previamente a las Olimpíadas de Londres, vinimos a saber que un grupo de expertos lo clasificó como bastante feíto.
Menos autocomplacencia pues, menos bombos y platillos, y más ocuparse de un problema que atañe a la seguridad y la vida de todos los colombianos.
@Juan_Restrepo_