¿Por qué ya no disfrutamos de nuestros platos criollos?

Lun, 14/10/2013 - 06:10
Un fenómeno vengo observando con preocupación, es la creciente tendencia de las nuevas generaciones, más mujeres que hombres por no cocinar o aprender  y mucho menos disfrutar de nuestras delicias
Un fenómeno vengo observando con preocupación, es la creciente tendencia de las nuevas generaciones, más mujeres que hombres por no cocinar o aprender  y mucho menos disfrutar de nuestras delicias gastronómicas criollas. Si, así es, al parecer la vida de nuestra gastronomía se está viendo amenazada y pudiese tener los dias contados por la apatía de las nuevas generaciones que ya miran por encima del hombro al ajiaco, al tamal, a la lengua en salsa y hasta los pobres frijolitos en bandeja paisa han llevado del bulto. Al ir caminando en estas noches por un centro comercial, escuche sin querer obviamente, como un novio le decía a la novia: “por eso es importante que sepas cocinar” a lo cual la chica respondió  caleñamente: “Veeee que tal” ,  comencé hacer cuentas y a pensar que si todas están pensando de esa manera y los novios son igual de atenidos, estamos en serios problemas, así pues este fenómeno es preocupante y me alarmo sobremanera, he intentado darle varias explicaciones, y no se ve la luz al final de la boquilla de un fogón. Entre las hipótesis que saltaron a mi mente frente a tal predicamento vinieron desde la globalización que nos arropa de forma inmediata hasta la falta de abastecimiento de tubérculos en el 2050. Y es que como es posible que a nuestros jóvenes les deje de interesar la tradición gastronómica de nuestras regiones. Parte y arte de nuestro país es la gastronomía y en gran parte la economía la mueve el sector de restaurantes y el turismo gastronómico. A muchos no les interesa la cocina, otros argumentan falta de tiempo para dedicarse una mañana entera al fogón y el adobo. También hay quienes se ven inundados por la oferta de nuevos y sofisticados platillos a la carta ofertados por distintos restaurantes, platos de mundo, de otros países, la carta internacional está abierta y parece desplazar lo típico. Por otro lado a la gastronomía criolla le toca luchar, como si fuera poco, contra las nuevas dietas que no aceptan en su menú más de dos harinas y un exceso nutrido de carbohidrato, así que la bandeja paisa le toca capotear la recomendación de un inclemente nutricionista que no vacila en prohibirla. Y como a los hombres nos faltaron pantalones para meternos a la cocina, el tema de la liberación femenina deja huérfano mas platos típicos que se quedan sin quien los prepare, así como la chica del centro comercial, que se negaba con desdén a aprender a cocinar ante su novio. El afán de la globalización cada vez da menos cabida a nuestros autóctonos platillos, el sushi, el salmón ahumado canadiense, el pollo teriyaki y el shop suey  se metieron en nuestras cocinas abriéndose paso como TLC desbocado. A muchos les parecerá tema trivial, sin embargo vale la pena reflexionar acerca de nuestras tradiciones, será acaso que cuando dejen de existir nuestras abuelas y madres, desaparecerán con ellas también las recetas, y se las llevaran a la tumba sin la posibilidad de compartir esa tradición culinaria por no mencionar  la no consecución de los ingredientes por falta de gente en el campo en el futuro, en el año 2050.
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