No podemos negar, que se trata de una situación reprobable y cruel que vive nuestra patria, intolerante, violenta y asocial, especialmente anárquica, sin Dios y sin ley, producto de las melifluas libertades y dulcetes derechos que construyen cada día hombres más irreverentes y desafiantes de los valores tradicionales.
El problema es más de fondo, tiene que ver con nuestra educación, cultura, y formación familiar, con el concepto de ideal nacional; y no puede reducirse a la interpretación sesgada, perversa de las izquierdas, que pretenden tomarlas como sus mártires, o teas ardientes, para convocar a la protesta vocinglera, en cabeza de los opositores del gobierno; andanadas, fogonazos verbales, por la inmolación de estas personas salen contestarias y rabiosas; de éstos líderes oportunistas, sedientos de protagonismo y tribuna; son sus íconos, sus recursos dialécticos, necesarios para sus luchas políticas y trabajo popular de aleccionamiento y sensibilización de masas.
Esta bandera maniquea, tiene un espectro más amplio, incluye guerrillas, paramilitares, bacrim, grupos al margen de la ley, situaciones privadas y meramente delincuenciales comunes, no puede reducirse a la simple denuncia de situaciones injustas, persecución política por pertenecer a determinado grupo contrario al régimen o a paramilitares, o a Uribe, supuesto generador de todos los males del País.
Debemos ser coherentes y racionales, ellos no son los únicos que asesinan, son colectivos y grupos con intereses contrarios a la ley, el orden y la civilidad, es un flagelo, una gravosa carga que todos los Colombianos de bien debemos combatir con gallardía y reprobación, para construir una sociedad dentro del orden y el respeto a la autoridad.
¿Qué puede esperarse de una falsa pedagogía y creencia, de que el éxito, y lo verdaderamente importante, radica única y exclusivamente en el dinero?, ¿y que entre mayores sean mis crímenes y temible sea; mayor respeto y gracia recibiré, de un Estado cobarde y arrinconado al pié de la balanza, como trinchera de quietud y paz?
¿Qué hay tras las muertes de líderes?
Lun, 09/07/2018 - 13:04
No podemos negar, que se trata de una situación reprobable y cruel que vive nuestra patria, intolerante, violenta y asocial, especialmente anárquica, sin Dios y sin ley, producto de las melifluas li