Pues no.... No todo es fútbol, o mejor, lo que genera el acontecimiento internacional que sucede (afortunadamente) cada 4 años no es únicamente un espectáculo de este deporte. Las personas cambian, los discursos cambian.... la ciudad cambia
El mundial de fútbol que la FIFA lleva organizando 84 años (en 1930 en Uruguay se dio el primer encuentro internacional de este tipo y bajo este nombre) ha vuelto a tomar protagonismo después de su versión en el 2010 en Sudáfrica, donde el orgullo nacional reposó en la canción compuesta por nuestra Shakira, que terminó siendo un fraude musical. En esta oportunidad el orgullo nacional se manifiesta por la participación activa de la selección Colombia, y que, para sorpresa de muchos (bueno... mía), ha traído resultados gratificantes (clasificamos a la segunda ronda estando invictos y con 9 puntos históricos)
Para muchos es sabido que la gestión de la FIFA ha sido cuestionada por muchos medios de comunicación, por activistas y por el mismo gremio deportivo. Sin embargo, el mundial de fútbol sigue siendo un evento que aglutina a diferentes personas, sectores de la sociedad y de los que algunos, creo que más pocos que muchos, se ven beneficiados. Pero no es esto lo que motiva este post.
Durante estas semanas iniciales del mundial 2014 lo que las personas se han dedicado a hacer, por lo menos en la ciudad de Bogotá, es a programarse para ver los partidos, sobre todo, en los que se presenta la "sele". Recordemos por un momento los días 14,19 y 24 de Junio y lo que sucedió en la ciudad (sólo por señalar algunas cosas):
- De repente todos se vuelven súper patriotas y nacionalistas
- Multitudes de personas observan, sincronizadamente, durante 90 minutos seguidos el desempeño de 22 hombres que se esfuerzan en alguno de los maravillosos templos construidos recientemente en Brasil en las 12 ciudades sede.
- Durante el partido las calles están desiertas. En 9 ocasiones la ciudad fue atravesada por un estridente ruido que celebraba con pitos, vuvuzelas, aplausos, llanto y gritos las anotaciones que realizó la selección esta primera ronda durante sus encuentros con los contrincantes.
- Mayor circulación en el comercio formal e informal de la ciudad, bares y restaurantes de la ciudad se prepararon juiciosamente para estas fechas instalando en sus establecimientos televisores donde ofrecen a sus clientes asistir los partidos. Sin embargo, han sido castigados por...
- la ley seca que se ha impuesto totalmente en la ciudad en días que, de no haber sido por los desmanes en la "celebración" de fanáticos, o mejor, forajidos cegados e imposibilitados mental y comportamentalmente a vivir en sociedad por un ficticia victoria (victoria de qué, me pregunto... ¿qué es lo que las anotaciones nos traerán a quienes estamos de este lado de la pantalla?)
- Las celebraciones son reguladas de forma coercitiva; no es para menos, después del saldo de muertes que dejó el foforro del sábado 14 y las actuaciones vergonzosas en el espacio público. (Pregunto: igual.. qué es lo que se espera de una población que aún cree en que la solución es la guerra, las armas, la coerción, el trago ventiao, las putas y el tamaño de los senos-tas tas tas-, los goles sobre el respeto, es racista, sexista, arribista. Cuyo promedio de libro leído por habitante no pasa del bochornoso 1,3...bueno, me estoy yendo por las ramas )
- El comercio informal aprovecha este agosto anticipado para sacar de la fiebre del fútbol algunas ganancias económicas, que no son más que la muestra del rebusque tan arraigado en nuestra sociedad. La venta, no sólo de camisetas sino de una diversidad increíble de prendas alusivas a la selección, mecanismos sonoros que pueden desesperar al más calmado de todos, pinturas, adornos y accesorios diversos para carro, para celular, para las ventanas, las banderas del país, balones de fútbol, etc...
- El ingenio colombiano, que, cómo se ve en la foto, demuestra que la pasión por el fútbol trasciende límites. El vendedor de la calle, cuyo escenario y lugar de trabajo por aproximadamente 10 horas le impediría asistir y gozar de la fiesta del fútbol mundialero ya no se volvió un problema. Convirtió su mismo puesto un lugar para ver los partidos, cosa que agradecerán los transeúntes que pasen por su esquina en horario de algún encuentro.