[caption id="attachment_7386" align="aligncenter" width="500" caption="La vista desde mi baño"]
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Mi despedida de Cali es una despedida un poco boba, calentana, provinciana y regionalista. Sé que solo queda a media hora en avión. Pero, es una cuestión de realidades, de cerrar una proyección de poder volver a vivir en mi ciudad cuando desee, porque, la carrera que elegí -aunque todavía estoy luchando por entrar- es para toda la vida.
Esa vida es en Bogotá. La tierra de mi abuelo paterno. La misma donde él declamaba, en la casa de su tío, poemas de niño en el marco de un grupo que se llamaba la Gruta Simbólica y de donde salió, hace más de cuarenta años, buscando nuevos rumbos e independencia.
Vuelvo a esta tierra que mi abuelo y mi padre han despreciado. Yo, por el contrario, gusto de ella mucho más. Encuentro cosas que no encuentro en Cali: el poder caminar por las calles sin pensar que me van a atracar (como lo hicieron tres veces en “La Sucursal”), poder montarme en una buseta sin sentir un calor asqueroso y pedir piedad por mi vida. Poder encontrar muchos libros en el centro, en la Lerner, en Biblos, en la Madriguera. Poder ir a un outlet de libros y comprar Papa Goriot por 8.000 pesos en una edición decente. Poder caminar sin miedo a ser atropellado (En Cali, los barrios con casas más grandes y caras no tienen andenes porque “todos los que viven allá tienen carro”). En fin, no soy uno de esos que enaltecen su tierra y denigran de la ciudad que les da trabajo, comida y empleo. A mí me gusta Bogotá, con sus pros y sus contras obviamente.
Pero esta entrada trata sobre lo que más voy a extrañar de Cali: su naturaleza y su biodiversidad.
[caption id="attachment_7388" align="alignnone" width="600" caption="Guatín en la acera de enfrente."]
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En frente de mi casa hay un humedal que no han podido derribar las constructoras. Todas las mañanas mi mamá pone, en un pequeño altar de madera, bananos y papaya para que los pájaros se acerquen a comer. En las tardes sale junto a Luzpis o Tina y dejan comida al frente de la acera. Un grupo de mamíferos pequeños llamados Guatines y que se parecen a los chigüiros pero más pequeños, se van asomando tímidamente y agarrando cada uno su comida, cuando pasa un carro o bajan las bicicletas se vuelven a adentrar al bosque corriendo. También ardillas, iguanas y unos mamíferos que mi mamá llama “cusumbos” son asiduos visitantes.
[caption id="attachment_7389" align="alignnone" width="600" caption="Pavas a las cinco de la tarde"]
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A la terraza de mi mamá todos los días van azulejos, cucaracheros, canarios y vichafues. Algunos días van, muy temprano o muy tarde, pavas y loritos. Sobre las tardes sobrevuelan los farallones halcones amarillos crema con café.
Hace poco, Armando, el señor que hace todo en la unidad (desde ser jardinero hasta poner las luces del alumbrado) vio al frente a un gato negro que no se parecía a ninguno de los dos gatos negros de los Flórez. De hecho, ese gato no se parecía a ningún gato que él hubiera visto antes. La historia corrió por la unidad pero nadie le dio más importancia al hecho.
Hace poco, jugábamos fútbol al frente de la unidad y a eso de las cinco de la tarde, pasó corriendo el animal, era un animal de un metro de largo contándole la cola, de unos cuarenta centímetros de altura y de un pelaje café oscuro que brillaba. Aunque corría rapidísimo, parecía flotar en el aire y en dos segundos se adentró al bosque.
[caption id="attachment_7390" align="alignnone" width="500" caption="Yaguarondi"]
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Cómo ya habían pasado un par de meses desde que Armando lo vio y según su descripción, el felino no había crecido nada, no creí que fuera una pantera o un tigrillo. Me acordé de un animal que había visto en el zoológico, que indagando en internet descubrí que se llama Yaguarondi o gato pardo (Herpailurus yaguarondi). Que, (según la Organización para la Educación y Protección Ambiental) tiene como características:
Proporciones parecidas a una nutria o comadreja, con patas relativamente cortas y cuello largo. El pelaje de este gato es de color café oscuro o rojizo uniforme. El yaguarondi habita en todos los climas del país, hasta los páramos, y, como todos los otros pequeños gatos, se alimenta sobre todo de roedores y aves (disponible en: http://www.opepa.org/index.php?option=com_content&task=view&id=75&Itemid=29)
El Yaguarondi también se puede ver en el zoológico de Cali.
[caption id="attachment_7385" align="alignnone" width="400" caption="Bananos en la mañana."]
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Esas eran mis vivencias diarias en mi casa de Cali. Al frente del lavamanos de mi baño un espejo fue reemplazado por una ventana gigante que da directo al Humedal La Babilla. Verde y pájaros todas las mañanas.
En el 2011, viví entre febrero y agosto en Bogotá, donde hice mi práctica en Caracol Radio. En la semana que me iba, Diego Senior volvió de Nueva York a ocupar un nuevo cargo dentro de la empresa en Bogotá. Mi oficio como practicante era ser el auxiliar de la oficina de comunicaciones y entre mis tareas estaba redactar la revista interna sobre lo que pasaba en la empresa.
Una de las secciones era el perfil. Yo estaba haciendo empalme y la practicante que me reemplazó, le tocó hacerle el perfil a Senior. Ella me dijo que lo que más la había sorprendido de su entrevista con él, había sido como miraba encantado los cerros orientales de Bogotá, en Nueva York solo veía gris todos los días.
Aquí en Bogotá, yo me tengo que considerar afortunado porque vivo en un apartamento al frente de un pequeño parque donde se ve, a veces, dos especies de pájaros.
No me puedo imaginar lo encantado que Senior estaría si conociera mi casa en Cali.
NOTA 1: Todas las fotos que fueron publicadas en este artículo fueron tomadas por mi o por mi mamá con excepción de la del Yaguarondi tomada de wikipedia (http://en.wikipedia.org/wiki/File:Puma_yaguarondi.jpg).
NOTA 2: He tenido abandonado este blog. Para los dos lectores, además de mi familia y mis amigos, que leen mis entradas, les cuento que como propósito de año nuevo me prometí escribir mínimo una entrada semanal. Voy a hacer todo lo posible por cumplirlo.